Editaron y publicaron su nuevo trabajo el 13 de octubre del pasado año y desde entonces, Little Boy, el nuevo álbum de los suizos PEACE IS JUST A BREAK sólo les ha traído alegrías y una extensa gira por Suiza, Francia y República Checa.
La banda nació en 2011 en Lausana, Suiza, cuando cinco amigos decidieron juntarse para hacer la música que les atraía. Entre sus influencias se encuentran In Flames, Soilwork, At The Gates, While She Sleeps, Meshuggah, Trivium o Born Of Osiris así que su estilo se decanta hacia el death metal melódico. Ellos son Matt Favrr a la voz, Nicolas Riederer a los coros y la guitarra, Jonas “Jean Givrine” AKA Thierry Rossigneux Lacôte a la guitarra, Greg Whooper al bajo y los coros y Vincent “20100” Wenger a la batería.
Este primer disco ha sido grabado por Christoph Noth en el Studio de la Fonderie en Fribourg, Suiza.
Abre un poderosísimo Peace is Just a Break, un tema que, si comparte nombre con la banda, debe ser un resumen de lo que hace el combo. En líneas generales: death metal melódico de la escuela sueca mezclado con algunos toques electrónicos y metalcore que no le restan potencia a su raíz musical. La vertiginosa batería, seguida por los riff densos de las cuerdas, baila en una danza interminable de ritmos y armonías, en constante cambio, pero en sintonía con la voz de Matt.
Pasamos por la agresiva Alice in Monsterland, una puesta en escena de death metal con tintes progresivos. La letra es una esperanzadora historia que comienza en un mundo devastado. A medida que el disco gira y aparecen detalles de sintetizadores y electrónica la pieza gana en majestuosidad. La última frase “She’s opened her eyes once and for all discovering a new realm of light and hope” (Ella abrió los ojos de una vez por todas descubriendo un nuevo reino de luz y esperanza) es un climax perfecto para cerrar este corte.
Pasamos por Insane Circle pero es en War is over donde vamos a hacer una parada técnica. En este viaje reivindicativo en el que nos sumergen PEACE IS JUST A BREAK, este corte representa un verdadero golpe a nuestras mentes. “Aún necesitamos ver que la guerra ha acabado” se decanta como himno de este corte. El sólo de guitarra, de una suntuosidad técnica desemboca en un impetuoso breakdown más propio del metalcore donde el vello no será lo único que se pondrá en punta.
Muy enfadados se hallan en los siguientes Tunguska y A hate so Strong. Este despliegue de violencia desemboca, sobre todo, en el segundo corte, que no deja lugar a dudas. Odian sobre todas las cosas. Te odian a ti, a mí, a tu vaca y a todo el que se ponga delante. Con lo bonito que es el amor, oigan. Hay giro al metalcore más cañero en progresión hacia la locura rítmica capitaneada por Vincent a la percusión. Esta locura descarga en un sólo de guitarra, seguido de amenazadores guturales de los de cruzarte de acera si eres de pocos excesos. Este tema hará las delicias de los más estresados que puedan ver a esta banda en directo.
La joya de la corona llega con Rain. El comienzo a medio tiempo recrea una escena cargada, depresiva, eléctrica, húmeda y pesada. Atmósferas de presión van a caer sobre nuestros hombros, se nota en el aire, en esta habitación en la que nos encontramos. No te has preparado para ello, ni siquiera ahora que hemos avisado. Arremete con una armonía cuyos riffs te dejan temblando y empapado de un sudor frío que llega hasta la médula. Te golpea, apretando, pero no ahogando y te bloquea. Sólo queda encajar cada embestida. La melodía, pegadiza, deja un horizonte abierto a todas las posibilidades vocales del cantante, que se explora a sí mismo en la pelea que se desarrolla con la instrumentación. Capas y capas se abren ante ti una tras otra, abriéndose en tentáculos, para envolverte apretarte en un solo final de guitarra donde la Parca te atrapará en un sugerente corte final.
Las ametralladoras suenan en The Black Army a través de una febril percusión y unas aceleradas guitarras. Un tema exquisito que suma en matices esta delicatessen. Le sigue Echoes, que deja el listón al mismo nivel que Rain. El disco lo cierra una versión. Brisé, de MAÎTRE GIMS, concluye un disco que se ha convertido en una joya para los oídos. Este trabajo es de diez. Elaborado mimando cada detalle. Conforme diseccionas cada una de sus partes aparecen nuevas y nuevas fórmulas que te sorprenden, como un niño, sin saber muy bien cómo administrar las emociones que te llegan. Recomendadísimo.