Estaba previsto que las puertas abrieran a las 20:00 y que el concierto empezase puntualmente a las 20:30. Sin embargo, como de costumbre, el concierto viene con retraso. Aproximadamente una hora sin hacer nada por haber tenido confianza en la puntualidad otra vez.
Una sala pequeña, poco espacio, y ubicada en la trastienda de un bar un poco difícil de ver. Por lo menos las consumiciones eran económicas. Todo vuelve a empezar con mal pie y no se avecina un buen cambio en las próximas horas.
Expel the Grace es la primera banda en tocar, a la que podemos ver preparando los instrumentos. Aprovecho para sentarme en un taburete y disfrutarlo desde una esquina para poderlo evaluar mejor. Como todavía no han empezado observo lo que me rodea para distraerme. Tanto los miembros de la banda como su público más afín y los que estaban más cerca del escenario llevaban gorra plana, piercings muy dilatados, tatuajes varios similares a los de black veil brides y asking alexandria, tinte de colores poco naturales en cabello, gafas de pasta y otros complementos que me incitan a preguntarme dónde me han metido. ¿Es esto lo que consideran death metal hoy en día? No me cuadra.
Empiezan a tocar y percibo un sonido similar a System of a Down, a Rage Against the Machine y tal vez Killswitch Engage. Me sorprende que alguien categorice esta banda como death cuando en realidad fusiona otros estilos más modernos y crea algo mucho más difícil de definir y que nada tiene que ver con lo que me esperaba. Salí decepcionado y ninguna de sus canciones me dijo absolutamente nada. Aburrido como una ostra, salí de aquella sala sin ventilación a tomar un poco el aire fresco.
Sin duda alguna el primer grupo tiene una percepción del death metal melódico que no se asemeja en nada a una banda de death auténtica. Aquello era metalcore, o un metal, o alguna vertiente de uno de ellos, que no encaja con lo que tenía entendido que era el género y además resultaron repetitivos y nada interesantes. De hecho me empezó a doler la cabeza. No me gustan estos grupos, por eso no los escucho ni los voy a ver, pero esta puñalada a los subgéneros del heavy metal habría que sacarla con algo muy fuerte.
Tras respirar y relajarme en una concurrida calle de Sant Adrià, vuelvo a entrar para ver al segundo grupo: Ravenblood. Los había escuchado, pero jamás los había visto en directo. Cuando entré la sala estaba mucho más vacía. Además casi todos los asistentes parecían amigos, familiares, alguno del anterior grupo y gente con más de veinte años. Los niños que vivieron la actuación del primer grupo se quedaron fuera en un kebab y pocos de ellos volvieron a entrar en toda la noche. No me gusta discriminar ni juzgar de forma gratuita, pero tenía razones para creer que de ahora en adelante todo iría más acorde a mis gustos.
Los Ravenblood tenían una afinación en los instrumentos mucho más parecida a Death y a Amon Amarth que la banda de los peinados de Arco del Triunfo. De hecho tocaron una cover de Amon Amarth que curiosamente los Expel the Grace habían tocado unos minutos antes. Si aquello era Amon Amarth que alguien me clave un hacha, porque el sonido no tenía nada que ver. En cambio Ravenblood utilizó grabaciones de teclado que podemos oír en su disco que le pedían al pinchadiscos que las pusiera, desprendían buen rollo y a pesar de que los guturales no se entienden apenas, todo sonaba mejor y más duro, a la par que se podían apreciar solos virtuosos con la guitarra. Esto era diferente y mis expectativas mejoraron hasta dibujar una sonrisa pícara en mi cara y disfrutar del concierto esta vez de pie, cerca del grupo e incluso interactuando con alguno de ellos. El nivel de satisfacción ya estaba muy por encima del 0.
Vuelvo a salir para respirar aire más limpio pero me encuentro con botellón, porros y vuelvo a entrar en cuanto puedo. Definitivamente no me gusta el metal moderno si cambia tanto de estilo y se separa de sus hermanos mayores sin los que ni existiría.
Ahora ya no había casi nadie en la sala, a lo sumo 30 personas con un aforo de 126. Al menos ahora tendría más libertad para moverme o ponerme más cerca. WARGAZ vino desde Tarragona a Barcelona para tocar en unas circunstancias como estas. Lo lamento mucho por estos chicos, sobre todo porque lo hicieron muy bien. Ellos solos, los 5, con estilo, elegancia y una calidad equiparable a la de RAVENBLOOD dejaron un agradable sabor de boca en los que nos quedamos hasta el final. Recuerdo que el vocalista se animaba y agradecía que aún quedase gente allí. De los tres grupos fueron los que más le gustaron a este servidor. Por sus letras, por los solos, por el toque melódico mucho más distinguible entre la tralla, por la pureza que transmitían, por lo relajado que se podían escuchar sus canciones y la vez lo animados que nos dejaban sus temas más contundentes. An Ocean Full of Stars, Barbarian Wolfpack y todas las demás. ¡Qué grandes!
Salí satisfecho del concierto y la angustia del principio se había esfumado. Ignoré lo que vi fuera de la sala y me adentré en el metro.
Siempre me cuesta expresar con palabras lo que siento al ir a un concierto. Me tomo muy en serio las crónicas, y el tiempo que les dedico no es poco. De hecho durante el concierto ya voy planeando qué voy a escribir. No ha sido mi mejor concierto, pero mantengo que está bien recordar que si una vertiente del género musical de tu vida no te llama por más que lo intentes, no debes olvidar por qué, aunque sea básicamente que no te inspira nada bueno ni desata buen sentimiento alguno. Después de una contusión en la rodilla sienta mejor volver a caminar, y si bien esto no son los fiordos noruegos, aquí tenemos algunas bandas tan buenas como las de aquellas tierras. Gracias a las tres por este concierto, hayáis o no sido del gusto del redactor. ¡Y larga vida a vuestros sueños musicales! (Y a los no musicales también)