Por Jose María García
El pasado sábado 17 de septiembre tuvimos la oportunidad de disfrutar del magnífico directo de SAUROM en la sala París 15 en su parada en Málaga de la gira “La Caja de Música Tour”. La banda consiguió reunir a una buena cantidad de seguidores, muchos más que los que acudieron a su último concierto en la capital hace unos años, según el mismo Miguel Ángel Franco relataba orgulloso en uno de sus speeches. En esta ocasión SAUROM interpretaron temas de su ecléctico disco de estudio Música, publicado a finales de 2020 y otros muchos temas incluidos en su más reciente disco cuádruple de versiones de sus canciones interpretadas por diversos artistas, Mester de Juglaría.
En cuanto al aspecto técnico, las imágenes de animación que decoraban la pantalla del fondo del escenario eran originales y acordes con cada tema. El sonido del espectáculo fue muy limpio, no demasiado alto, desde el momento en el que empezó a sonar el primer tema, versionado en el disco Mester de Juglaría por unos magníficos SALDUIE, El monte de las ánimas. Tras este se fueron alternando durante todo el concierto cortes metaleros con otros más melódicos, como La hija de las estrellas, La leyenda de Gambrinus, El queso rodante, Música, La batalla con los cueros de vino o El Lazarillo de Tormes. Los músicos tuvieron un buen desempeño, destacando la potencia y claridad de la voz dulce de Miguel Franco y la habilidad como multiinstrumentista de Narci Lara. En la parte negativa, me quedé esperando los efectos de pirotecnia que estaban preparados en el foso y nunca actuaron, supuse que por algún fallo técnico.
Los gaditanos, haciendo honor al carácter de su tierra, dieron un concierto cargado de buena energía, destacando al cantante como especial transmisor de simpatía con su sonrisa perenne y su soltura al hablar con el público. En cierto momento al empezar el punteo lento de guitarra acústica de una intro Miguel empezó a canturrear Si amaneciera, riendo, bromeando por la posible similitud con este tema de Saratoga, reconociendo que él también es fan de éstos.
El buen clima que existe entre los miembros del grupo es fácilmente palpable, cosa que, cuando comenté durante el concierto con uno de los miembros de su equipo me fue reconfirmada: “…Ahí detrás (señalando al backstage) entre ellos es igual, además su entrega con ellos es total y recíproca…(señalando al público, concretamente a a un grupo de primera fila tocados todos con gorros de bufón)”. Incluso en un momento dado se abrazaron y besaron en la mejilla Miguel y el bajista Jose Gallardo “Joselito”, que merece mención aparte como animador, saltando, dando vueltas sobre sí mismo y disparando al público con el rayo laser del mástil de su bajo. Hacia la segunda mitad del espectáculo, a modo de broma, alguien del público sacó un cartelito en el que se leía “sois unos infantiles con el rayito láser”, a lo que el frontman contestó de buen rollo algo así como que eso es bueno, que hay que ser niños siempre.
Otro aliciente utilizado para animar fue lanzar al público enormes globos, como balones gigantes, de muchos colores, uno de los cuales volvió de rebote y tiró un pie de micro, obligando al tramoyista a intervenir cambiando el micrófono.
Ya casi al final del espectáculo el cantante señaló directamente a uno de los asistentes de las primeras filas para felicitarle el cumpleaños, haciendo que todo el público se apartara formando un gran círculo en cuyo centro quedó el cumpleañero, para acto seguido animar a todos a darle un achuchón colectivo, lo que fue el comienzo de un multitudinario moshing.
Una vez terminado el evento los satisfechos espectadores colapsaron el puesto de merchandising, tan interesante y variado como los álbumes de SAUROM, donde adquirieron camisetas, vinilos, tazas, puas o baquetas como recuerdo del que fue un concierto memorable.