El pasado 18 de mayo nos desplazamos a la pequeña localidad extremeña de Don Benito, a 50 km escasos de Mérida, para disfrutar de la décima edición del
ROCK’N’BLUES FESTIVAL, que se lleva realizando durante estos últimos años. El cartel era a priori bastante interesante, nutriéndose de leyendas vivas del rock y blues español. Estos eran: los incombustibles
TEQUILA con Ariel y Alejo al frente,
TENNESSEE, la mítica formación de rythm&blues y rockabilly formada a finales de los 70,
DANZA INVISIBLE capitaneados por Javier Ojeda, que está viviendo una segunda juventud,
TARQUE con su nuevo proyecto en solitario junto a Carlos Raya, y por último,
FEVER BAND, la banda más novel que juega con el sonido rockabilly y con un frontman que hace las veces de vocalista y baterista también.
Sin duda nos esperaba una noche nostálgica, rodeados de un público bastante numeroso (calculamos sobre unas 600 o 700 personas en el momento más álgido de la noche) y también maduro, ya que la media de edad rondaba los 50 años. El sitio elegido fue la moderna e imponente plaza de toros de Don Benito, que lucía de maravilla con un gran sistema lumínico y sonoro. Así da gusto. La organización nos recibió enseguida y pasamos dentro con nuestros pases de prensa. Pese a que la hora de inicio estaba fijada a las 20:00, no fue hasta las 20:40 cuando, por sorpresa, comenzaba el festival una de las bandas que creíamos veríamos más tarde: DANZA INVISIBLE.
Corrimos hacia un foso amplio y nos pusimos a hacer las primeras fotografías de la noche, aún con mucha luz diurna que hizo deslucir ligeramente el show de Javier Ojeda y los suyos. El estado de forma de Ojeda es apabullante. Con casi 55 años a la espalda dio una lección de profesionalidad, buen hacer, técnica vocal y energía vibrante. La banda es espectacular especialmente Chris Navas al bajo y Manolo Rubio a la guitarra, dos de los miembros con más personalidad y carisma. DANZA INVISIBLE es toda una institución de la new wave española, símbolo de la movida madrileña. La nostalgia era palpable y con un derroche de energía, Javier y los suyos hicieron acopio de su veteranía, entregándonos himnos como Sabor de amor, Catalina, Agua sin sueño, Sin aliento, El ángel caido y otros tantos… una auténtica maravilla que me llevó a mi infancia, donde mis hermanos disfrutaban de la música de moda y yo me empapé de ella.
Acompañados de Antonio L. Gil a los teclados y segunda guitarra, en la banda hay mucha química y complicidad y eso se notó desde el primer momento. Javier Ojeda fue calentando motores, empezando un tanto frío pero acabando extasiado dentro de un baile frenético y actitud casi punk. Desgarrándose la camiseta, tirado por el suelo y animándonos a los fotógrafos a seguir captando todos esos momentos que fueron maravillosos. Es cierto que le tenemos un especial cariño a esta banda que juguetea con el new wave, el rock y el pop de la movida madrileña. Muy buen concierto de Ojeda y los suyos que supieron comenzar y calentar el festival de una manera perfecta. ¡Seguimos!
Acto seguido llegaba la actuación de otra banda legendaria. TENNESSEE hacían aparición sobre las tablas. Los madrileños, formados en 1978 bajo el nombre de Elvis Boys, cambiaron su nombre en 1980 para dedicarse profesionalmente a la música, siendo aún jovencísimos, con una media de edad de 15 años. Por su nombre primigenio ya podemos hacernos una idea de lo que teníamos delante: una banda de doo wop que ha mamado desde siempre del rey del rock. Aunque por una serie de visicitudes en los 90 tuvieron que dejar el grupo en stand-by, la banda supo reformarse a mediados de la década del 2000, siguiendo su carrera y entregando una música de calidad, cargada de buen rollo y actitud rocanrollera 100%.
La chaquetilla brillante de Roberto deslumbraba al respetable, que disfrutó de lo lindo con una descarga llena de rock and roll, rythm & blues, doo wop y swing. Acompañado a su lado en todo momento por Isidro en su silla de ruedas, la banda se retroalimentó con el público de una manera pasmosa, incluso llegando en un momento a invitar a unas 20 chicas que subieron al escenario para pegarse unos bailoteos al ritmo de los acordes de la banda (nos preguntamos «¿por qué no chicos?»). En ese momento aprovechamos para subir al escenario e intentar captar ese irrepetible momento, con más o menos acierto fotográficamente hablando.
Muchos temas de la banda estaban cantados a capella y otros a 3 voces, dando una variedad vocal en varios tonos muy divertida y armoniosa. Es increible cómo una banda con más de 40 años de historia sigue llena de frescura y capacidad técnica. Sin duda un concierto para el recuerdo. ¡Larga vida al rock and roll!
Tras un cambio de luces y set, poco tardaba en hacer aparición otro de los platos fuertes (si es que hubo realmente algún plato fuerte entre los titanes que actuaban esa noche) que no era otro que Carlos Tarque y su banda. Con este proyecto en solitario, denominado TARQUE, ya pudimos verlo en Sevilla (puedes leer una crónica del mismo
aquí) y poco ha cambiado la percepción que se tuvo y se tiene de este nuevo proyecto: sonido impecable, puesta en escena apabullante, auténtico rock’n’roll.
