Por Alberto Zambrano
Fotografías de Bruno.CR
3 de julio. Viveiro, Lugo. Allí estábamos un año más para vivir otra edición del festival de metal, hardcore, punk y rock por excelencia en nuestro país: el RESURRECTION FEST. Su decimocuarta edición prometía ser la más grande de su historia. Y así lo fue. Al menos, en lo que a asistentes se refiere. Más de cien millares a lo largo de los cuatro días de festival, una quinta parte más que en 2018. La amenaza de lluvia y tormenta planeaba sobre la zona, tanto que acabaría cumpliéndose. Pero así no el primer día, la célebre jornada de bienvenida, que si bien hace años que no es gratuita, su potente cartel y las ganas de “Resu” de los peregrinos hizo que un año más se superase la asistencia de la edición anterior. Los siempre apetecibles (y más en festival) KVELERTAK, los referentes del hardcore melódico IGNITE, los reyes del crossover MUNICIPAL WASTE y los metalcoretas BURY TOMORROW eran motivo de sobra para adelantar la fiesta un día, así que pudimos ver un recinto que se fue abarrotando como nunca antes conforme avanzaban las horas.
Este era el primer año que un servidor asistía como prensa al festival y pronto pude comprobar que el trato de este hacia los periodistas es exquisito, por muchos detalles. Algo que también hace grande al RESURRECTION FEST, no cabe duda. Porque no solo se trata del cartel, sino de las comodidades que la organización ofrece a todos los asistentes. Desde la zona Pandemonium a la fluidez en los baños y transiciones de escenario a escenario, pasando por la amplia oferta de restauración concentrada en el Circle Meal. Salvo en ocasiones muy puntuales no se vieron grandes colas ni aglomeraciones, gracias también a la distribución de las barras por todo el recinto.
Esta primera jornada la iban a abrir la banda local (sí, local) de hardcore BACK IN TOWN y los coruñeses ARCHIVO ADXUNTO. Ambas parecieron captar lo que la ocasión requería y dedicaron sus respectivos setlists a la interpretación de versiones de otras bandas. Los primeros, de bandas de hardcore punk célebres y que han pasado por el festival, como COMEBACK KID o SICK OF IT ALL, antes de cerrar por todo lo alto con Killing In The Name de RAGE AGAINST THE MACHINE. Los segundos cambiaron de palo y se decantaron más por el punk rock nacional, con versiones de LENDAKARIS MUERTOS o DESAKATO, finalizando con Txus, de LA POLLA RECORDS. Buen ambiente ya desde primeras horas, aunque todavía faltaba por llegar mucha gente.
Como viene siendo desde la edición pasada, la fiesta de presentación se celebra en el Ritual Stage (es decir, el escenario próximo al principal, segundo en tamaño y donde tocan habitualmente las bandas de metal) y ya no en el Chaos Stage (la carpa) como anteriormente. Este espacio es ahora utilizado el miércoles para las sesiones del DJ entre banda y banda y el aforo aumenta a casi la totalidad del recinto.
Fotografía oficial del festival
El primer grupo de cierta enjundia en tocar serían los portugueses DEVIL IN ME, algo que dejaba claro el modo en que los asistentes se apelotonaban por primera vez frente al escenario. Su hardcore metálico es bastante genérico pero efectista para echarse los primeros bailoteos en el pit. Aún con todo, la banda tuvo una gran respuesta por parte del público, que incluso cantó muchos de sus temas. Su frontman Poli ayudaba a animar a las masas con su mezcla de inglés, portugués y español, que cayó simpática a las huestes ansiosas de conciertos. El propio vocalista reconoció que la banda se encuentra trabajando en nuevo material que sucederá a Soul Rebel, su último trabajo. De este fueron la mayoría de los temas que sonaron, aunque también lo hizo alguno nuevo. Finalizaron con la homónima Soul Rebel (y con Poli en volandas entre el público) y Knowledge Is Power, echando el cierre a un bolo muy eléctrico.
Fotografía oficial del festival
No tardaron en salir a la palestra los siguientes invitados: los siempre esperadísimos BURY TOMORROW. La banda británica ya ha estado un par de veces en el festival. La última, hace tan solo dos años actuando en el Main Stage. Pero ahora, los chicos encabezados por Daniel Winter-Bates tenían nuevo material que presentar y sus fans estaban más expectantes si cabe. BURY TOMORROW presentaron el pasado año su quinto disco Black Flame, el cual copó la mayoría de su repertorio. Aunque en un primer momento el sonido andaba algo descompensado, poco a poco se fue nivelando llegando a lograr esa mezcla compacta que debe ser. Los más incondicionales saltaban y montaban circle pits al ritmo de No Less Violent y More Than Mortal, interrumpidas por un receso al anterior trabajo Earthbound con el tema que le da nombre. Luego sí, siguieron con más canciones de Black Flame, demostrando el quinteto una gran confianza en su material nuevo. Como siempre, Daniel y el guitarrista Jason Cameron se repartieron el peso de las voces, conformando esa fórmula mágica que tan buen resultado les da. Gutural y desgarradora el primero y limpia y delicada el segundo. Me gustó el guiño a Runes con Man Of Fire, un auténtico temazo, antes de despedir con su nuevo y precoz clásico Black Flame. Como seguidor antiguo de la banda eché de menos algo de The Union Of Crowns, pero fue un buen bolo que hizo sudar de lo lindo al personal. Atardecía en Viveiro.
