worm Foreverglade

 

Un río cubierto de hierba” fueron las palabras que empleó en 1947 la pionera ecologista estadounidense Marjory Stoneman Douglas para describir el inhóspito paraje de los Everglades, un interminable humedal de 20.000 km de extensión localizado al sur de Florida. Más de medio siglo después, este redactor quisiera retomar las palabras de la susodicha para designar el nuevo trabajo de los floridanos WORM, que como los Everglades en los que se inspira, no es otra cosa que un inmenso río, un torrente expansivo cargado de amenazante vegetación en forma de 44 minutos del más excelso death/doom desplegado a lo largo de este fructífero 2021.

 

Foreverglade (20 Buck Spin Records) supone, en muchos sentidos, la culminación del proyecto sonoro que WORM lleva gestando desde la publicación de su primer LP, Evocation of the Black Marsh (2017), precedido de dos estimables demos y sucedido por el aún más cautivador Gloomlord (2019). En lo conceptual, y como ocurría en los lanzamientos previos, el pantano vuelve a erigirse como eje lírico de este trabajo, inspirándose los seis temas que lo conforman de un modo u otro en el rico imaginario que ofrece dicho entorno. Esta aproximación temática, entre lo naturalista y lo romántico, acerca a WORM en cierto sentido a otro estilo como el black metal escandinavo de los 90’s, que encontró inspiración en los infinitos bosques de su geografía y la oscura crudeza de sus inviernos para superar con gracia y lirismo el monopolio que las temáticas más explícitamente sangrientas ostentaban entonces en la música extrema. Adaptándose a su contexto territorial y climático, la operación localista realizada por los estadounidenses al apoyarse en el pantanoso suelo de su Florida natal resulta muy interesante. Demostrándose capaces de escapar de los lugares comunes que plagan los géneros en los que se inscriben, WORM consigue vislumbrar el lado más siniestro de su naturaleza nativa, valiéndose de una suerte de estética burkiana de lo sublime llevada casi al abstracto en la portada del álbum a cargo de Brad Moore (vid. Morpheus Descends, Tomb Mold, Gatecreeper y otros), en la que una maraña de formas orgánicas se perfilan acechantemente, como hipotéticos habitantes de una marisma vieja como el tiempo mismo. Los lazos con el referido subgénero, no obstante, no se acaban ahí, extendiéndose también a otras elecciones estéticas de la banda, cuyos integrantes recurren en fotos promocionales a su particular versión del corpsepainting popularizado por formaciones como Mayhem, Darkthrone o Emperor, al tiempo que ocultan sus identidades bajo pseudónimos —para ser justos— algo rimbombantes.

 

 

En lo musical, y retomando la cita de Stoneman, Foreverglade fluye como un río, aunque cargado de aguas espesas y glaucas. Con predominancia de los mid-tempos, los temas manan marcados por un aire pausado que desemboca en una atmósfera tupida y asfixiante, algo que WORM consigue sin echar mano de frenetismos percusivos. La peculiar ausencia de blast beats —algo de lo que no todas las bandas de death/doom se atreven a prescindir— es suplida, además de por el preciso manejo del doble bombo por parte de L. Dusk, por una inmensa colección de solos que en muchas ocasiones apresuran el pulso de los temas. Presentes en cada uno de ellos, los solos de Nihilistic Manifesto sorprenden por su finura y tecnicidad, alejándose de la veta más caótica que tan perfectamente encarnaron, por poner un ejemplo paradigmático, Kerry King y Jeff Hanneman durante su labor conjunta en Slayer. En sintonía con la sensación total de control y elegancia que desprende el álbum, los solos se sitúan más bien en la escuela que en el death metal abanderó un primer espada del instrumento como lo fue Chuck Schuldiner, a cuyo espectacular trabajo armónico en The Sound of Perseverance (1998) debe mucho el ejercicio de guitarra desplegado en Foreverglade. La corroboración de este comentario en absoluto gratuito el lector podrá hallarla en Subaqueous Funeral, un tema (casi) instrumental de tres minutos en el que resuenan ecos de tracks tan míticos del mentado álbum como The Flesh and the Power it Holds.

 

Más allá de los límpidos solos y los pasajes más deleitosamente parsimoniosos que copan el tercer vástago de WORM, este ofrece igualmente algunos riffs al más puro estilo vieja escuela que permiten al oyente hacer algo de pie en esta ciénaga sónica en la que lentamente se hunde. Sirvan de ejemplo los dos monolíticos riffs cortesía de Phantom Slaughter que caen como una pesada losa hacia la mitad tanto del tema homónimo que introduce el álbum como de su sucesor, Murk Above the Dark Moor. El músico, piedra angular de la formación, además de cubrir la sección de cuerdas, es el encargado dar voz a este arcano ente natural que es WORM, alternando entre ceremoniales graves y rabiosos agudos cual trasunto contemporáneo de los monstruos de The Swamp Thing (Wes Craven, 1982) y Creature From the Black Lagoon (Jack Arnold, 1954). Es también Phantom Slaughter, junto a Equimanthorn, el responsable de las brillantes melodías con sintetizador que atraviesan el trabajo, cuya presencia constituye uno de los aspectos diferenciadores de la inmensa travesía propuesta en Foreverglade. Basta con atender a los primeros compases de Cloaked in Nightwinds o de Empire of the Necromancers para entender el peso que esta faceta más experimental de la formación tiene en su nueva propuesta. Y es que más allá del uso ornamental, los sintetizadores adquieren aquí un papel protagonista, (des)dibujando melodías que acompañan al trabajo de guitarra para dotarlas de un nuevo sentido. Los temas se imbuyen así de un aire entre lo melodramático y lo solemne, deviniendo una suerte de música litúrgica tan intimidante como hermosa.

 

worm

 

Puede que esos dos últimos adjetivos sean los que mejor resuman el tercer trabajo de los estadounidenses WORM, un álbum que se sitúa (y no lo dice únicamente este redactor) como uno de los mejores lanzamientos del pasado año en lo que ampliamente reconocemos como música extrema. El evidente esfuerzo puesto por la banda a la hora de generar un contenido tan serio y potente es en parte culpable de los halagos que está recibiendo entre los círculos underground, y a los que voluntariosamente me sumo no sin antes destacar la impecable mezcla realizada por Stephen DeAcutis, responsable de la siniestra nitidez que envuelve el sonido general de ese río cubierto de hierba que es Foreverglade. Dicho esto, simplemente queda desear una larga trayectoria al viscoso platelminto en el que se ha constituido WORM, de quien esperamos recibir próximamente nuevo material con los que nigromantes y demás melancólicos puedan musicar los cenagosos rituales a los que son asiduos.

 

Nota: 9’5
Track Seleccionado: Murk Above the Dark Moor

 

Tracklist:
1. Foreverglade (intro) 05:26
2. Murk Above The Dark Moor 07:37

3. Cloaked in Nightwinds 11:14
4. Empire of the Necromancers 07:00

5. Subaqueous Funeral 03:38
6. Centuries of Ooze 09:47

 

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Autores:

Redactor

 

Daniel Arcos