Es sábado 26 de junio, hace calor justo de un verano agradable y a las 19.00 tenemos una cita con el punk abanderado en esta ocasión por CERVEZA GRATIX y los locales Y DIOS MATÓ A SU HIJO en la ya mítica Sala Even. Siguen siendo tiempos malos y difíciles para la música, y siguen siendo más difíciles aún para el nicho underground donde se encuentra el evento del que usted me habla.
Así que son cerca de las 19.00h y ya se pueden ver los últimos preparativos de sonido, gente entrando y saliendo del backstage, botellas de agua, todo el mundo sentado en sus sillas (covid mediante) y esto parece que va a comenzar.
Y DIOS MATÓ A SU HIJO arranca tímidamente en escena. Van vestidos de paisano (en algunas ocasiones hemos podido verles sobre el escenario vestidos de curas y monjes) pero, con el plus de comodidad que esto otorga, arrancan con una música potente, en español y de contenido fuertemente reivindicativo. Para empezar, la homónima Y Dios mató a su hijo presenta una banda de sonido contundente, con dos vocalistas (Ana y Manu) que comparten coros, estrofas y sonoridades con una sección rítmica básica pero implacable. Su punk-rock proletario se ve referenciado en cortes como El llanero, Maribel, El alcalde…
Y es que la historia de esta banda se remonta a 1986. Cambios de formación y experimentación musical abalan a un grupo que los más veteranos recuerdan y comentan a lo largo de su actuación. Y yo escucho por partida doble a público y música. Es bonito ver cómo reinventarse para seguir disfrutando de tu música y poner voz y melodía a temas de índole social que, por desgracia, año tras año no parece cambiar nada.
Aunque Y DIOS MATÓ A SU HIJO no termina de arrancar y soltarse del todo sobre el escenario, el tiempo se acaba y llega el final de su actuación con la versión de Un día en Texas, de Parálisis Permanente. El público, que ya venía con ganas de marcha, sigue votando contenidamente sobre sus sillas, a trasero pegado, siempre cuidando de las normas. El punk también es respeto.
Quince minutos de cambio y los de Granada calientan motores para salir. CERVEZA GRATIX viene presentando su último disco, Hijos de perra. Esta presentación, como tantos otros trabajos, ha tenido que esperar alrededor de un año para poder degustarse y disfrutarse sobre un escenario y las ganas de concierto se huelen desde el comienzo. Sobre este trabajo (producido por Fernando de Reincidentes), la banda ha tratado de darle una vuelta de tuerca al concepto peyorativo «perra» para llevarlo hacia un concepto más feminista y radical y eso se nota en todo el redondo con temas como La manada, Canicidio o Amores perros.
Así que CERVEZA GRATIX se sube al escenario. Curiosamente, y dado que fuera de la sala antes de comenzar Y DIOS MATÓ A SU HIJO comentaba con amigos la alegría de ver que cada vez son más los hombres que llevan falda, me alegró ver a su vocalista ataviado con una. Reivindico desde aquí y hago un llamamiento a todos los hombres a que prueben una. No sólo quedan fantásticas, es que son más cómodas (sobre todo en verano).
Y volviendo a lo meramente musical, CERVEZA GRATIX no viene a perder ni un minuto sobre las tablas. Su sonido es potente, su arranque enérgico y desde el minuto uno su puesta en escena te atrapa. Hace un punk que juguetea con el hardcore y su sonido se mezcla y remezcla con otros géneros de rock duro y oscuro. Sus letras son pegadizas y sus estribillos invitan al coro (y al pogo). Aunque el peso de la actuación se la llevó su vocalista, animando, bailando y saltando con un carisma poco común, también se hacían apuestas entre el público sobre cuántas piernas o brazos tenía el batería. Arrollador durante toda la actuación.
Pero también había miradas puestas sobre su guitarrista y bajista. La banda arrancó con Hijos de perra y la armónica puso el punto de mira sobre ella por su melodía tan sencilla pero tan eficaz. Claro. Así ya se metieron a la sala Even en el bolsillo. Grandes momentos sucedieron con cortes como V (de venganza) o la pegadiza El buen español, ampliamente coreada, pero también hubo lugar para la rabia y la pena con Canicidio, basada no sólo en hechos reales, sino vivida en primera persona por la banda.
El concierto pasó como un soplo de aire fresco. Refrescante, agradable, pero terriblemente veloz. Y con esas nos tuvimos que despedir (el horario manda) hasta que podamos volver a ver a estas dos bandas. Juntas o por separado. Cuando salimos, el sol seguía brillando y había una noche por delante llena de posibilidades.
A modo de recordatorio y por si te has quedado con ganas de verles en directo, CERVEZA GRATIX tiene por ahora confirmadas estas fechas. ¡No te lo pierdas!