Fotografías por Jordi Flames Photography
 
 
La sala Monasterio se convirtió el pasado día 29 de diciembre en el escenario de una dura despedida para una de las bandas con mayor recorrido en el underground de Barcelona. RED ELM decidió una noche tan especial como esta para despedir a quien, personalmente, considero como una de las partes más importantes de su espectáculo: Ruben Galián, guitarrista de la banda. Esta noche, que pintaba emotiva y llena de acción, estaba acompañada por el saber estar de las chicas de EPHEMERAL PARADOX, esa banda novel que hace poco trajimos junto con XNIGHT y que desde ese momento hasta ahora, han dado una cantidad de pasos sorprendente para el poco tiempo transcurrido.
 
La noche avanza y la sala Monasterio se llena inexorablemente. Me acompaña mi compañero Jordi a cargo de la fotografía y nos preparamos para ver a las chicas de EPHEMERAL PARADOX. El ambiente, como casi siempre en la escena de Barcelona, es inigualable. Solo para entrar en la sala te pasas más de 15 minutos saludando y hablando con habituales de los conciertos y bandas amigas. Para que luego la gente vaya diciendo por ahí que la escena del metal esta muerta.

 
Comienza el show, entran con el cover de «I Love Rock n Roll» y mantienen un espectáculo muy parecido al de sus conciertos anteriores, con la importante peculiaridad de que esta vez el sonido había pegado un salto de calidad sorprendente, algo compartido por muchos de los asistentes que habían tenido ocasión de verlas en anteriormente.

A pesar de que su tiempo de show esta básicamente estructurado por covers, ya sean de Foo Fighters, Halestorm o System of a Down, tienen algunas canciones propias en las que se pueden observar cambios de producción de un concierto a otro. Parece que las chicas están trabajando en algo nuevo. La interpretación de uno de estos temas propios, bautizado como «The Cage«, fue recibido por el respetable con un entusiasmo y una entrega envidiables. Auguro un buen futuro para canciones de este estilo si la banda sigue por este camino.

Más tarde, una vez llegado el final y en un speech conjunto del grupo, anunciaron su retirada temporal de los escenarios, con la firme intención de componer para poder sacar un producto serio y cerrado a su público. ¡Desde MK os deseamos mucha suerte chicas!

 

 
Después de la despedida de EPHEMERAL PARADOX, llegaba el momento más duro de la noche. Como antes he dicho, RED ELM despedían a su guitarrista Rubén, que los había acompañado durante 7 largos años de trabajo.

El escenario se viste de rojo con dos barras de luz y se complementa con los rollups a los laterales. El micro de condensador espera en su sitio para dar el comienzo a «El Guardián de la Luna«, de su último disco Zero. Personalmente, lo veo como el mejor tema de lo presentado y a pesar de que da una entrada perfecta y poderosa para la banda, guardaría esa potencia para cuando el final este más cercano.

El concierto transcurre con el saber estar y la puesta en escena de una banda más que curtida en los escenarios. Contaron con la colaboración de un gran amigo y profesional, Gerard Rigau, de la conocida banda Blaze Out. La despedida ofrecía un marco perfecto para que su guitarrista Rubén hiciera gala de sus mejores movimientos, pasara más tiempo que nunca a bajo del escenario con su querido público y destrozándose a base de bien.

 
Como venía diciendo desde el principio, fue una noche muy especial, pero este tipo de noches no sólo son especiales por las bandas, si no por el ambiente y la hermandad que destilan estos momentos. Tuvimos la suerte de poder contar con personas inigualables y ver como tanto bandas como público se mueven para mantener viva una pasión que muchas veces nosotros mismos destruimos sin pensar.

La despedida de Rubén atrajo a muchas personas a la sala monasterio para decir adiós a un músico que tenía el don de ser igual dentro que fuera de los escenarios. El mensaje de las chicas de EPHEMERAL PARADOX exaltaba una expectación cada vez mayor por una banda de mujeres que esta demostrando querer hacerse un sitio en la escena contra viento y marea. La escena está viva y nosotros formamos parte de ella.