De un tiempo a esta parte, todos hemos notado un cambio de tendencia en la música de Extremoduro. A pesar de que las letras siguen tirando más de vísceras, que de corazón, y que nos siguen contando aquellas verdades que duelen, la forma de contar estas historias y experiencias han evolucionado. Tras escuchar “La ley innata” y “Material defectuoso“, todos sabíamos que el camino que estaba emprendiendo Robe Iniesta a la hora de componer y transmitir su mensaje había cambiado. Bien es cierto que “Pedrá” fue el primer intento de componer de una forma diferente y que, aunque salió bajo la discografía de Extremoduro, el proyecto lo pergeñó Robe.
Empezara en un momento, madurara en cualquier otro. ahora nos llega “Lo que aletea en nuestras cabezas“, un proyecto en solitario donde se ha rodeado de músicos jóvenes pero con un gran talento, ya sea al teclado, al bajo, al saxo, al violín…
El disco comienza con Un suspiro acompasado. Un susurro va anunciando el inicio del concierto que, ya desde este primer momento hasta el final, nos ofrece nuevos instrumentos muy marcados, sobre todo el violín, alejados de la potencia de la guitarra de Iñaki Antón. El amor es el tema principal, acompañado por las metáforas del viento, el aire y las puertas abiertas, tal y como hemos visto en temas como Stand by o Golfa. Seguimos con Y rozar contigo, con un ritmo y una letra más juguetona y rítmica pero sin abandonar el amor como tema principal (y protagonista de todo el disco). Destaca también el corazón que, como en otras muchas canciones de Robe, se trata como algo independiente de la propia persona (como ya escuchamos en Tu corazón), y con el que se puede discutir u ordenar que pare sus latidos cuando no somos correspondidos.
Nana cruel comienza con unos rasgueos que pueden recordarnos a Extremoduro, pero el violín y la “dulce” voz de Robe nos recuerda dónde estamos: “una nana cruel como la realidad”, con un grito desgarrador contra la sociedad en la que vivimos.
Llegamos a la mitad del disco y suena un ritmo más propio de un tango, que pronto contrasta con un Robe con un canto cercano al flamenco que expresa las consecuencias del desamor. Por ser un pervertido, sigue con la temática de la pérdida del ser amado, pero con una pregunta continua: ¿por qué me has dejado?, ¿qué he hecho mal? En estas dos últimas canciones el violín deja el protagonismo al saxo, que se destaca desde la mitad de canción hasta el final de la misma.
El mundo de los sueños y de la esperanza aparece representado en Guerrero. La fortaleza y las ganas de pelear por ese amor perdido se reflejan en cada frase de la canción, llamando a la pelea hasta el final, sea cual sea la consecuencia. Y como metáfora, el mito de Prometeo (ya utilizado también en Prometeo), que subió hasta el Olimpo, desafiando a los dioses, para robarles su fuego.
La última parte de “Lo que aletea en nuestras cabezas” se inicia con Ruptura leve. Una composición de minuto y medio con la siguiente letra, propia de una ruptura:
No pegues un portazo,
Fuera, fuera, fuera, fuera de aquí,
Que tengo el temple bajo
Y fuera, fuera, fuera, fuera de mí
Cierra el trabajo Contra todos. Tras tener amor, perderlo y aceptarlo, ahora todo el mundo le dice a Robe que la olvide. Pero claro, él no quiere, así que se rebela a ritmo de tango y con su voz desgarrada en la que, para mi gusto, es la mejor composición de todo el disco.
En definitiva, las letras y temas de Robe siguen la dinámica y el camino marcado desde sus inicios en Extremoduro: aquello que él siente, que él sufre, que él quiere denunciar, lo dice. Y punto. Lo que sí ha cambiado es la forma de llevarlas a nuestros oídos. Pero de una forma u otra, el sentimiento que encontramos en cada una de sus canciones lo entendemos y lo hacemos nuestro porque, como en las grandes obras de la literatura o del teatro, hay temas que nunca van a cambiar. En este caso, las diferentes etapas del amor.