El pasado martes no quisimos perdernos el paso de la gira deathcore del año por nuestro país, así que nos dimos cita en la sala Mon Live de Madrid con la intención de disfrutar del suculento pack de bandas que iban a salir a escena. Y es que, gracias a Bring The Noise, los australianos THY ART IS MURDER pudieron presentar su último álbum Human Target en la capital acompañados de CARNIFEX, FIT FOR AN AUTOPSY, RIVERS OF NIHIL y I AM. Una combinación potente y variada dentro del género, que el público supo valorar reventando la sala desde temprano.
Precisamente, debido al precoz inicio de los conciertos, al redactor que os habla le fue imposible llegar a tiempo de ver la fugaz actuación del quinteto de Texas I AM, que presentó su segundo trabajo Hard 2 Kill. Deathcore machacón para abrir boca de un grupo con todavía mucho por decir y de largo el más desconocido de la tarde. Por lo que me contaron, se cumplió el pronóstico y el público respondió bien a su propuesta durante su escasa media hora de concierto.
Los siguientes en salir a escena fueron los deathmetaleros técnicos RIVERS OF NIHIL. Siendo quizás la banda más diferente musicalmente al resto de las cinco. Composiciones largas y atmosféricas son las que caracterizan al quinteto liderado por Jake Dieffenbach. En ellas no encontramos breakdowns, pero sí blastbeats demoledores al más puro estilo Aborted. Nos presentaron un setlist basado en Where Owls Know My Name, su tercer disco, publicado a través de Metal Blade Records.
La banda ofreció un concierto breve y correcto, del que debido a mi posición en la sala no pude disfrutar en su plenitud. Y es que luego me di cuenta de que el sonido era mucho mejor cuanto más te acercabas al escenario, siendo este bastante pobre en las últimas filas. Con un llamativo artwork reflejado en la pantalla de detrás del escenario, los americanos defendieron a la perfección sus complejos temas, clavando cortes como The Silent Life, Old Nothing, A Home o Death Is Real. Me quedará la espina clavada de no haber visto a la banda en las mejores condiciones.
No me ocurrió igual con otra formación que me moría de ganas de ver. Hablo de FIT FOR AN AUTOPSY, cuyo último bombazo en forma de disco se llama The Sea Of The Tragic Beasts (reseña aquí). Para quien no los conozca, los de New Jersey no son una banda de deathcore. Han basado sus últimos trabajos en la experimentación con un resultado buenísimo, consiguiendo un sonido que se asemeja al de Gojira pero siempre con personalidad propia.
Dice mucho de ellos que, pese a contar con cinco discos, solo interpretaron temas de sus dos últimos, dejando en la estacada obras destacadas de su carrera como Absolute Hope Absolute Hell. Y es que se trata de una banda que apuesta fuertemente por su momento musical actual. Hace tiempo que pasaron de ser una banda de deathcore más y eso también lo plasman en el escenario. Había mucha expectación por parte del público.
Comenzaron con el tema homónimo de su último disco y rápidamente el headbanging se hizo generalizado. También empezaron a rodar los primeros circle pits en el centro de la pista. Warfare y Mirrors completaron la representación de este nuevo álbum, antes de rescatar para terminar tres temas de su anterior The Great Collapse, quizás el disco que marcó su nuevo rumbo. El vocalista Joe Badolato, que se desenvolvió bastante bien con las partes más melódicas, se mostró muy contento de estar con su banda tocando por primera vez en España. Desde luego, no creo que se fueran de vuelta al camerino con mal sabor de boca después de la gran respuesta del público durante todo el concierto.
No eran cabezas de cartel, pero bien podrían serlo. Los estadounidenses CARNIFEX son una de las bandas más laureadas del deathcore mundial, y fruto de ello es que levantaran entre el respetable casi el mismo entusiasmo que la formación que vendría después. Tras quince años de carrera, los de San Diego publicaron el año pasado su séptimo álbum, World War X (reseña aquí). Una nueva entrega de la tralla pesada y con toques black de la banda genialmente liderada por su frontman Scott Lewis.
Saltaron al escenario ataviados con su habitual vestimenta completamente negra y las caras pintadas con el mismo color. Algo con lo que, si ya recuerdan al metal escandinavo, terminan de rematar la faena con temas tan blackers como la propia World War X, con la que iniciaban el show, o Drown Me In Blood, de su anterior Slow Death. Desde el público fue un no parar, pues Scott no paró de pedir leña a través de sucesivos circle pits gustosamente secundados. Y cuando las fuerzas para cantar flaqueaban, ahí estaba el bueno de Cory Arford para apoyarle con su grave registro.
Tampoco hubo problema con que toda la sala se pusiera a saltar, momento que llegaría con Hatred And Slaughter, de aquel Die Without Hope. Y uno de los temas más mediáticos de su último disco, ese No Light Shall Save Us donde colabora Alissa White-Gluz, cantante de Arch Enemy, también hizo presencia en el setlist. Pero, puestos a cerrar un concierto, ¿qué mejor que hacerlo con dos auténticos temarrales de la talla de Lie To My Face y Hell Chose Me? Mi cuello sobrevivió de milagro. No fallan CARNIFEX, que trasladaron la presión a los reyes de la noche.
Sonaba We Like To Party, la canción de la mítica banda de eurodance Vengaboys, como preludio al vendaval que estaba por venir con los australianos THY ART IS MURDER. Capitaneados por el incombustible CJ McMahon, quien tuvo que alejarse por un tiempo para poder luego centrarse, la formación ha escalado hasta la cima del deathcore y tenían ese día una prueba de fuego; la de sobreponerse al resto de colegas de gira. Ya sea por la duración de su show, más extenso que el del resto, o por el carisma y pegada de su vocalista, salieron victoriosos del reto.
Un esqueleto agarrado al pie de micro ponía el toque macabro a la puesta en escena de los de Sidney, quienes llevaban su propio juego de luces. Comenzaron con dos de los temas más populares de su más reciente Human Target (reseña aquí), como son Death Squad Anthem y Make America Hate Again. A partir de ahí, su concierto se convirtió en una vorágine de death metal pesado y arrollador donde tuvieron espacio viejos hits como aquel The Purest Strain Of Hate, que puso a todo el mundo a botar.
Es cierto que la banda parece ceder todo el protagonismo a CJ, pero echo en falta algo más de sangre en el resto de integrantes, algo fundamental para una banda que quiere crecer y hacerlo con sus directos. No era problema para el público, que lo dejó todo mientras sonaban cortes como la homónima Human Target, Eternal Suffering o Dear Desolation, que eran acompañados por sendos vídeos animados. Mayor impacto causó Holy War, una de las más celebradas, y es que solo con el punteo de guitarra inicial la gente estalló en júbilo dando lugar a uno de los varios walls of death de la noche.
Hubo tiempo también para algún tema menos común en los directos como Fur And Claw, antes de cerrar como es debido con su himno Reign Of Darkness y, cuando parecía estar todo el pescado vendido, volvieron para interpretar un último tema, el mismo que cierra Human Target: Chemical Christ. Una hora escasa de concierto que, eso sí, fue de lo más intensa, sin apenas interrupciones entre canción y canción. Suficiente para corroborar el por qué del éxito de los australianos.
Gracias a Zoraida Vaquero por ceder sus fotografías para esta crónica.