Las primeras noticias referentes a la gira fueron poco alentadoras como que Kiske había cantado en Play Back en algunas fechas. Pero una vez justificado que ese playback era de apoyo por una deficiencia debido a una enfermedad en las demás fechas ya no se volvió a hablar del tema.
Y ya llegó el día tan esperado. Desde primera hora se notaba que la noche iba a ser grande, primero porque el Facebook ardía con fotos de amigos que ya estaban en Madrid o cerca de la sala, y una vez llegado a las afueras se veía que ya había gente haciendo cola, y bares haciendo su agosto a golpe de cervezas.
Una vez dentro se veía que se iba a rozar el lleno, y no es que estuviera lleno es que por lo visto había mucha gente que se compró la entrada y no pudo acudir. Había pocos espacios en las gradas y la pista estaba llena. Mientras se ubicaba el público, Rafa Basa entretenía a las masas con una sesión de DJ dedicada al próximo Rock Fest de Barcelona.
Pasadas las 20:30, se iniciaba la introducción de la banda que fue bastante extensa, y el público estaba al rojo vivo, parecía que nunca va a empezar, pero los primeros acordes de “Halloween” resonaban, y ya se estaban cumpliendo los sueños de la mayoría de la gente congregada en el Palacio de los Deportes: ver a HELLOWEEN con Kiske y Hansen por primera vez en 24 años.
El setlist fue abrumador con un guiño a cada una de las eras de la banda. En los primeros temas ambos vocalistas cantaban a dúo por ejemplo, “Dr Stein”. Sin embargo, la tercera canción “I’am Alive” solo lo cantó Kiske y fue uno de los más aclamados.
A partir de allí se alternaban los vocalistas, pero parecía que el público solo había ido para ver a Kiske, ya que en cada tema cantado por Deris el ambiente decaía para volver a su máximo nivel cuando regresaba el vocalista calvo.
Es también la noche de Kai Hansen, quien estuvo pletórico, estuvo omnipresente, a mi gusto uno de los mejores momentos fue el medley “Starlight / Ride the Sky / Judas” cantando por el polifacético alemán. Se le vio muy buen rollo con Sascha. La química con Weikath seguía vigente, el tiempo se congeló y volvíamos a mediado de los ochentas, y se disfrutaba del sonido puro de una de las bandas más influyente del metal.
La banda ofreció su vertiente más melódica con Andi y con Kiske sentado en una silla cantando una versión acústica de “Forever And One (Nevermore)”, en la que los dos cantantes acoplaban su voz a la perfección. Las voces se sumaban, se unían. Un magnifico momento, que culminó con una explosión cuando el tema cambió a eléctrico. Una imagen que se quedará grabada en mis pupilas.
Otro momento álgido fue el solo de batería de Dani Löble, quién protagonizó un dúo con el fallecido Ingo Schwichtenberg. Dani alternaba con Ingo, completaba, y copiaba su solo, hasta dejar solo al hombre de la sonrisa imborrable en pantalla. Muchos jóvenes no conocían la historia de la banda, y el trágico destino del chico. Por mi parte un momento inolvidable.
Después llegó una versión inmejorable de “How Many Tears” en la que los tres cantantes alternaban protagonismo dejando así patente lo arrolladora que es la banda con semejante estructura. Otro gran momento del concierto. La banda se retiró, dejando un tiempo al escenario vacío, y al público suplicando su regreso.
La banda volvió para una primera serie de Bises con uno de los temas más emblemático “Eagle Fly Free”, que sonó espectacular con la ayuda de la audiencia quién coreó buena parte del estribillo haciendo que sobrara Michael Kiske en muchos momentos. Seguido de “Keeper Of The Seven Keys” otro monumento del metal, en aquel tema se alternaron Kiske y Deris, dejando otra vez patente que se llevan bien y lo pasan en grande juntos. Al final del tema se fueron retirando los músicos de la banda empezando por los vocalistas, seguidos uno a uno por los demás miembros, dejando solo a Sacha, quién poco a poco dejó apagar el tema.
Otro parón y otra vez el público se recalentaba, se vía incluso algunos que empiezaban a retirarse. ¿Pero a dónde iban?, si todavía quedaba algo. Apareció entonces Kai Hansen para un solo, con buen gusto, y además cortito. Para dejar paso a “Future World”, otro himno de la banda y del metal en general. Andi e Kiske se divertían y empezaban un juego de coros con el público. Una parte sería cantada por él y la otra por su compañero ‘Miguel’. Es un detalle que Andi interactuara con la asistencia en un castellano casi perfecto. Y de ahí el nuevo apodo Michael “Miguel” Kiske, detalles que hacían de esta velada algo especial.
Como no podía ser de otra forma el cierre habitual corría por cuenta de “I Want Out”. Si antes de la velada me estaba quejando de haber escuchado ese tema tantas veces que ya se me hacía pesado, una vez que sonó la melodía se me quitó toda la pesadez, y estuve cantando como si no hubiera mañana. La banda soltó globos enormes y el público se estuvo entretenido cantando y jugando.
Pero ya era el verdadero final, acababámos de sobrepasar las 23:30. Tres horas de conciertos, y la banda sonora de mi vida acababa de desfilar en ese tiempo. Me quedo con el Medley cantado por Kai Hansen como momento cumbre, y si tuviera destacar un tema solo con Kiske seria “I’Am Alive”, y en cuanto a Deris la elección es complicada pero optaría por “If I Could Fly”, uno de mis temas favoritos.
La primera valoración sería que Andi Deris se comió a Kiske tanto a nivel de voz, como en la presencia en el escenario y la interacción con los fans. Pero no importó mucho ya que la magia estuvo presente y poco importaba, ya que el atractivo era volver a ver a “Miguel” y Kai junto a sus ex compañeros.
El escenario era muy sencillo, pero no era necesario mucho más ya que el atractivo era la banda no la puesta en escena. En cuanto a las luces y sonido fueron muy buenos, aunque flaqueaba un poco el sonido de la voz. Mencionar las animaciones durante todos los temas, y en los intermedios Seth y Dolc, un par de personajes con cabeza en forma de calabaza presentaban los temas, y se recreaban disfrazándose de alguno de los miembros de la banda.
Pasados unos días, me doy cuenta que pase una de esas noches imborrables, viendo en el escenario algo que nunca imaginé que podría ver. Realmente cuando unos artistas con tanto ego son capaces de olvidar todas las disputas y problemas del pasado, sacar fuerzas y ofrecer un concierto espectacular, merece la pena. Un concierto que llenó los ojos y los oídos pero sobre todo el corazón del público presente en la sala.
Gracias chicos por dejar atrás viejas rencillas, y vuestros egos para dar un gran espectáculo. ¡Va por ti Ingo!