Por Alberto Zambrano

El pasado viernes recibíamos en Sevilla la visita de los americanos NASHVILLE PUSSY en su extensa gira por la península y sabiendo cómo se las gastan en directo se trataba de una cita que no nos queríamos perder. Un grupo cada vez más numeroso de aficionados se aglomeraba enfrente de la sala Fanatic, que por motivos que desconocemos abrió sus puertas una hora más tarde de lo que estaba programado. Al menos en ese rato el personal de seguridad estuvo repartiendo pósters de la gira, lo cual se agradece teniendo en cuenta el buen gusto de Branca Studio en estos menesteres. Ya dentro, nos impresionó la cantidad de merchandising que estos enamorados del rock sureño llevan consigo en la gira. Aunque huno retraso en el horario, el primer concierto de la noche apenas se demoró y al poco tiempo estábamos disfrutando en las primeras filas.

 
 
La banda que hizo las labores de telonera en esta ocasión, así como en el resto de fechas españolas, fue THE LIZARDS. Este power trío procedente de Barcelona practica una mezcla de punk rock veloz muy del estilo californiano adornado con toques hard rock. Aunque tienen temas de tempo más lento, en directo se decantaron (con muy buen criterio) por lar rienda suelta a sus píldoras más rápidas y directas. Lo cierto es que tenía ganas de verles tras haberles descubierto en las últimas semanas y no defraudaron en absoluto. De hecho, consiguieron meterse rápidamente en el bolsillo a un público deseoso de fiesta y rock and roll, lo que desató los primeros bailes en la pista. El sonido acompañó bastante a esta joven banda iderada por Carla Santacreu a la voz y guitarra, con una hiperactiva Judith Jordan al bajo y Edgar Beltri a la batería, que estuvo tan adelantada en el escenario para dejar sitio a la de NASHVILLE que casi la podíamos tocar.

Sonaron temas de su último disco “Road To Anywhere” como el homónimo “Road To Anywhere”, la velocísima y melódica “Time To Release”, la cual me da un aire a PENNYWISE y algunos más del estilo o “Twisted Mind”, que cierra el disco y fue la encargada de cerrar también el concierto. Tampoco faltaron temas de su primer trabajo “Stalking The Prey”, como “Burning City”, de la cual me encanta el rollo punk rock americano que desprende, o la que da nombre al álbum. Por desgracia, parece que tuvieron que recortar algo su setlist debido al retraso horario. O eso, o se me hizo tan corto el concierto que me lo pareció.

En el descanso aprovechamos para tantear la asistencia, la cual era de alrededor de un centenar de personas. Aunque se antoja corta, hay que tener en cuenta la multitud de conciertos que se celebraban a la vez en la ciudad y que tenían que ver en género. Algo que, obviamente, no ayudó a que el público acudiera en más cantidad.

 
 
Tras un cuarto de hora de intermedio, daba comienzo la intro sampleada que NASHVILLE PUSSY usan en sus conciertos mientras descendían por una escalera hasta el escenario recibiendo los vítores de los asistentes, como suele ser habitual en esta sala. Blaine, Ruyter, Bonnie y Ben se colgaban (o sentaban enfrente de) sus instrumentos y con “Everybody’s Fault But Me” empezaban un recital de hora y media de hard rock sureño sucio y eléctrico, directo a la médula. Sin tregua enlazaban con “Piece Of Ass”, de su aclamado “High As Hell”, la cual tocaron considerablemente más rápido para demostrar que están en buena forma y de paso provocar el éxtasis en el público. No obstante, los recurrentes problemas con el micro de Blaine Cartwright impidieron que todo fuese perfecto, y es que hasta pasadas varias canciones su voz apenas se escuchó. La cosa es que esta banda se entrega tanto sobre el escenario, con protagonismo indiscutible de la guitarrista Ruyter Suys, todo un espectáculo visual, que el tema de la voz pasa casi desapercibido. Así ocurrió.
 
 
 
La banda dio mayor peso en el setlist a su último trabajo de estudio, “Up The Dosage”, del que cayeron posteriormente temas como “Pillbilly Blues”, “Rub It To Death”, la eléctrica “Up The Dosage” o “Till The Meat Falls Off The Bone”, con ese flow country que imprime el arpegio de guitarra. Hubo tiempo para ya clásicos de la banda como “Going Down Swinging” o “Go To Hell” y hasta para presentarnos un nuevo tema de su próximo álbum, “We Want War”, la cual obtuvo una gran recepción, como no podía ser de otro modo dado el ambiente festivo en la sala. También tocaron como habitualmente “Can´t You See”, su cover de THE MARSHALL TUCKER BAND, para la que Blaine apareció en el escenario con un sombrero de cowboy y una botella de whisky antes de llegar a “Good Night For Heart Attack”, la cual inicia con solo de Suys y posteriormente extendieron con un solo de batería para después realizar Cartwright una presentación de los miembros de la banda y beber cerveza de su sombrero mientras ellos interpretan una jam, antes de finalizar el tema. Este momento vino a demostrar que la banda se lo pasa muy bien en el escenario, algo que se transmite.

Tras un “Pussy’s Not A Dirty Word que Ruyter tocó descalza, era tiempo ya de los bises. Para ellos eligieron la incombustible “Struttin’ Cock”, la coreable “Why Why Why” y una cover de “Beating Around The Bush” de AC/DC en memoria del fallecido Malcolm Young y que funcionó a las mil maravillas, antes de cerrar por todo lo alto con su clásico “Go Motherfucker Go” con toda la sala bailando y con doña Suys Ruyter echando el resto destrozando las cuerdas de su guitarra.

 
 
En resumen, genial noche de rock en Sevilla a cargo de dos bandas que lo pusieron todo para agradar y hacerlo pasar bien al público. NASHVILLE PUSSY, una máquina bien engrasada que no necesita tener su mejor noche para hacer botar y bailar al personal con su show electrizante, que sabe lo que es sudar encima del escenario y a quiénes se deben. Pese a los citados problemas de sonido, nada que achacar. Quienes estuvimos no lo olvidaremos.