Fotografía oficial del festival
Tras una nueva pausa sobre el Ritual Stage, llegaba uno de los momentos más esperados por muchos en esta jornada; el de la incursión de los thrashers MUNICIPAL WASTE y su crossover festivo. “¡Municipal Waste is gonna…!”, gritaba el carismático Tony Foresta al salir al escenario, a lo que el público respondía “¡…f*ck you up!”, en referencia a su himno Born To Party. No hubo ninguna sorpresa: una batería de temas cortos y directos al cuello fueron cayendo casi sin pausa. Lo malo, que la banda no gozó de buen sonido. Particularmente, el concierto me supo a poco por la sensación de piloto automático que me transmitió el grupo, que unida al sonido regulero no me permitió meterme en el show de los de Virginia. Algunos de los temas que interpretaron fueron Mind Eraser y The Thing, de su Hazardous Mutation, una celebrada Sadistic Magician y Breathe Grease, esta de su último trabajo Slime And Punishment. Todo esto, bajo los diabólicos riffs de Ryan Waste y con los omnipresentes circle pits que se multiplicaban por momentos, dejando paso a sendos wall of death durante You’re Cut Off y The Art Of Partyng. La última píldora en ser disparada fue, cómo no, Born To Party, para festejo final de los seguidores del quinteto.
Caía la noche cuando más lleno estaba el recinto. No es de extrañar, pues el público de MUNICIPAL WASTE se mezclaba con el más hardcoreta que iba a disfrutar de IGNITE. A la banda de Orange County siempre se le espera con muchísimas ganas en Viveiro, siendo ya todos unos clásicos de un festival al que acudieron por primera vez en su segunda edición en el año 2007. Por entonces no eran tan veteranos. Ahora, un cuarto de siglo les contempla ya como uno de los referentes del género hardcore melódico.
A diferencia del concierto anterior, esta vez el sonido fue mucho más nítido. Al menos, en las zonas más cercanas al escenario. Veteran, de su ya lejano A Place Call Home, supuso el pistoletazo de salida de un set compensado en el que tuvieron lugar los típicos temas zapatilleros del punk californiano y otros más calmados que fueron igualmente celebrados y cantados por el público. Fue el caso de Slowdown, tocada en acústico en lugar de en su versión habitual, o Live For Better Days. No cabe duda de que Our Darkest Days es el disco cumbre de la banda. Así lo reflejan tanto el repertorio como la reacción del público al escuchar los himnos Let It Burn o Fear Is Our Tradition, que desencadenaron frenéticos y enormes pogos. También hubo tiempo para que interpretasen un par de versiones: We’re Only Gonna Die, de sus héroes BAD RELIGION, y Sunday Bloddy Sunday, de U2, canción que hicieron suya en el citado Our Darkest Days. Su frontman Zoli, simpático y reivindicativo, aprovechó para hacerse un par de selfies en mitad del concierto mientras el público posaba con él. Al final, delirio colectivo con Bleeding, que sonó como música celestial para los miles de seguidores que saltaron, corearon y se dejaron el alma en un circle pit antes de despedir a los californianos.
Aunque indudablemente para muchos IGNITE fue el bolo del día, todavía quedaba una sorpresa que hizo a muchos cambiar de opinión. Y la sorpresa hablaba noruego. La entrada en KVELERTAK de su nuevo vocalista Ivar Nikolaisen ha supuesto más que un aire fresco para la banda y poco menos que una revolución. Me incluyo entre los que fueron escépticos con el cambio de frontman. Erlend Hjelvik era la imagen del grupo y me costaba imaginarlo sin él. Pero lo que vi hace unos meses en Madrid se confirma con lo que vi el miércoles en Viveiro. La banda es mucho mejor ahora. Todos han mejorado en puesta en escena en este tiempo y los shows son mucho más frenéticos y vivos. Además, en esta ocasión hizo aparición el fuego en el escenario, algo que no esperaba en absoluto al no tratarse del Main Stage.
El último trabajo de los noruegos, Nattesferd, más rockero y accesible que los anteriores, parece haber pasado a una mejor vida desde la llegada de Ivar. Rescatan, eso sí, su tema más cañero, Berserkr, y el single 1985, que personalmente me sobra por completo en el repertorio. La banda mostró una contundencia de banda grande y una complicidad y cercanía al público complicada de ver en grandes escenarios. Después de que el vocalista se lanzara varias veces sobre el público en las aclamadas Blodtørst o Mjød, cuyos riffs se cantaron a pulmón, le acabarían siguiendo otros de los músicos como el guitarrista Maciek Ofstad, más activo en las labores de corista de lo que lo había visto hasta ahora.
Dejaron para el final su tema homónimo, Kvelertak, en el que sacaron la famosa bandera negra gigante, esta vez ondeada por el bajista Marvin Nygaard mientras el público llevaba en volandas a los otros miembros a excepción del batería y uno de los guitarras. Un conciertazo en toda regla, apoteósico. Una vez más, increíble la progresión de la banda en los últimos años, que se desenvuelve como pez en el agua en estas situaciones.
Finalizaba así una fiesta de bienvenida con aroma a día gordo de festival, tanto por cantidad de público como por intensidad y calidad de los conciertos. Eso sí, esto no había hecho nada más que empezar.