Sonaron temas de este nuevo disco, de nombre homónimo, que de sobra hicieron al público corear a gritos, como Ahora y en la hora, Heartbreaker, con la que no podemos evitar acordarnos del fallecido Tom Petty; Bailo, El diablo me acompañará, la árida Cactus en el corazón o Electroshock. Tampoco faltaron versiones y homenajes, como una poderosa y pesada Come Together de The Beatles, que llevaron a su terreno, bastante más heavy y rockera que la original o Calle sin luz de M-Clan.
Carlos Raya a la guitarra llena cada espacio no sólo con su guitarra y su inseparable marshall (sin mencionar cada sólo de guitarra que levanta suspiros), sino también moviéndose por un escenario que, parecía, se le quedaba pequeño.
Todos bailamos, saltamos y disfrutamos de la puesta en escena y del increíble sonido que exprimen con un set de músicos tan sobrio y la vez tan clásico. La banda cerró con el ya himno Aquí es donde nace el rock’n’roll y con ella nos despedimos de TARQUE. ¡Nos veremos pronto!
Después de la descarga de Carlos Tarque y los suyos, llegaba el momento más esperado de la noche. TEQUILA llegaban para descargar su irreverente y divertido rock y blues, capitaneados por unos icónicos Alejo Stível y Ariel Rot. Los argentinos, afincados en España desde 1976, el año de la formación de la banda, hicieron acopio de su veteranía.
Dime que me quieres,
Rock and roll en la plaza del pueblo,
Mira a esa chica… todos los temas de TEQUILA forman parte del imaginario rockero español. Alejo mantiene el tipo tras más de 40 años en los escenarios, aunque es verdad que no irradia toda la fuerza de hace unos años. Sin embargo, Ariel Rot sigue siendo magnético y con una chaqueta blanca impoluta, demostró ser un genio de las seis cuerdas, que no ha perdido un ápice de su buen hacer.
No faltaron tampoco un par de temas de Los Rodríguez:
Hace calor y
Sábado en la noche. Ariel Rot disfrutaba como un enano con estos temas, se nota que les tiene un especial cariño, sin desmerecer los de la propia banda TEQUILA, claro. La gente bailaba sin parar. Para haber una media de edad tan alta, la verdad es que se respiraba un ambiente jovial y movido. La música rejuvenece, eso está muy claro. Y TEQUILA lo sabe, así que aprovecha esto para congeniar con el público y no parar de hacer girar la rueda del rock.
Que el tiempo no te cambie. Otro de los hits de la banda. Y un tema que representa de una manera brillante la carrera de la banda hispano-argentina. Han pasado muchas décadas, cientos (o miles) de conciertos y sin embargo TEQUILA siguen igual. No han cambiado. Ni falta que hace. Los queremos así, y durante muchos más años. La llama no debe apagarse.
Me voy de casa fue otro de los temas que más me gustaron, sonando compacta y muy bien interpretada por todos los músicos. Y para terminar,
Salta y
Me vuelvo loco. No podían faltar. Son auténticos clásicos que movieron a todo el público, creando una nube de albero en el ambiente casi irrespirable. Estábamos hasta las rodillas de polvo, pero con una estúpida sonrisa en la cara tras haber presenciado una loable actuación de TEQUILA.
Pese a la hora y cuánto apremiaba el tiempo, el caso es que el paso de TEQUILA a los consecutivos FEVER BAND fue algo más lento que el resto de cambios. Lo asociamos a que, en esta ocasión, la batería estaría en primer plano, pues como en otras bandas de rockabilly a las que estamos acostumbrados a ver, en esta ocasión vocalista y batería iban a ser la misma persona. Aun así, los valientes que quedamos tras este cambio éramos la mitad del aforo total.
Son de Córdoba y vienen en trío: Guillermo González al Contrabajo, Faly Sánchez a la guitarra y Miguel Luque a la batería y voz, como comentábamos anteriormente. Su estilo es de sobra conocido y con verles, ya sabes con qué te vas a encontrar. Camisas de bolos, contrabajo eléctrico, guitarra Gretch rojo Cherry, tupés o boinas… sí, si no los conoces, ya sabes lo que tocan: auténtico rock’n’roll clásico y rockabilly y swing de toda la vida. Ellos vienen para hacerte bailar y cerrar el festival con tu cadera fuera de sitio.
Están trabajando en un nuevo disco, del que no sabemos cuándo será su lanzamiento, y pudimos escuchar temas de anteriores trabajos como Siente la fiebre. Aparte, entre las versiones que tocaron pudimos escuchar temas como Have you ever seen the rain de Creedence Clearwater Revival, también llevado a terreno personal, mucho más bailable que la original.
Ya dijimos que era bastante tarde, pero la banda no mostró ningún signo de sueño ni debilidad. Tal es así que Guillermo y su contrabajo fueron los grandes protagonistas de la noche, derrochando carisma, energía y vitalidad a raudales. Miguel a la batería estaba más limitado en cuanto a movimientos pero ambos músicos tienen una simbiosis que no pasó desapercibida. Faly a la guitarra se mantuvo en una pose sobria y recatada durante todo el concierto.
Así, llegaba el momento de decir hasta la próxima al albero, a esta X edición del ROCK’N’BLUES FESTIVAL de Don Benito, a las bandas y a una organización de diez. El año que viene estaremos atentos a la siguiente edición que, con que sea igual de buena que esta, ya merece la pena apuntarlo desde este momento en nuestras agendas.