Por Rubén Montejo
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Toda una institución, una leyenda, un icono del rock a nivel mundial. Venía a actuar a 100 kilómetros de casa y yo no podía dejarlo escapar. No me pude resistir. Sí, era entresemana, un miércoles gris y lluvioso. Hacía frío y cualquier persona coherente hubiera preferido llegar a casa, ponerse el pijama, estar calentito y cómodo. Y más teniendo que trabajar al día siguiente desde bien temprano. Pero yo preferí sacrificar horas de sueño por ver a Graham Bonnet y su banda, que actuaba en la sala M100 de Córdoba. Tenía que estar allí. No todos los días tiene uno la suerte de poder disfrutar de una leyenda del rock ‘al lado’ de casa. Así que me armé con mi mochila y justo al terminar de trabajar salí raudo hacia la capital del califato cordobés, pese a la lluvia amenazante y el gélido viento.
Llegué a las puertas de la M100 a eso de las 20:30, justo a la hora en la que, supuestamente, abrían la sala. Pero no fue hasta cerca de las 20:45 cuando, por fin, el portón metálico se deslizó para dar paso a las escasas 15 personas que estábamos esperando y pasando algo de frío (menos mal que me pude resguardar en mi coche). Me preocupó la escasísima gente que se congregaba para el inicio del evento, teniendo en cuenta el nivel de lo que íbamos a presenciar aquella noche. Accedí a la sala y mientras entraba el resto de gente y llegaban los rezagados, me tomé una cerveza bien fresquita de Victoria malagueña a unos imponentes 3€. Eché un vistazo al backline y disposición del escenario y descubrí dos sets de batería distintos: el que utilizaría ARMANDO ROCK, la banda encargada de abrir la velada y la de Mark Banquechea, baterista de GRAHAM BONNET BAND. El sistema de luces lucía duro y plano, no es lo ideal para fotografiar pero se puede realizar un trabajo correcto.
Sobre las 21:15 saltaban al escenario los miembros de ARMANDO ROCK. Como muchos sabréis, la banda es es un proyecto en solitario que formó en 2016 el guitarrista de Barón Rojo, Armando de Castro. A él se une una superbanda formada por Rafa Díaz a la batería (Barón Rojo, Easy Rider, Neomenia), Manuel Escudero a la voz (Sacramento, Ago, Santelmo) y Ángel Arias al bajo (Barón Rojo, Atlas, Niágara). Un pedazo de line-up de lujo con lo mejorcito del rock clásico nacional, todos con gran bagaje y experiencia. La veteranía y las tablas estaban aseguradas. Era momento de descubrir si la experiencia, en efecto, era un grado. Y sí que lo es, sin duda. La banda sonó bastante bien, se nota que teníamos delante a una agrupación con una técnica depurada y mucha veteranía.
Ángel al bajo estuvo imponente y consiguió un sonido muy compacto en su instrumento, que hacía retumbar las paredes de la M100. A los parches, Rafa dio un muy buen recital, con una ecualización prácticamente perfecta, quitando un pequeño problema técnico al principio de la actuación que quedó solventado rápidamente. Sin duda la base rítmica dio el empaque necesario para que Armando a su guitarra pudiera disfrutar como un enano. Se le veía feliz, disfrutando de su instrumento y entrando en una gran complicidad con Escudero. Ambos hacen muy buenas migas, y eso se transmitió al público, que ya en su actuación había aumentado considerablemente.
Escudero a la voz estuvo muy bien, aunque es cierto que en ciertos lances del concierto la voz sonaba un poco por debajo de lo que debería. Por lo demás, el sonido fue estupendo, aunque no todo el show tuvo tintes positivos. Noté ciertas carencias en su directo, principalmente el delatador teleprónter que el vocalista tuvo que usar en algunas ocasiones y también en la manera de finalizar los temas, a veces a trompicones o mal resueltos. Pero teniendo en cuenta que la banda es de muy reciente formación y ha habido muchos cambios en su line-up no eclipsó para nada el show en general, que fue más que correcto. Una manera perfecta de entrar en calor para lo que venía después.
Tras un largo cambio donde hubo que desmontar el set de batería completo de ARMANDO ROCK, modificar y añadir algunos elementos en el backline, llegó el momento que todos esperaban. Desde su camerino, situado en la parte superior derecha del escenario, empezaron a bajar los peldaños los músicos de GRAHAM BONNET BAND. La banda está formada por el mítico vocalista Graham Bonnet (que ha militado en bandas como Rainbow, Alcatrazz, Michael Schenker o Impellitteri), la bajista Beth-Ami Heavenstone, el guitarrista Kurt James, el teclista Jimmy Waldo (también de Alcatrazz) y el percusionista Mark Banquechea. Ataviado simplemente con una camisa, corbata y unos vaqueros, Graham Bonnet a sus casi 71 años de edad demostró que ser casi un anciano no está reñido con seguir rockeando a un altísimo nivel.
Si bien es cierto que durante su actuación vimos progresivamente como acusaba el cansancio y renqueaba mínimamente a la voz, Graham mantiene un altísimo nivel, entregando temas de todas sus épocas, incluida la mítica Since You’ve Been Gone de Rainbow hasta otros temas de su más reciente trabajo en solitario, Meanwhile, Back In The Garage, lanzado el pasado mes de julio. La banda con la que se ha rodeado Graham es imponente. Su más reciente incorporación, el guitarrista Kurt James, dio un auténtico recital a la guitarra, no sólo técnicamente, que fue impecable, si no en actitud encima de las tablas, posando y animando a las primeras filas del público. En la actuación de Graham y los suyos la sala ya lucía más lustrosa, sobre unas 150 personas aproximadamente. Y eso, en miércoles y en Córdoba, creo que es un número bastante respetable.
La bajista, Beth-Ami, sufrió en un lance del concierto ciertos problemas con su micrófono en las labores de corista. Parece ser que se electrocutó mínimamente en los labios, por el gesto que hizo. Pero se solventó rápidamente y pudo seguir con sus labores sin problema. A su lado, el teclista Jimmy, que estuvo originalmente en Alcatrazz, hizo un show más comedido a las teclas, en su sitio, sin destacar demasiado, pero cumpliendo a la perfección. Por supuesto, no me olvido del baterista Mark, que con una enorme pegada y siempre con la sonrisa en su cara supuso la cohesión necesaria para la banda, dirigiendo la batuta rítmica con maestría.
En resumidas cuentas, fue una noche mágica donde se demostró que la experiencia es un grado y que aunque las nuevas generaciones vienen empujando muy fuerte, aún queda sitio y los dinosaurios del rock tienen aún mucho que decir. Fue un gustazo escuchar en directo míticos temas como Hiroshima Mon Amour de Alcatrazz o Lost In Hollywood de Rainbow, tema, que por cierto, dio por finalizado el show de GRAHAM BONNET BAND. Una noche para recordar…