Por Juan Ángel Martos

 

 

The Burial es el debut del proyecto en solitario del musico chileno Sergio González Catalán (RISE TO THE SKY, WINDS OF TRAGEDY), bajo el nombre de MY DEAREST WOUND, que será editado por Tragedy Productions.

 

La música, las letras, las voces y los instrumentos corren de su cuenta, contando con la percusión de Nikola Dusmanic, encargado también de la producción, mezcla y mastering del álbum en Ezoterik Studios. Además, cuenta con un artwork increíble de Natalia Drepina, fotógrafa rusa que se introduce en el subconsciente para mostrarnos la condición humana en todo su esplendor, merece la pena echarle un ojo a su trabajo.

 

Su música es envolvente, oscura y con un toque melancólico que entrelaza perfectamente con el doom para insertar su black depresivo y poderoso. Todo esto queda bien representado en el tema que abre el trabajo When Did I Die?, adelanto del álbum y videoclip, un corte donde la melodía prima sobre la violencia rítmica a pesar de que el black es su base, resaltando las guitarras y las armonías vocales. Con End It All, nos adentra en otro estilo, un medio tiempo que camina lento, donde la voz se torna más gutural y el doom emerge de las profundidades, aunque en su parte final se acelera para tomar las riendas los blast beats enfermizos de black hasta reducir a cenizas minimalistas el cierre con un llanto adolescente.

 

Y es que Sergio Gonzales introduce como elementos compositivos diversos sonidos y cinemáticas de películas que dan sentido a la temática global del álbum y complementa su particular visión, Annihilator es un ejemplo y un corte más despiadado y cercano a la inicial en cuanto a estructura y epicidad, donde los teclados le aportan otro punto más de frescura. A Thousand Goodbyes es una delicia de corte, con un toque goticista en su desarrollo donde la melancolía se engalana y reflexiona sobre la vida y la muerte, incluso cuando cambia a mediados de la canción y se envilece, le aporta un toque de luminosidad a una de las composiciones más destacadas.

 

We Don´t Belive In Happiness, nos devuelve a ese lento y pesar caminar doom, con otro medio tiempo que se expande en su melodía creando terrenos reflexivos tan dulces como tristes, al igual que Dreams, aunque siempre estos cortes presentan dos partes bien diferenciadas pero que se complementan a la perfección. El cierre lo pone Life Was Pain, quizás el corte más sencillo del álbum, aunque con las mismas estructuras, pero los ritmos son más planos tanto en la parte doom como en la black, cerrando con un dialogo cinéfilo y un teclado con un tinte eclesiástico. 8/10.

 

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