Ubicados en 2120, en un país llamado Folkloria, los alicantos nos presentan un panorama con guiño a la actualidad, donde Gobierno y oposición en conjunto declara la temida Ley Seca (exactamente dos siglos después de que se instaurase en EEUU). Sin embargo, consiguen quizá un efecto inverso: el despertar de un pueblo hasta entonces anestesiado en espontáneas y callejeras revueltas.
Desde luego, si esa situación se produjera, no habría mejor banda sonora para el momento de revolución que el punk celta de nuestros compañeros. Atentos que vienen curvas.
Es difícil mostrar todas las cartas de una mano talentosa en tan sólo 22 minutos de partida. Quizá esa sea de las pocas cosas que reprochar a este disco, su duración, mas no lo primero, pues no en vano se notan esos casi 20 años de trayectoria:
En Los primeros días de la ley seca, los KONSUMO no dan lugar a la duda, como si tuviesen una rabia que te empuja a hablar sabiendo que si guardas silencio, perderá su oportuno momento. No hay lugar a introducciones ni protocolos, sino que es una bienvenida con puñetazo en la mesa anterior al apretón de manos. Sin concesiones, como debería ser siempre el punk.
Naufragar es el tema que abre el disco, donde ya se muestran las intenciones de una evolución musical que pretende añadir a su contundencia anterior una mayor estabilidad en el sonido que controle la furia para auparles un paso más arriba.
Otra cosa que se asientan son los teclados, tras la pasada incorporación de Iván a las teclas. Si en Recaída (2016) los sonidos de viento tan propios del grupo parecían atraerse por el teclado, en este disco ya se compenetran en feliz matrimonio.
Recaída es de hecho el título del segundo disparo, siguiendo esa curiosa tradición de llamar a un tema por el nombre del disco anterior. Su gaita anticipa un pseudorrap de Jorge a la voz, similar en parte a Día Gris, del anterior disco. De fondo, el juego de escalas y sonidos marcados por las guitarras de Alberto y Rober van in crescendo para los golpes de gracia, honores reservados a la batería de Blai. “Me convertí en una bestia, sin concebir la derrota. Fui dando pasos a ciegas, hasta llegar a tu boca”. Balazo al canto.
Como por descuido, Las mismas palabras nos transporta por momentos lejos del rock guerrero, como a un silencio después de una dura batalla. El sonido entrante, donde la banda se adapta sin problema (¿quizá debería probarlo más?) se asemeja más casi al indie. Voz y sonido que evocan desde otras aceras sonidos entre MCENROE y EL COLUMPIO ASESINO. Apuesta arriesgada que puentean con sonidos de hard rock melódico, con billetes de ida y vuelta. El estribillo, sin embargo, juega a tonos más de himno festivalero, de los que apetece gritar en directo. Quizá equilibrar todo en un mismo tema lo convierte en algo frágil, como relatos de historias diferentes, si bien quizá, por qué no, sí favorece la batalla interior entre el enfado y la nostalgia.
Sin mirar comienza con cierto aire futurista gracias al sonido sintético, si bien evoluciona hasta ser pura esencia clásica de KONSUMO RESPETO. Tema sostenido en todo momento a los mandos del bajo de Lea.
En Bandera negra encontramos suelto y desplegado el sonido celta, el folklore que ellos llaman. Tema con cierta similitud a sonido Mago de Oz, quizá influido por una letra canto a la rebeldía y a las ganas de juerga en un mundo adverso. Espléndido final con batería desatada como una furia liberada que solo el fade out puede acallar.
Y hablando de finales, Superviviente cierra brillante esta experiencia con guitarras protagonistas que desean decir la última palabra, si bien esperemos que sea sólo para decir “hasta pronto”. Se queda quizá la sensación de que tienen algo aún que contar, un as bajo la manga. Como un sueño interrumpido.
Mientras tanto, les veremos en varias fechas confirmadas, algunas de ellas festivales, y a la espera de confirmación de nuevos lugares.
Hasta entonces, habrá que ponerlo en bucle.