Fotografías de Bruno.CR y Amandi
 
 
 
Si bien la jornada de bienvenida del RESURRECTION FEST había sido absolutamente devastadora en términos sonoros y también de cansancio sobre mi cuerpo, mis ganas de Resu seguían intactas. No por nada a las dos de la tarde ya andaba por el recinto, paliza que repetiría los dos días siguientes. Y es que merece la pena por la calidad de las bandas que se concentraron desde esa hora hasta media tarde, la mayoría nacionales, pero que no tienen nada que envidiar a las internacionales. Además, había para todos los gustos. Aunque el protagonismo de este jueves, como es obvio, sería para el último concierto en España de SLAYER, los australianos PARKWAY DRIVE y su show de cabezas de cartel, los siempre esperados GOJIRA… Pero también para la lluvia, que arreció durante gran parte de la tarde hasta el punto culminante de casi tener que suspenderse el festival cuando una tormenta eléctrica se posó sobre el recinto con no muy buenas intenciones.
 
Como me quedé con la predicción del día anterior y daba sol, no me dio por llevar más de una manga corta conmigo, algo de lo que me hubiera arrepentido muy seriamente de no ser porque pillé uno de los chubasqueros que regalaba uno de los patrocinadores. Pero vayamos al principio. Llegué para ver la actuación en el Chaos Stage de los chicos de DAWN OF EXTINCTION, ganadores del Band Contest de este año. Me agradó ver que para primera hora ya había bastante gente por allí, hecho que se replicó las otras jornadas. Así, la carpa presentaba un buen aspecto para ver a este cuarteto de metal extremo valenciano. Ilusión y mucha tralla es lo que pusieron sobre el escenario, a lo que el público respondió con un tempranero circle pit. Aprovecharon para presentar su primer LP, Rebirth Of Hate, el cual no suena nada mal en directo, y con Apocalypse cerraron un intenso concierto de media hora. Estos conciertos cortos de primeras horas están bien porque en ellos ves lo mejor de las bandas en un breve espacio de tiempo. Y si no te gusta, sabes que enseguida hay otro.
 

Fotografía oficial
A continuación, aposté por una primera visita al Desert Stage (ya sabéis, el escenario de los grupos de doom, stoner, rock psicodélico…) para conocer in situ la música de los jiennenses CABEZA DE CABALLO. Quizá el cuerpo me pedía otra cosa a esa hora y no conecté del todo con su propuesta, a caballo entre el doom y el stoner. Eso sí, indudable calidad la de esta banda que con profesionalidad hizo frente al sol de justicia que imperaba. Después, tiempo de ver el primer concierto del festival en el Main Stage, el de los mallorquines TRALLERY. El trío es todo un huracán sobre las tablas (siempre parece que hay tres más con ellos), como han demostrado cada vez que les he visto. Además, su último trabajo Spiritless es una bomba con temazos coreables a punta pala. Liderados por el siempre simpático Humberto, repartieron cera con cortes como Scavenger Crow, Unknown Confusion, la asesina Hunt To Kill o Evil Pride, que hicieron al público mover el cuello y correr en círculo durante casi tres cuartos de hora. Sin duda, una de las bandas llamadas a ser sucesoras de los Angelus Apatrida, Crisix y cía.
 

Fotografía oficial
 
De camino de nuevo al Chaos para ver a los sevillanos CATORCE, me paré en el Ritual Stage para ver parte del show de los vascos MELTDOWN, ataviados como de costumbre con sus camisetas blancas. Una pena que el sonido no les acompañó en absoluto, y es que incluso se les cortó hasta en dos ocasiones en mitad de la faena. Una verdadera lástima. No obstante, el público supo entender la situación y apoyó a los chicos con vítores hasta que pudieron reponerse y seguir con la mayor normalidad posible. MELTDOWN son una banda de hardcore metal muy a tener en cuenta, de exitoso recorrido y con varias incursiones internacionales a sus espaldas. 
 
Presentaron su debut lanzado el año pasado, From This Day To The Grave, que tuvo en su día una gran acogida entre el público como quedó demostrado en el bolo. Aunque me perdí el momento culmen del show con la interpretación de la versión de One Step Closer de Linkin Park, como digo, el concierto de CATORCE estaba marcado en rojo en mi agenda y para allá que fui.

