Por Yaizzy
 
 

Tres, eran tres: Juan, Perico y Andrés. Pues no, sí que son tres, pero son Iker Piedrafita, quien hace unos pocos días ha decidido retirarse de los escenarios temporalmente, a la voz y a la guitarra, Sergio Izquierdo a las baquetas (y al cuaderno y al papel, por aquello de escribir gran parte de las letras) e Iván Viedma a las cuatro cuerdas. Tras dos años de gestación, el pasado noviembre DIKERS dan a luz su séptimo y último disco de estudio: Vértigo.

La verdad es que mi opinión sobre esta banda parte desde cero. Casi. Corría el año 2005 ¿Cuántos años tenía yo, dieciséis? Escribiendo prosa lírica por las noches, embelesada por algún adolescente de mi instituto, soñando despierta con vete a saber quien y en el discman repitiendo una y otra vez la canción “Ronco Invierno”,creyendo saber qué significaba realmente. Pero luego me ponía a escuchar thrash metal y se me pasaba la tontería. Era una tía dura, o eso parecía. Bien, pues este fue el único contacto que he tenido con la banda.

No obstante me he puesto a ello, sin prejuicios, y lo que he escuchado me ha gustado. Me ha gustado mucho, la verdad. Las letras de todas las canciones son crudas, directas, con muchas reflexiones y verdades como puños. ¿Qué se ajusta a esto perfectamente? La portada. Sin duda es el preludio de lo que nos vamos a encontrar dentro. El equilibrio entre la lógica y el sentimiento.

El redondo rompe con “Ababol”, riffs sencillos, pegadizos pero a la vez contundentes y cortantes, acercándose al punk rock sucio de mediados de los 90. No sé si se podría comenzar mejor un disco. Después continúa con “Pretencioso”, cuyos versos se convierten en axiomas. Esta canción declara la guerra a los músicos que van de modernos. DIKERS escupen verdades como templos en este tema, y al que le duela que aparte la cara. Muy buen acierto haber elegido “Pretencioso” como single de este disco. Crítica social, muerte, amor, desamor, todo ello batido con frases de guitarra estridentes a la par que melódicas, medios tiempos en su justa medida, subidas de ritmo frenéticas mezclados con cambios de registro vocal francamente difíciles de hacer y que transmiten todo un abanico de sentimientos.

 

De cara al final del LP las cuatro últimas canciones son apabullantes. “La Chica de la Curva”, que me hace pensar en Iker Jiménez y en el ya desaparecido grupo BIG MEMBER, en el cual estaba a la batería Sergio. El solo de esta canción corre de la mano (nunca mejor dicho) de Carlos Lorente, antiguo compañero de Sergio en BIG MEMBER (actualmente dando caña en la neófita banda PUSHER). “Ya no te espero”, la composición a medio tiempo que en el estribillo se vuelve cruda lírica y musicalmente, como un vómito en la cara de tu ex.

Bueno, la penúltima, “A Quemarropa”, Iker comienza gritando: “¡Te has olvidado del rock y todo lo que te dio!”. Crees que va criticar abiertamente a aquellos que ven tu jersey de WARLOCK y te dicen: “Hey, yo en mis tiempos era heavy como tú”. Pero no, la canción evoluciona llena de positivismo, de posturas constructivas para y con la vida. Y por último la balada de piano: “Vitaminas”. Parece una canción dolorosa, pero la veo más rayando lo cómico, intentando rozar el desafinado dramático. ¿A dónde van las vitaminas del zumo cuando se pierden? Al mismo lugar que va el amor cuando se va.

Recomiendo a ojos cerrados este disco, tres cuartos de hora que pasan amenos, cargados de ironía, ritmos frenéticos y mucho sentimiento. La única pega que le veo es: si sólo hay un guitarrista, ¿cómo van a reproducir en directo tanto relleno de guitarras eléctricas? Aun así, si tenéis oportunidad, no dejéis de escucharlo.

Puntuación: 9/10

Tracklist:

1. Ababol
2. Pretencioso
3. Molotov
4. No Hay Más
5. Olek
6. Luz
7. Lárgate de Aquí
8. Pan de Canela
9. La Chica de la Curva
10. Ya No Te Espero
11. A Quemarropa
12. Vitaminas

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