Una de mis bandas preferidas dentro de la escena del death metal melódico son los americano/canadienses KATAKLYSM, que tras llevar 27 años al pie del cañón siguen sorprendiéndonos con trabajos demoledores como este ultimo Meditations, editado a través de Nuclear Blast. Y cabe recordar que mi primera impresión, la primera vez que lo escuché, me era imposible apagar mi reproductor de CD mientras Temple of Knowledge (1996) destrozaba mis tímpanos una y otra vez, y ahora editan un nuevo trabajo, más en concreto su décimo séptimo álbum, toda una oda hoy en día, donde recuperan su fiereza y contundencia sin dejar olvidada su melodía; todo un discazo.
El claro ejemplo de su evolución, pero manteniendo su esencia, lo tenemos en las poderosas Guillotine y Outsider, dos trallazos en toda regla que abren el álbum y donde el cuarteto formado por Maurizio Iacono (voz), Jean-Francois Dagenais (guitarra), Stephane Barbe (bajo) y Oli Beaudoin (batería), siguen demostrando que energía les queda para rato. Y algo de esto tiene que aportar también la producción de Jay Ruston, quien ha trabajado con bandas como STONE SOUR o ANTHRAX, como en Narcissist, un tema más moderno y actual que se inicia con unos cantos místicos y que nos apabulla con unos riffs aplastantes donde el headbanging está más que asegurado, siendo uno de mis preferidos del álbum con reminiscencias a MACHINE HEAD, pero con una melodía épica y death metalera.
Born to Kill and Destined to Die, nos destruye con sus riffs y sus delicados solos técnicos y muy eléctricos, contando con una multitud de riffs variables y cambiantes, que se camuflan en una estructura muy viva y nos lleva hacia In Limbic Resonance, donde los blast beast nos golpean desde el inicio en uno de los cortes más enérgicos y violentos del álbum, con doble tonalidad vocal entre gutural y aguda, con elementos black y una delicia de guitarra; otro temazo. Y es que KATAKLYSM están en plena forma y lo mismo que son electrizantes y muy vertiginosos, nos dejan cortes como And Then I Saw Blood o What Doesn’t Break Doesn’t Heat, con un ritmo más pausado y donde el medio tiempo golpea como si de una bola de demolición se tratase.
Antes de acabar este pequeño repaso, mencionar la melódica Achilles Heel que cierra el álbum, donde los riffs son mágicos y épicos, para transformarse en un entrecortado himno deathmetalero que recoge la esencia del grupo con uno de los estribillos más envolventes que jamás les haya escuchado. KATAKLYSM han vuelto y lo hacen por todo lo alto, 8/10.