Sigo al trío sevillano casi desde sus inicios y les he visto infinidad de veces, pero precisamente por eso este concierto en el Resu era especial. Más para ellos, que llevaban 12 años esperando este momento. Ha tenido que ser con su tercer disco de larga duración, Arcadia, con el que la banda de emo/post-hardcore pisara el escenario en Viveiro por primera vez. Y la verdad, no esperaba tanta gente para verles, pero la carpa estaba bastante llena. Los temas de su último disco cada vez me suenan mejor en directo y a su nuevo batería Luis lo veo más entonado, así que lo di todo con temas  como Tannhäuser o Caribdis, pogos incluídos. El power trío, liderado a dos bandas por el cantante y guitarrista Jaime y el bajista Jose Miguel, también nos dio el gusto de escuchar temas de su anterior Agua.Naufragio.Equilibrio como Nuevacosta o Farsalia, muy celebrados por el público. Un concierto bastante redondo del que tanto ellos como la multitud que se acercó a verles salieron muy satisfechos.

 

Fotografía oficial
 
Después de un pequeño receso, volvimos a nuestra querida carpa a ver a otros mallorquines como MAINLINE 10 y su punk rock al más puro estilo californiano. El sonido esta vez me pareció un poco saturado, pero la banda ofreció un concierto enérgico a fieles y curiosos que asomaron por allí. Un puntazo la cover zapatillera de Wonderwall de Oasis. Fue al acabar su show (lo cual, para los malpensados, no achacamos a ellos) que todo el cielo se nubló y empezaron a caer las primeras gotas.

El chubasquero que me dieron en la barra me salvó la vida, pues la llovizna que se tornó en un gran chaparrón mientras esperaba frente al Desert Stage para ver otro de mis conciertos señalados: el de las chicas de BONES OF MINERVA y su inclasificable estilo. Son uno de mis descubrimientos del año y no me las iba a perder aunque tocasen a la vez que CRYSTAL LAKE en el Main, un solape que, dicho sea de paso, me fastidió. Pero después de la que liaron las madrileñas, no me arrepentí en absoluto de la decisión.

El concierto fue una montaña rusa de emociones encarnadas en la vocalista Blue, que sabe perfectamente cómo centrar las miradas de los presentes mientras nos caía una buena encima. Su música combina pasajes ambientales y voces melódicas con guturales y ráfagas furiosas cercanas al hardcore. Presentaron temas de su último Blue Mountains y también nuevos como Vehemence y Privilege. Lo mejor fue lo épico del final, cuando después de que por culpa de la lluvia se les fuera el sonido, interpretaron finalmente un tema más saliéndose del tiempo, a lo que la gente respondió con un pogo gigante sobre el barro. Esto es el RESURRECTION FEST.

 
 
Mientras hacíamos tiempo para ver a GOJIRA, pudimos ver cómo la brutalidad de ALTARAGE arrasaba el Ritual Stage presentando su último The Approaching Roar a los fans más acérrimos del death metal y como unos ya conocidos KITAI subían al escenario a Swan Fyahbwoy para interpretar un tema con ellos. Cuanto menos curioso. Tampoco nos perdimos el comienzo de CABOVERDE, una banda fantástica encabezada por Juan Blas de Nothink o Minor Empires, que ya he tenido oportunidad de ver en directo y a la que le jugó en contra el solape de GOJIRA, concierto que nadie se quería perder. Y es que a los de Bayona no les faltan fans en España, siendo en Viveiro unos auténticos ídolos, hecho que les ha llevado a tocar allí tres veces en los últimos cinco años. 
 
 
El cuarteto liderado por los hermanos Duplantier llevó su death/groove metal progresivo de altos vuelos a una multitud como no se había visto hasta el momento. Había tanta gente por metro cuadrado que en un momento dado quise llegar a la zona del pogo y no fui capaz. Era imposible pasar por ahí. Y ya me molestó porque en el lateral donde yo estaba, el izquierdo, se escuchaba el concierto bastante regular. Algo que se repetiría en los sucesivos conciertos del Main Stage. Sonido bajo y algo de bola. Al contrario de los que vi en la zona frontal o derecha, donde se escuchaba todo mucho mejor.
 
