La noche que se presenta no poco complicada para fotógrafos novatos como el mendas. Primera sorpresa: “Vuestro sitio es ese”. Suelta el tipo de seguridad apuntando a la mesa de sonido, a 50 metros del escenario. ¿Hola? O mejor, como diría mi hijo: LOL.
Cámara en mano, de puntillas y afinando el pulso. Da comienzo el espectáculo. ¡Qué nervios, por dios! VER A LA MEJOR VOZ DEL ROCK. Eh, ¿pero qué tenemos delante del objetivo? ¿Dónde está la leyenda? ¡Pero si es un pibe tocando boogie-woogie del Misisippi!
Quién le iba a decir a MIKE SÁNCHEZ, allá por el año 88, que en el 2016 iba a estar teloneando por Europa a la gran leyenda e instigador del heavy metal ROBERT PLANT.
Él mismo se denomina vintage y comenta que sólo sabe tres notas al piano, pero que las tres te mueven. ¿Será por eso de que tiene sangre española? Acompañado por un genial guitarrista que parecía salido de la mismísima película de Regreso al Futuro.
Por fin, ya. ¡Oh, cielos! ¡Qué ambiente! La banda sonora de Pulp Fiction nos da el tiempo preciso para acomodarnos.
Poor Howard suena blandito, suavecito. Qué magia. Seguida Black Dog. ¡Oh, cielos! Ya no siento mis pies. Me hace volar dentro de una burbuja al 73. Así nos hizo sentir a todos.
Arropado por los maestros Juldeh Camara en la parte étnica yJustin Adams y Skin Tyson a las seis cuerdas.
Todo es perfecto. De vez en cuando nuestro amigo ROBERT PLANT se gira haciendo un leve ademán con las manos indicando al baterista que sea todavía más suave.
En resumidas cuentas, de perlas.
Aunque no puedo obviar algo. ¿Cómo llamarlo? Un amigo la clava: la “venida arriba” del guitarrista Justin Adams.
Un solo de guitarra, que revienta la burbuja, acompañado de un “sensual” movimiento de caderas. El camino cargado de psicodelia African Trance que Robert ha marcado durante la hora y pico a lo largo del concierto desaparece.
Ha merecido la pena perder un día de mis queridas fiestas de San Fermín.
Long live Rock & Roll.