Por Alberto Zambrano
Fotografías de Fátima Caballero
El pasado viernes se celebraba en la sala Even de Sevilla un evento de lo más singular… ¡el CACHOPO FEST! ¿Cómo? ¿Pero Sevilla está en Andalucía o en Asturias? Tranquilidad, todo tiene una explicación. Como explica la organización, cenar un “san Jacobo” gigante en el restaurante que se sitúa frente a las salas X, Even y La Calle se ha convertido en poco menos que un ritual para muchos aficionados al metal de la capital. De ahí nació la idea para llevar a cabo este evento, que trata de aunar dos grandes pasiones: la música y la comida. La gracia residía en que, con motivo del festival, quien lo deseara podía recibir un descuento en este suculento plato presentando su entrada. Todo ello, además, en una fecha especialmente importante, ya que al día siguiente comenzaba oficialmente la feria de Sevilla y los asistentes tendrían la oportunidad de disfrutar de toda una pre-feria metalera. ¿El cartel? Pues lo componían tres bandas de lo más interesantes en el panorama nacional y de diversos estilos; dos que tratan de abrirse camino como PRIMA NOCTE y ARS NOVA XIV y una más consolidada como son los granadinos FAUSTO TARANTO, principal reclamo del evento.
Serían los gallegos PRIMA NOCTE los encargados de hacer de primer plato del menú mientras poco a poco la sala se iba llenando. La banda liderada por Pilar Fernández a la voz y completada por Brais Padin y Damián Pena a las guitarras, Jordi Ribas al bajo y Juan Manuel Agra a la batería se encontraba embarcada en su Oniric Iberian Tour, con el cual se están pateando toda la península presentando su segundo disco y el primero de larga duración: Oniric.
Si algo tiene la formación norteña es que no deja indiferente, al menos en lo visual. Esa caracterización que presentaban con su frontwoman vistiendo un traje de novia y la pintura en la cara del resto de los componentes recuerda a bandas como LACUNA COIL, en quienes, por cierto, también veo influenciados por ese estilo modern gothic metal que practican. La banda regaló a los asistentes un show potente y mucha entrega y ganas de agradar, reflejadas en una puesta en escena bastante activa y agresiva por parte de los cuatro chicos y más sosegada y delicada en el caso de Pilar, creando un contraste que visualmente funciona.
En cuanto a su setlist, sirvió para escuchar en directo una buena parte de los temas de Oniric, comenzando con Lucid y destacando también su single Embrace Your Soul o The Chase, con la que pusieron fin al repertorio. No obstante, también hubo tiempo para que rescatasen algunos temas de su anterior Angel Of Sins, del que dieron cuenta con aquel Last Strife o Wicked Queen seguido de Dream Eater. Se despidieron contentos por la acogida de un público que poco a poco fue a más, al que vimos disfrutar y con ganas de pasarlo bien.
Como segundo plato teníamos a los locales ARS NOVA XIV y su folk rock progresivo. Cambio radical de estilo que, no obstante, no se notó en el ambiente. Al contrario. También es verdad que se trata de una banda más conocida en Sevilla y que jugaba en casa. La sala presentaba ya un gran aspecto de afluencia para cuando el quinteto arrancó con su show. Un concierto que basaron en su última obra, Tiempo, que interpretaron prácticamente al completo.
El quinteto dio lo mejor de sí durante casi una hora de actuación, en la que como es común, tuvieron tiempo de intercambiar sus instrumentos. Y es que Gabriel (voz, flauta travesera y guitarra acústica), Elena (piano, teclado hammond y coros), Clara (bajo y violín), José (batería y coros) y Agua (guitarra solista y coros) son unos auténticos virtuosos como músicos, cosa que dejan claro enseguida sobre el escenario.
Comenzaron con la introductoria El reloj para luego dar rienda suelta a cortes como Cadenas, Hasta el amanecer o Incondicional. Se trata de temas en los que se nota la influencia de bandas como JETHRO TULL, con un componente técnico y progresivo que quizás a veces chocaba un poco con el ambiente fiestero de la velada, aunque esa sensación se difuminaba cada vez que sacaban a relucir su lado más folk. Por ejemplo, con una Mi red que puso a buena parte de la sala a bailar con su ritmo celta, como también sucedió con su Danza del destino, que supuso el colofón a su actuación.
Llegaba así el momento más esperado por la mayoría de los asistentes. FAUSTO TARANTO es una banda que ha pasado en pocos años de ser conocida como “el otro proyecto de Paco Luque de HORA ZULÚ” a adquirir una dimensión realmente importante y una identidad propia. De hecho, el guitarrista y fundador del grupo ni siquiera se encuentra ya en sus filas. Una noticia que, no por más lógica, causó menos impacto en los seguidores de la banda. Para mí, la incógnita que tenía a la hora de volver a ver al ahora cuarteto granadino sobre el escenario era vislumbrar cómo habrían encajado esa marcha.
Después de un par de años del lanzamiento de El reflejo del espanto, su segundo largo, la banda volvía a una de las ciudades que mejor les trata para casi despedirse de esta etapa, pues tienen pensado publicar un nuevo trabajo a lo largo de este año. Ante una gran afluencia de público, salieron a las tablas los músicos comandados por el vocalista Ismael de la Torre. Comenzaron a cañón interpretando Y no duela, de su último disco, dejando una primera muestra de lo que iba a ser un concierto de una gran intensidad.
Después de un celebrado Se apodera, terminaron de encender al público con aquel hit de El círculo primitivo llamado Los llantos de mi almohada. Respecto a lo que me preguntaba al principio: realmente se echaba en falta un segundo guitarra para esas ocasiones en las que Quini Valdivia, al que vimos con un rol más protagonista que con la anterior formación, necesitaba de un riff de apoyo o desdoblamiento que llenase el vacío. Lo que ya no esperaba es que, como si me leyeran el pensamiento, cuando iban a interpretar De espera y de boca incorporaran sobre el escenario al guitarrista Lolo de la Encarna, que con su guitarra flamenca se encargó con gran acierto de apoyar con gran fluidez cada uno de los temas restantes del show sentado sobre una silla.
Como siempre, la labor de Ismael a la voz fue inconmensurable, aguantando el tono en todo momento durante más de una hora. Miguel al bajo y Adrián a la batería se encargaron de la potente base rítmica que hacía que todo sonase más heavy y que Quini pudiera lucirse a la guitarra. Tuvieron palabras de agradecimiento a la gente y a la organización antes de entrar en una recta final que encararon con La verea, de las más celebradas del último disco, para después cerrar con Como tu cara, cantada a pulmón por la multitud, y con su clásico A capa y espada. Con una felicidad generalizada, finalizaba así el concierto de una banda en auge y de la que todavía no se sabe cuál será su techo.
El primer CACHOPO FEST llegó a su fin con una gran respuesta por parte del público sevillano y un éxito de organización. Desde aquí felicitamos por ello a los artífices. Aguardamos con ganas una segunda edición, pues la ciudad gana con este tipo de eventos originales llevados a cabo con tanta pasión. También chapó por permitir la entrada a menores, facilitando así la asistencia a muchos padres y madres que disfrutaron de un concierto en familia. ¡Que la música y los cachopos nos acompañen!
Fotografía de Emlopezam
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