 
Casi me podía olvidar de esto que comento escuchando temazos como Oroborus, con la que arrancaron, Blackbone, de su impecable From Mars To Sirius, Stranded o la esperada Flying Whales, con el wall of death de rigor incluido. Cuatro temas de inicio que dan para levantar un muerto y que dieron paso a una fase del concierto más arriesgada en términos de setlist, rescatando canciones como Love y Terra Inc., de su debut Terra Incógnita o The Cell. Esto terminó por sacarme del show y, habiendo visto a los franceses dos veces en los últimos dos años, decidí marcharme a ver a una banda a la que, esta sí, no había visto nunca y que me suscitaba bastante curiosidad por su peculiar rollo: los rusos SIBERIAN MEAT GRINDER. Así, de paso, me resguardaba de la lluvia en la carpa y podía estar mucho más ancho.
 
 
SIBERIAN MEAT GRINDER, cuyos miembros proceden de distintos lugares de Rusia, practican un crossover a veces más cercano al thrash y otras al hardcore, con raíces raperas y underground y un aire cómico (por favor, ved las portadas de sus discos). Cuando llegué, finiquitaban su primer tema Meal Bear Stomp y poco tardó en formarse el primer circle pit, que los asistentes iban alternando con artes marciales mixtas. Su vocalista Vladimir (no podía llamarse de otro modo) es todo un personaje, llevando permanentemente una máscara negra. De los cortes más celebrados fueron No Way Back, Walking Tall y la icónica Hail To The Tsar, de su primer disco titulado de igual manera, con la que finalizaron un breve pero intenso concierto.
 
 
Al terminar con los rusos me fui corriendo al Ritual para ver por enésima vez a TOUNDRA, que ya habían comenzado su concierto hacía 10 minutos. Ver a la banda madrileña de post-rock instrumental siempre es una experiencia purificadora, aunque me temo que, a pesar de que se le ve bastante cómoda, un festival no es el mejor lugar donde disfrutar de su música. El cuarteto son otros de los habituales del Resu, aunque todavía no habían presentado en Viveiro su quinto y último trabajo, Vortex. De él dieron buena cuenta sacando a relucir algunos de sus mejores fragmentos, como Cobra, Cruce Oeste y Tuareg. Después, también recordaron un par de temas de su III como Cielo Negro (Black Sky), en consonancia con la meteorología del lugar, y Ara Caeli. También salieron al escenario los Resukids (ya sabéis, los niños y niñas de la guardería del Resu) por primera vez en el festival.
 
 
A eso de las nueve y media se acercaba uno de los momentos más esperados de esta edición del RESURRECTION FEST, que no era otro que el de la última aparición sobre un escenario de SLAYER en nuestro país. La expectación era máxima y miles de personas se agolpaban cerca del Main Stage pese a la lluvia, que apretaba. Y entonces, pasó lo que nadie esperaba. Un mensaje en las pantallas, que pronto fue repetido por voz, advertía de que una tormenta eléctrica se encontraba sobre nosotros, por lo que continuar el festival en esas condiciones era peligroso y se esperaría a que esta tormenta remitiese. El personal de seguridad separó a la gente de las vallas metálicas, mientras entre el público pude ver alguna escena de pánico. Por suerte, después de media hora la actividad pudo retomarse y la seria posibilidad de suspensión de la jornada se esfumó. Entre rayos y truenos salieron SLAYER a la palestra, que tuvieron que recortar algo su set hasta dejarlo en poco más de una hora.
 
 
No sé si la situación les motivó o qué, pero Tom Araya y los suyos salieron enchufadísimos. Tanto que la banda que actuó hace unos meses en nuestro país junto a Lamb Of God, Anthrax y Obituary parecía su caricatura. Desde luego, la compresión de su set, con el consecuente descarte de tres o cuatro temas, nos vino como anillo al dedo para disfrutar de un show intenso de narices, con un setlist para reventar donde no faltó, como de costumbre, ninguno de los temas indispensables. Lo que tampoco faltó fue el fuego del Main Stage, qué barbaridad; un elemento más para poner la piel de gallina. Con el ángel de la muerte, Tom Araya, Kerry King, Gary Holt y Paul Bostaph (grandísima actuación de estos dos últimos) se despidieron como banda en uno de los shows más épicos, si no el que más, que han dado en nuestro país. Y que tuviera que ser el último…
 
