Por Alberto Zambrano
No pensaba escribir crónica de este concierto, ya que asistí sin pase de prensa. Pero la cabra tira al monte, como se suele decir y no he podido resistirme a escribir unas líneas pasados unos días de la despedida de BERRI TXARRAK en Madrid, ante un Palacio de los Deportes abarrotado. Una de las bandas de mi vida está poniendo punto final a su trayectoria y ante la reticencia de bajar al sur, nos vimos “obligados” a subir a la capital, aprovechando que era sábado y la gran magnitud del evento, para ver en directo al power trío de Lekunberri una última vez. Una formación que deja un incontestable legado al rock nacional con un lema por encima de todo y es que “la pasión es el mínimo exigible“.
La grandilocuencia del Wizink Center, acostumbrado a recibir a grandes bandas internacionales que encabezan los mayores festivales, chocaba con la humildad y sobriedad que han caracterizado a los navarros durante toda su carrera, también en su puesta en escena. Un par de pantallas laterales y una proyección de las mismas imágenes detrás de los músicos era toda la parafernalia de un grupo más hecho al visceral directo de sudor y derroche físico que al de confeti y adornos. La demanda para este concierto hizo que, además de la pista, se habilitara la grada frontal al escenario, dejando espacio para unas 7.500 almas que abarrotaron el recinto. La banda PASAJERO fue la encargada de calentar el ambiente con su rock alternativo, a veces cercano al indie y otras al post-rock.
25 años de carrera dan para mucho. El caso de BERRI TXARRAK es bastante particular, pues nunca habían tenido tanta repercusión y popularidad como en el tramo final. Después de lograr hitos fuera de su tierra como llenar La Riviera en dos ocasiones, esta vez un recinto mucho mayor en Madrid se engalanó para dar protagonismo a una banda que canta en euskera. Es evidente que el secreto de Gorka, David y Galder es su transversalidad musical, algo evidente a tenor de lo variopinto del público presente.
Puntuales al horario establecido, sin alardes, los tres músicos cogieron sus instrumentos y sin mediar palabra, comenzaron un recital que alcanzó las dos horas y media de duración. Una celebración de su carrera que tuvo paradas en ocho de sus nueve álbumes de estudio. Solo quedó fuera su debut. Jaio.Musika.Hil es probablemente su disco más laureado y fue el más rescatado en el extenso repertorio, con hasta ocho cortes, empezando el show con Gelaneuria. El escenario casi se les quedaba pequeño pese a ser solo tres, con un David al bajo que no paró de recorrerlo a lo largo y ancho.
El trío salió con la idea de tocar el máximo número de canciones posibles, así que hubo muy poco espacio entre los temas. Y eso cuando lo hubo, porque en varias ocasiones encadenaron una gran cantidad de ellos. Clásicos como FAQ, Stereo o Libre eran entremezclados con otros cortes que no son tan habituales, como Ez dut nahi, Iparra Galdu: Hegora Joan o Berba eta irudia. Hubo mucho de su época de la anterior formación para hacer las delicias de nostálgicos, pero también hits de sus últimos discos como Spoiler! y Bigarren itzala que igualmente fueron coreados (o chapurreados, como en mi caso) fervientemente.
Gorka no es un hombre de muchas palabras sobre el escenario, pero en esta ocasión especial sí que quiso, sin demorarse tampoco mucho, agradecer a todo el público ser parte de lo que la banda ha conseguido, “una banda que es muy importante para mucha gente”, y que con trabajo estaba recogiendo unos frutos inimaginables hace tan sólo unos años. La punkrockera Zuri y la archiconocida Bueltatzen llevaron al éxtasis al público, antes de que Gorka pidiera un wall of death que dejara ver al técnico de sonido antes de interpretar Zirkua, una de las sorpresas del setlist.
Y para quienes adoran baladas como Iraila, Poligrafo bakarra (“el tiempo es el único polígrafo”, recordaba Gorka) y Maravillas, esta última escrita en memoria de Maravillas Lamberto, también hubo premio. Estas fueron interpretadas bajo el paraguas de un ambiente mágico decorado con una multitud de linternas de móviles (ya sabéis, el nuevo momento mechero). La denuncia social y política seguiría con Zerbait asmatuko dugu, esta dedicada a los jóvenes de Altsasu que permanecen en la cárcel, y hubo un momento en el que Gorka dijo “Abascal el que no bote”. En mitad de Oreka, como viene siendo habitual, realizaron una versión; esta vez Toro, de El Columpio Asesino, muy bien recibida por los asistentes.
Alcanzadas las dos horas de concierto, el grupo amagó dos veces con irse para realizar dos bises en condiciones. Temas como Sols el poble salva al poble, Betiko leloaren betiko leloa, la incombustible Denak ez du balio y el que da nombre a la gira, Ikusi arte (“hasta la vista”) nos hacían ver, sin querer verlo, que esto se terminaba. Pero todavía hubo más; la numetalera Ikasten puso a toda la pista del Wizink a saltar, antes de que Katedral Bat, de su último Infrasoinuak y Oihu pusieran el colofón a una despedida como está mandado, dejándonos a todos una sonrisa dibujada en la cara que tapaba la tristeza. Era imposible creer que era la última. Y ojalá no lo sea. Esperando que algún día vuelvan a los escenarios, solo podemos decir “ikusi arte eta eskerrik asko, Berri Txarrak”.
Setlist de BERRI TXARRAK en el Wizink Center
1. Gelaneuria
2. Ez dut nahi
3. FAQ
4. Jaio.Musika.Hil
5. Izena, izana, ezina
6. Spoiler!
7. Iparra Galdu: Hegora Joan
8. Zertarako amestu
9. Berba eta irudia
10. Stereo
11. Libre ©
12. Jainko ateoa
13. Iraila
14. Bigarren itzala
15. Lemak, Aingurak
16. Bueltatzen
17. Zuri
18. Zirkua
19. Biziraun
20. Zerbait asmatuko dugu
21. Hitzen oinarri ahula
22. Zaldi zauritua
23. Oreka
24. Toro (versión de El Columpio Asesino)
25. Isiltzen banaiz
26. Poligrafo bakarra
27. Maravillas
28. Sols el poble salva al poble (versión de KOP)
29. Betiko leloaren betiko leloa
30. Denak ez du balio
31. Ikusi arte
32. Bigarren eskuko amets
33. Ikasten
34. Katedral bat
35. Oihu