Hace años que la piedra estelar calló en la Tierra. Este suceso no solo cambiaría la historia de la humanidad para siempre, sino que también era el comienzo de la conquista del planeta. Como era de esperar, la N.A.S.A envió a un equipo de científicos para que recogieran el meteorito y llevarlo al centro de operaciones para su posterior análisis. Dentro de ese elenco de la organización encargada de estudiar el cosmos más famosa del mundo estaba yo. A las pocas horas de ocurrir el suceso, ahí estábamos nosotros, adentrándonos en aquel profundo bosque. Conforme nos acercábamos, podíamos comprobar cómo todo el paisaje, además de la flora y fauna que coexistía allí estaba mutando a un ritmo vertiginoso. Tan asombrados como aterrados comprobamos con nuestros propios ojos como el color de la hierva era de un color rosado mortecino. De las plantas y arboles podíamos oír un horripilante sonido que emergía de ellas, mientras cambiaban a una forma extraña. Cuando llegamos al cráter era como haber aterrizado en otro mundo. La roca no era tal roca, si no un huevo que estaba eclosionando ante nuestros ojos. De su interior segundos más tarde salió un ser de color esmeralda. Tenía dos grandes orificios dentados y un solo ojo. De su repugnante cuerpo alargado salían unas patas parecidas a las de una mosca pero con un tamaño descomunal que hacían la función de brazos múltiples. En su grisáceo torso había como una especia de tumores que palpitaban y crecían a cada momento. Se sostenía gracias a una serie de tentáculos de gran tamaño. En ese preciso instante el engendro emitió un sonido indescriptible. Un agudísimo dolor nos atravesó a todos los presentes. Un segundo más tarde estábamos retorciéndonos en el suelo gritando desesperadamente sin poder movernos. Acto seguido sus nódulos cayeron al suelo y se acercaban lentamente hacía nosotros. Mis ojos pudieron observar cómo estos “tumores” vivientes se introducían en mis camaradas por la boca. Al cabo de unos instantes, su pecho explotaba y de ahí salía otra bestia igual que la que había venido del firmamento de menor tamaño. Entonces lo comprendí todo en mis últimos momentos de vida. Esto era una invasión en toda regla. Este alienígena era su abeja reina, y nosotros seríamos su colmena…
El line up es el siguiente: Fanny (bajo y voces. Ex componente de Rising Purge), Florent (guitarra y voz. Ex-Dejected, ex-Rising Purge), Raúl (batería. A su vez en Morior Ergo Sum, ex-Esfinge, ex-Canker, ex-Gûlgûta).
En este primer Larga Duración nos encontramos con una obra absolutamente maciza, adictiva y devastadora, con leves y puntualísimos momentos de teclado. Pocos discos debut de este género consiguen ser tan poderosos como el plástico de estos franceses, donde no hay cabida para los temas de relleno ni la mediocridad compositiva. Su sonido y producción es grave. Suenan oscuros, opresivos y old school, siendo toda una delicatesen para los que llevamos años en esto y echamos de menos los gloriosos finales de los 80 y principios de los 90.
El escaparate de riffs es asombroso incluyendo en ocasiones un punto de técnica extra sin llegar a ser una banda de technical. Los encontramos fluidos, a una cuerda y armónicos cortantes. Todo ello aderezado con unos solos de guitarra tan melódicos como asesinos. En una palabra… ¡PERFECTOS!
Los registros vocales se mueven en profundos deathgrowls con matices más agudos de la mano de su bajista, predominando obviamente los primeros.
Las baterías son una autentica locura. Éstas se encuentran en un constante canje de dirección, siendo totalmente dinámicas. ¿Queréis velocidad, contundencia y un termino medio de ambas cosas?, si la respuesta es sí en este primer asalto os saciaréis con creces. ALUCINANTE.
El llevar horas arrastrando por aquel hostil terreno al cadáver de este engendro había acabado con mis brazos. El dolor en ellos no me dejaba pensar con claridad, pero sabía que a escasos 500 metros llegaría a mi destino. Finalmente, y después de varias paradas para descansar conseguí adentrarme en el hospital abandonado. Una vez dentro, puse al fiambre en una silla de ruedas. Anduve por el largo y lúgubre pasillo hasta llegar finalmente a la sala de operaciones. Me lo eché al hombro con gran esfuerzo, y lo deposité en la mesa de autopsias y me puse la mascarilla y el gorro una vez más. Cogí el bisturí, lo observé como si jamás lo hubiera tenido en mi mano. Entonces comencé a divagar. No sería capaz de definir el tiempo que estuve recordando el pasado, el cómo era todo antes de que sucediera el acontecimiento que cambió el rumbo de nuestra raza. Después de ese lapsus me dispuse a hacer la necropsia, con la intención de extraer los mejores órganos y estudiarlos con detenimiento. Lograríamos acabar con ellos, ¡TENEMOS EL DEBER DE ELLO!
“Disrupted Incarnation” nos enseña cómo construir una canción sanguinaria con final malévolo de teclado. Los cambalaches de celeridad acabarán dinamitando tu cerebro. Advertido quedas.
“Teared up in Cosmorphosis” contiene una sección realmente oscura que incluyen voces torturadas. Esta tonada es ideal para ser banda sonora de ritual oscuro, ancestral y prohibido. ENORME.
“The Black Pharaoh” es una acometida que irremediablemente te creará dolor de cuello para mínimo una semana. Te enfrentarás con el único med tempo de pulso rápido completo de todo el Long Play. Cuidado que engancha.
Te garantizo que no solo disfrutarás sobremanera con lo aquí expuesto, sino que además ocurrirá la cada vez por desgracia más aislada situación de poner el mismo trabajo una y otra vez. Bandas como esta son el presente y el futuro del “metal muerto”.
Puntuación:10
Tracklist:
Intro: Celephaïs Chant
The Nameless Shape
Interdimensional Predation II
Disrupted Incarnation
Teared up in Cosmorphosis
The Black Pharaoh
The Prowling of Rlim Shaikorth
Temple of the Thousand
I, Progeny of the Lurker
The Gift of Shub-Niggurath