 
Pensando que el retraso del Main como consecuencia de la tormenta habría arrastrado al resto de escenarios, me fui al Chaos Stage con la intención de ver el concierto de TERROR completo. No se dio así y solo pude ver los cuatro últimos temas. Y a duras penas, pues en la carpa no cabía un maldito alfiler. Otra de las bandas fetiche de este festival y una de las referencias actuales del hardcore a nivel mundial. Los americanos lanzaron el pasado año Total Retaliation, su última y destructiva creación, que reseñé para esta web. Scott Vogel es una bestia en el escenario y sabe cómo incendiar a sus huestes, que hicieron del pit una batalla campal. El himno Keepers Of The Faith puso el broche a un gran concierto del que poco pude ver y disfrutar.
 
 
 
Mientras los agudos de LEO JIMÉNEZ en el Ritual retumbaban en todo el recinto y la lluvia remitía por fin, yo iba tomando posiciones para otro de los conciertos señalados de este primer día de festival como tal: el de los inquebrantables PARKWAY DRIVE. No deja de resultar llamativa la evolución de los australianos, que apenas en un par de discos pasaron de practicar el metalcore más ortodoxo, género del que eran los reyes, a un metal mucho más accesible y alejado de sus orígenes. Para mí no son la banda que fueron y ya no me gustan ni la mitad, pero hay que rendirse a la evidencia; con su cambio de rumbo musical han logrado ser más grandes que nunca, hasta el punto de encabezar un festival como este mastodóntico Resu.
 
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Al menos, los antiguos seguidores de la banda pudimos conformarnos con temas como Idols And Anchors y Carrion, de su mejor disco Horizons, o Karma. Oasis en el gran desierto de sus dos últimas referencias, tan insulsas como efectistas en directo. Hicieron su entrada triunfal mediante un vídeo en las pantallas en el que se veía a los cinco miembros de la banda aterrizar en helicóptero y de ahí aparecieron entre el público para subir al escenario. La verdad es que no me lo esperaba y flipé. Por fin estaban PARKWAY DRIVE en Viveiro tras muchas acometidas. Winston McCall se metió a las masas en el bolsillo desde el primer tema Wishing Wells, un público que estalló ya con Prey, uno de los himnos más coreables de esta nueva etapa de los australianos. 
 
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Imposible no brincar ante la energía y la escenificación de la banda, que hace del directo su gran fuerte. Y eso que, como ya sucedió anteriormente, el sonido se escuchaba algo bajo en la zona izquierda y trasera. Vice Grip y The Void llevaron al cielo al respetable, que aprovechaba los temas más leñeros como Dedicated para abrir enormes pits. No faltaron la pirotecnia y el fuego durante casi todo el show, que tuvo un momento sorpresa cuando aparecieron cuatro violinistas sobre el escenario que ayudaron a ejecutar los temas Writings On The Wall y Shadow Boxing. El final, con Crushed y Shadow Boxing, dejó a casi todo el mundo contento. Yo me quedo con la sensación de haber visto un gran concierto, aunque la banda no sea ya la que un día me partió en dos.
 
 
Para finalizar la jornada, elegí la propuesta de los polacos BATUSHKA, una banda que no ha podido estar más en boga los últimos meses por temas judiciales. Como no iban a tocar el único disco que tenían por ser propiedad intelectual de su ex guitarrista, todo iba a ser material nuevo y por tanto una incógnita. Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de parafernalia eclesiástica sobre el escenario. Hay iglesias con menos cachibaches. Musicalmente, teniendo en cuenta que no es uno de mis géneros predilectos, me aburrieron un poco. Su nueva música no tiene la intensidad de aquel Litourgiya y me pareció más cercana a un black atmosférico del montón.
 
 
Hora de repostar para afrontar con fuerzas todo lo que aún faltaba por llegar. Este primer día de festival (exceptuando la fiesta de bienvenida) se saldó de manera accidentada por la tormenta, pero con el civismo de la gente (ninguna incidencia reseñable, como de costumbre) y la profesionalidad de la seguridad y la organización, todo salió adelante de la mejor forma posible. Pronto, la crónica de un viernes que dio para mucho. Os dejamos con nuestro amigo sobre ruedas: