¿Otro domingo de sofá y Kentucky Fried Chicken? Pues no. Hoy me voy de bolo a la Zentral.
Esta vez solo, sin mi camarada Yaizzy, que tiene que trabajar para mantenerme -por aquello de la igualdad de género-.
Llego puntual -porque voy solo, si fuera con esta habríamos llegado tarde-. Estoy expectante por ver a los americanos ATREYU.
Como banda invitada CHILDRAIN, unos jóvenes de Vitoria con un EP y tres álbumes a sus espaldas. Han compartido escenarios con SOZIEDAD ALKOHOLIKA, NAPALM DEATH o SOULFLY, así que noveles no son.
Con la puntualidad prevista, a las 20.30 comienza el show.
Poca gente, muy poca gente. Pero eso no fue impedimento para que los alaveses fueran desgranando durante 41 minutos nueve canciones con las que me dejaron con la boca abierta a pesar de no ser un seguidor acérrimo de este género musical como es el hardcore melódico.
Poderosas las guitarras de Iker y Álvaro, con esto me refiero a que el sonido fue contundente, arrasador. Todo esto unido a la poderosa batería de Mikel y la simbiosis perfecta con el bajo de Rodri, crearon estallido de metal compacto y ensordecedor.
Los 40 minutos de setlist me supieron a poco, así que ya sé a que otro grupo seguir en sus directos.
Si tocan cerca de vuestros hogares no dudéis en apagar la tele, dejar el móvil, ducharos e ir a verlos.
21.35, ahora les toca a los yanquis.
Me reitero en que no soy un fan del metalcore, pero como le dije a una amiga mía “me da la sensación de que estos son los Bon Jovi del metalcore”.
Casi todas las canciones me sonaban, todas ellas singles con videoclip incluído.
Buen sonido en general, buena voz del batería -incluso sorprendente-. Pero en lo demás muy justitos. Será que en el norte estamos acostumbrados a mucha técnica instrumental y menos selfie.
Sí, selfie, nunca había visto tanto selfie en un concierto. Para mi son los Manowar -sí, antes he dicho Bon Jovi– del metalcore, porque se metían unas parrafadas inmensas de hablar entre canción y canción. Cortando la dinámica del espectáculo.
Quisieron parecer muy cercanos al público -cosa que entendería si lo hicieran, qué sé yo, Barricada– pero en un concierto con 14 canciones -una hora aprox.- es alargar el tiempo en vano.
Pero, ¡Oh, ah, sorpresa! Una versión de Bon Jovi. Con este tema se metieron a la gente en el bolsillo. Tan en el bolsillo que en la penúltima canción, después de parar el bolo por enésima vez, hicieron subir al público al escenario.
Fíjate si estábamos pocos que entraban en el escenario casi todos los asistentes.
Los fans de la banda se fueron muy contentos a casa con el teléfono lleno de bonitos selfies con los miembros de la banda, pero los que queríamos escuchar su música nos encontramos con un grupo como muchos -pero a esta la suerte les ha sonreído quizá más-.