Fotografías por Juan Antonio Seves

El pasado 12 de julio acudimos por primera vez a uno de los conciertos incluidos en el ciclo Noches del Botánico, que se está celebrando durante este verano en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de Madrid, en plena Ciudad Universitaria, para ver a los británicos MARILLION.

El recinto, por supuesto al aire libre, está equipado con un escenario imponente delante del cual hay una zona de sillas y a continuación otra zona de gradas, todo ello con muy buena visibilidad y un sonido fantástico. Además, dispone de numerosas barras de bebida y varios puestos de comida (perritos calientes, tex-mex…). Por poner alguna pega, y como casi siempre en esta ciudad, seguimos sorprendiéndonos de que se cachee al público a la entrada en este tipo de espectáculos, cuando es bien sabido que los mayores delincuentes en este país se encuentran en otros lugares y no en conciertos de rock, pero es la pequeña penitencia que tenemos que pagar por la ignorancia de “los que mandan”.

Aunque el concierto estaba anunciado para las 20:30, ya suponíamos y así nos lo confirmó una de las personas que ayudaban al público a encontrar su localidad, hasta las 21:35 que empezaba a ponerse el sol no dio comienzo el show (al más puro estilo operístico, por megafonía se anunció “faltan diez minutos para el inicio del concierto” y lo mismo cuando restaban cinco minutos). Previamente y también desde la pantalla y desde la megafonía se “sugirió” al público que se dejaran de hacer fotos y vídeos con el móvil durante el concierto evitando molestar al resto del personal, y aprovecharan para disfrutar del show, que al fin y al cabo es para lo que estábamos todos allí.

Desde la aparición de los miembros de la banda uno a uno en el escenario, con una impresionante pantalla al fondo que fue desgranando imágenes a lo largo de todo el concierto, quedó claro que íbamos a disfrutar de un espectáculo con una gran calidad musical, como efectivamente así fue. El sonido fue impecable durante toda la actuación, pecando quizá de un pequeño déficit de volumen, aunque quizá para la mayoría del público asistente fuera lo adecuado.

Arrancaron con Invisible Man, con la cara de Steve Hogarth cantando desde la pantalla que antes mencionábamos, hasta su aparición física para dar paso a The Great Scape. Junto con Steve Rothery (guitarra), Mark Kelly (teclados), Pete Trewavas (bajo) y Ian Mosley (batería) forma el actual elenco de la mítica banda que lleva más de treinta años haciendo disfrutar a todos sus seguidores.

Pese a la incuestionable calidad musical que comentaba antes, sin un mínimo fallo durante todo el concierto, este humilde redactor echó de menos algo más de llamémosle energía o actitud, esa “rabia” que aporta un plus a cualquier concierto de rock. Pero quizá el problema es que yo esperaba algo más parecido a lo que presencié allá por 1990 en la sala Jácara, y veintiséis años es mucho tiempo incluso para una banda tan mítica como Marillion (ahora entiendo eso de que en los anuncios del concierto lo calificaran de “pop-rock).

El espectáculo continuó impecable, con temas como Power o Fantastic Place, y presentando una canción del que será su próximo trabajo (que se llamará Fear y verá la luz el próximo septiembre), titulado The New Kings.

Después de hora y media, los músicos se retiraron del escenario, para volver pocos minutos después e interpretar This Strange Engine y aprovechar Hogarth para presentar a sus compañeros, acompañado por grandes ovaciones con cada uno de ellos. Después, nueva retirada y un último regreso para homenajear la época del añorado Fish interpretando Kayleigh, Lavender y finalmente Blue Angel. Y este sí que he de decir que fue el momento para mí más decepcionante de la noche, ya que se trata de temas con los que he crecido y a los que, en mi modesta opinión, les faltó por un lado un puntito de ritmo, pero sobre todo un mucho de intensidad y pasión, por lo que me sonaron en cierto modo vacíos. Quizá la madurez sea eso, tocar temas originalmente llenos de energía de un modo más light, pero insisto en que me sentí ciertamente defraudado en este punto.

Por resumir, concierto de diez en lo musical, en la parte técnica y también en cuanto al recinto y el entorno (por cierto, muy fácil encontrar aparcamiento a menos de cinco minutos andando de la entrada), pero en lo visceral, en cuanto a energía, para este redactor no pasó del aprobado. Pero insisto, quizá sea eso lo que los seguidores de Marillion esperan de la banda hoy en día y sea yo el que no haya madurado musicalmente. Pero también quizá por eso estoy escribiendo para METAL KORNER, y de corazón os digo que en esa faceta espero no madurar nunca.