Texto y fotografías por Jacques-Marie Bat
 
 

Noche hardcore en la sala Velvet de Málaga, con un cartel internacional con dos bandas de reinos unidos y otra estadounidense. Es siempre un placer volver a la sala Velvet, y ser recibido por Jorge. El público se aglutina en el exterior, y se huele en el ambiente que se cuece algo importante.

 

La primera banda fue HIGH HOPES. Cuando entré ya habían empezado y en el escenario los músicos estaban allí dándolo todo, donde estaba el cantante, pues en medio del público cantando a unos centímetros de los asistentes. El escenario se quedaba corto para él y estuvo como una anguila, imposible de capturar. Mis intentos para sacarle foto fueron convertidos en fracaso, y opté por sacarle fotos al resto de la banda. Los músicos se movían como animales en una jaula, pero no se podían escapar. Del setlist puedo decir poco, sólo que la música fue como un terremoto, constante, moviendo los cimientos de la sala. Después de 30 minutos se retiraron dejándome ya en parte exhausto, pero todavía quedaba más.

Un rápido cambio de accesorio de la batería, la inclusión de una suerte de peldaño, o tarima metálica, y empezaba CONTINENTS y volvieron a insistir donde nos dejó HIGH HOPES, esta vez los pocos empujones que se vieron en la primera actuaciones se transformaron en constante, y no solo empujones, si codos voladores, patadas y otros recursos para derrochar toda la energía que uno lleva dentro. Allí empezó lo doloroso para mí, por mucho que me intentara proteger tal como una ola contra un dique, este público arremetía contra mí, pero me resistí. Otra vez el más destacado de la banda fue el cantante quien estuvo todo el rato en medio del pogo, sin recibir milagrosamente ningún golpe, e incluso lo acabaron levantando a hombros mientras cantaba.

Llegó el turno de KINGDOM OF GIANTS y volvió a insistir en este estilo machacón. A diferencia de los otros dos grupos, este incluye voces limpias, y el bajista en muchos momentos apoya en las voces. Como en el caso de las demás bandas, el escenario se quedó pequeño y el cantante estuvo todo el rato en medio de su público. Nos gratificó a cada uno con una palmada en el pecho que por poco me deja sin aliento (y tres costillas rotas). Se nota el buen rollo con las demás bandas, que interactúan, e incluso a rato se apoderan del micrófono en las mismísimas manos del cantante, quien deja también su momento de gloria a algunos jóvenes a quien se le permite cantar algunos estribillos.

Me asomé a la parte trasera del escenario para ver al batería, quien según pude comprobar iba a juego de baguetas por canción. Y de repente se acabó. Pasó tan rápido, se hizo el silencio, mis oídos no se lo podían creer. Los espectadores estaban allí boquiabiertos por lo que acaban de vivir, conscientes que acababan de presenciar un espectáculo muy difícil de repetir.

Me fui lentamente a por mi coche, y después de llegar a casa seguía sonando los riffs y gritos en mi cabeza. Después de esta noche nada será lo mismo para mí.