El viernes 16 de febrero, pese a que afortunadamente no se trataba del último show de la gira «Corre conmigo», la mítica banda madrileña BURNING quiso poner un broche de oro actuando en su ciudad y haciéndolo por todo lo alto.
 
Se anunciaba una cita imprescindible para cualquier rockero de pro, en la que además iban a aparecer (como así fue) algunos amigos de la banda invitados a subir al escenario, lo cual es un aliciente más si cabe al ya gran lujo que supone ver a un grupo que pese a las patadas que le ha dado la vida, el gran Johnny Cifuentes se ha ocupado de mantener siempre vivo y en los últimos tiempos lo ha vuelto a poner en lo más alto.
 
Con la sala But llena (sobre todo de gente que ya hemos cumplido los treinta… ¡Y los cuarenta!), a las nueve en punto de la noche los músicos salen al escenario con la actitud y las «gafas de rock» que son marca de la casa, y empieza a sonar Bestia azul, poniendo a todo al personal en marcha, algo que se prolongaría durante la hora y tres cuartos que vino a durar el espectáculo.

 

 

Con Kacho Casal a la batería (rodeado por un panel de metacrilato con el que obtener un sonido nítido a la vez que contundente), Nico Roca a las percusiones, Mike Slingluff con el saxofón, Carlos Guardado en el bajo y Nico Álvarez y Eduardo Pinilla a las guitarras, Johnny Cifuentes se rodea de unos monstruos musicalmente hablando, lo que unido a un trabajo técnico que rozó la perfección, consiguió que el sonido fuera fantástico durante toda la actuación, demostrando de paso que, pese a lo que últimamente estábamos creyendo por algunos conciertos infumables en cuanto a la escucha a los que hemos asistido, es posible tocar en directo y hacer que las canciones suenen bien y se entiendan perfectamente tanto los instrumentos como la voz.
 
No vamos a profundizar en esto porque da para que corran ríos de tinta, pero eso que algunos predican de que para oír bien las canciones de una banda ya están los discos, me parece una verdadera estafa, quizá porque soy de la vieja escuela y para mí un grupo es lo que sea capaz de dar en directo. Y digo directo, que tampoco me parece honesto que continuamente suenen cosas «disparadas», porque llega un momento en que el porcentaje de grabación supera al de directo y eso, queridos amigos, aunque duela, tiene un nombre: playback.
 
Afortundamente (y parece mentira que haya que decir esto), todo lo que sonó esta fantástica noche de rock & roll salió de las gargantas y los instrumentos de los musicazos antes mencionados, así como de los varios invitados que subieron al escenario.
 
Después de poner en marcha las palmas de la peña desde el primer tema, siguieron sonando canciones prácticamente sin pausa: Baila mientras puedas y Tú te lo llevas todo dan paso a un breve monólogo de Johnny al que sigue el primer respiro de la velada con Todas las noches, para volver a mover al público con la muy «stoniana» Jack Gasolina y llevarnos a todos a lo más alto con  el clasicazo Jim Dinamita cuando apenas se habían cumplido los primeros treinta minutos de concierto.
 
A continuación Johnny quiso hacer un homenaje al grandísimo y recientemente fallecido Tom Petty (interpretando uno de sus temas, I Need You si no me equivoco) prosiguiendo con Pura sangre, arrancando en solitario desde el piano (el escenario estaba dispuesto con un micro en el centro del escenario y detrás un piano colocado en paralelo y con otro micro, para que Johnny usara indistintamente uno u otro en función de que estuviera acompañándose de las teclas o no). Con esta balada provocó que más de un nostálgico encendiera su mechero. La noche sigue avanzando y suenan Es decisión, Tú, ruina total y Todo a cien, en la que se monta una buena con Nico y sus percusiones en papel protagonista y Johnny armado con una pandereta.
 
Cuando llevamos una hora de concierto aparece el primer invitado en las tablas: Adri de Desvariados acompaña a la banda con su guitarra y su voz en otro clasicazo de los madrileños, Muévete en la oscuridad, que vuelve a poner a todo el público a bailar y corear sin parar de dar palmas. La fiesta es ya un no parar y a continuación suena Ginebra seca, durante la que la banda hace un pequeño medley de varios temas de los Stones (Jumping Jack Flash, Brown Sugar, Satisfaction…) y Johnny aprovecha para presentar al gran saxofonista Mike Slingluff. Después llega Mueve tus caderas, otro clasicazo no ya de la banda sino del rock en castellano y a las 22:15 aproximadamente Johnny deja el escenario.
 
Un par de minutos después vuelve acompañado de Rubén Pozo para interpretar No es extraño, otro tema mítico que vuelve a poner a cantar a todo el público en lo que va a ser un crescendo imparable hasta el final del show, ya que a continuación son Los Zigarros los que acompañan a la banda con Qué hace una chica como tú en un sitio como este. Nena, Las chicas del Drugstore y finalmente Una noche sin ti (mi canción favorita de la banda) nos llevan hasta el final de un concierto inolvidable, no sin que antes nos emplace Johnny a seguir la fiesta en El Cocodrilo.

 

Como resumen, un gran concierto de una banda cuya esencia sigue viva gracias a mi admirado Johnny Cifuentes, un tío de barrio al que iríamos a ver sin duda hasta el mismo infierno, y que acompañado de un elenco extraordinario de músicos hizo que muchos nos reafirmáramos en nuestra eterna juventud.