Texto y fotografía por José Emilio Paqué
Resto del reportaje fotográfico facebook.
 

16/12/2017

Nueva formación, nuevo disco y nueva gira. Este final de año nos traía gratas noticias por parte de la banda riojana de heavy metal TIERRA SANTA, que volvía a ilusionarnos con el lanzamiento de un nuevo trabajo de estudio tras una sequía compositiva de varios años, de la mano de Maldito Records. Ahora tras un primer concierto de presentación en la sala Cats de Madrid, vuelven a la carretera sumidos de lleno en una gira para llevar su “Quinto Elemento” tanto dentro del territorio nacional como internacional, con varias fechas ya confirmadas en Sudamérica.

Para la primera parada eligieron Granada, una ciudad que los ha visto crecer como banda gira tras gira desde sus inicios y donde siempre han tenido muy buena acogida. Como bien dijo Ángel más adelante sobre el escenario, tenían que tocar aquí costara lo que costara.

Os dejamos a continuación la crónica de lo que fue una gran noche de puro heavy metal, gracias a la cortesría de la Sala Prince de Granada y del propio grupo.

Con gran puntualidad se abrieron las puertas de la sala, dejando pasar a varias decenas de personas que esperaban desde muy temprano en el exterior, y que entraron sin demora para huir de la fría noche granadina, anormalmente menos fría de lo que debiera en estas fechas.

Las ganas de que comenzara el concierto iban en aumento dentro de la sala mientras que el aforo de la misma seguía llenándose de forma lenta. Mientras tanto un David Carrica muy concentrado, jugaba con las baquetas en el anonimato de la escalera lateral que subía desde la pista hasta el escenario.

Cuando el número de asistentes había crecido de forma ya considerable, se apagaron las luces y empezaron a sonar las primeras y progresivas melodías de teclado ante un público que se mantenía expectante esperando ese estallido de guitarra y batería, ese sonido propio de una banda convertida en leyenda, que tras muchos años de espera vuelve a la carga con su “Quinto elemento”, un nuevo trabajo fruto de la imaginación y la ilusión que es el motivo de existir de la banda.

Tras la canción que da nombre a su último y esperado disco de estudio, comenzaría el plato fuerte de la noche con la debutante “Caín” y esa guitarra galopante que en tantas canciones ha acompañado a la banda, esta vez a manos de un concentrado Dan Diez. De nuevo los teclados de Juanan San Martin abrirían paso a posteriori a la laureada “Nerón” que terminarían de incendiar los ánimos de todos los presentes.

El concierto prosiguió con una banda en estado de gracia que entonaba grandes canciones convertidas en himnos como son “Juana de Arco” o “Tierras de Leyenda”, una de las más aclamadas durante la actuación, rememorando grandes noches de éxito del pasado. Desembocaron de nuevo en el estreno anunciado de “Donde moran los malditos”, un corte a medio tiempo muy maduro  y con un toque muy hardroquero cuyo estribillo se contagió a la velocidad de la luz entre los oyentes.

Sin apenas descanso para unas breves palabras entre canción y canción, afrontaron su disco más “Indomable”, con dos cortes clásicos como son la rápida y potente que da nombre al disco y la más tranquila y sosegada “Azote de Dios”. El breve bajón en la intensidad musical explosionó de nuevo, llevando al grupo sobre las alas de su otro éxito “Pegaso”, que consiguió arrancar repetidos gritos de “Tierra Santa, Tierra Santa” que retumbaron sobre las cuatro paredes de la sala.

Tras un breve reconocimiento de la banda por el apoyo incondicional de sus fans a modo de aplauso y saludo, retomaron su actuación sin salir de su famoso disco “Sangre de Reyes” con otras dos canciones, la que da nombre al disco y “La sombra de la bestia”, siguiendo así con el repaso a su discografía.

Con Rober muy metido en el concierto, mirando de vez en cuando el setlist de la pared para evitar errores en un repertorio tan extenso (24 canciones), se hacían visibles el buen ambiente y los gestos de complicidad entre todos los miembros que componen la banda, regalándonos varias poses mientras tocaban “Apocalipsis” y “La leyenda del Holandés Errante”.

No se quedó fuera ni “Otelo”, la versión musical de la gran obra de Shakespeare que habla de la violencia de género, lamentablemente tan presente en los titulares de los periódicos en la actualidad, ni “Alas de fuego”, que renació de las cenizas del pasado para deslumbrarnos a todos de nuevo en directo. “La Momia” cerró un bloque de clásicos para presentarnos de nuevo varios temas recogidos en su último trabajo como la veloz “Revolución”, tras la que hicieron un breve paréntesis en el que abandonaron el escenario.

Juanan fue el primero en salir a escena para comenzar a dar vida a “Fuego en el paraiso” con los teclados mientras que el resto de la banda lo imitaban y se unían a la canción , que junto a “Moby Dick”, sonaron en directo como si las llevaran tocando toda la vida.

Pero se iba acercando el final y de nuevo volvieron a los clásicos para encarar la recta final, como “Una juventud perdida”, donde de nuevo Juanan repitió la misma fórmula,cogiendo el protagonismo para compartirlo más tarde con el resto de sus compañeros. A su término se vieron obligados de nuevo a hacer una breve pausa a causa de las ovaciones del público que coreaba su nombre sin cesar.

Comenzó Ángel a hacer sonar los primeros acordes de “El bastón del Diablo”, de sus primeros trabajos, mientras demostraba que a la voz sigue estando en un gran estado de forma, como ya nos demostrara este verano en festivales como el Z Live de Zamora, ensombrecido un poco por un problema de sonido en su guitarra, que no sonaba. Rápidamente salió en su ayuda Dani demostrando su profesionalidad y compañerismo haciéndose cargo de las partes con guitarra, mientras que rápidamente saltaba un técnico de sonido al escenario para solventarlo cambiando el cable de la guitarra.

Arreglado ya el problema  se desquitaron con un tema como “Legendario”, que clavaron a la perfección, haciendo disfrutar a todo el mundo, incluidos ellos mismos y Sonia, su manager, que entre el anonimato de las bambalinas disfrutaba del concierto como el que más, sin perder detalle de este.

El broche final no podía ser otra que “La canción del pirata”, la versión del poema de Espronceda convertido ya en todo un himno a la libertad presente en todos sus directos, cuyas dos partes tocaron como si fueran una mientras que el público se entregaba a la pasión, arrancando algún que otro llanto de emoción, presente en alguna que otra fan.

Sin duda un muy buen comienzo de gira que, quitando los aislados problemas con la guitarra de Ángel y con el bajo de Rober que sonó un poco alto en algún momento, gozó de un sonido claro y limpio. Donde se nota que el grupo se ha tomado en serio y ha preparado a conciencia un setlist muy amplio, lleno de canciones clásicas y algunos temas de su último trabajo “Quinto elemento”.

Otra vez más, volvieron a consagrándose de nuevo ante un público que volvió a rendir la ciudad a sus pies.