Crónica: RAM y WARFECT reviven los 80’s en el legendario pub The Abyss (Gotemburgo, 17-11-23)

The Abyss es posiblemente el bar más chulo en el que he estado nunca. Cubierto de pósters, pegatinas y hasta bufandas de incontables bandas de culto y con una foto de MOTÖRHEAD bien grande en el exterior; visualmente atraería a cualquier heavy que se precie. Aparte, no es el típico bar heavy donde día sí y día también te ponen los mayores éxitos del rock y el metal para contentar al mayor número de gente posible. The Abyss apuesta por lo underground. Se organizan trivials metaleros, sesiones de DJ’s a vinilo tematizadas, así como conciertos de bandas no super conocidas.

En el caso del día que nos ocupa, el bolo lo daban Warfect y RAM, en ese orden. WARFECT es un power trío cuyo instrumental recuerda en unas ocasiones al thrash de la bay area y en otras al germano, pero con vocales definitivamente más parecidos a los de esta última escuela. Es decir, ásperos y rozando el gutural. Solo valiéndose en ocasiones de un efecto de eco.

Aunque la producción de sus discos es de tipo actual, sus composiciones y sus pintas recuerdan a los 80’s, destacando sobre todo el look del bajista, que llevaba una camiseta blanca de Miami Vice perfectamente conjuntada con sus, también blancas, zapatillas de deporte altas. Afortunadamente, la calidad de su sonido en vivo es bueno acorde a los estándares actuales y no a los antiguos. La mezcla era perfecta y no percibí ningún ruido ni problema en ese sentido.
Como es tradición en su género, se entrelazan continuamente partes más rítmicas y partes más rápidas, pero también hay hueco para secciones lentas con punteos tétricos. Por desgracia, el público sueco no es el mejor del mundo en cuanto a predisposición para moshear, y menos cuando el aforo es reducido. Así que hubo que esperar hasta que tocaron Hail Cesar para que la fuerza de su potente estribillo instigara la formación de un tímido pogo.

Otro momento destacable fue cuando, hacia el final de su actuación, tocaron Drone Wars. Esta canción resume bastante bien el sonido de la banda, ya que empieza recordando a KREATOR, y en menor medida, a SODOM; pero tiene un solo rápido y chillón totalmente rollo Slayer. Mayormente, entre el estilo de estas tres bandas se mueve WARFECT.

El directo es fenomenal, funcionan como un reloj suizo. Pero tengo que decir que no es un grupo que me llame tanto la atención porque creo que carece de toque personal. Es previsible. Pero a pesar de todo, el público respondió bien y en la última canción el mosh pit volvió con más fuerza y fue sucedido por coreos y aplausos.

Yo por lo que estaba emocionado era por ver a RAM, que es en mi opinión de lo mejor a nivel mundial en lo que algunos llaman la New Wave of Traditional Heavy Metal (NWOTHM). Seguramente el nombre de la banda se deba a la canción Ram it Down de JUDAS PRIEST, ya que claramente es su mayor inspiración. Ya sea en un sentido más speed metal tipo Painkiller o más heavy como sus discos de los 70s, las reminiscencias a los Judas son perennes y llegan hasta la puesta en escena. Armados de mucho cuero y tachuelas, RAM es uno de esos grupos que cuida su estética para que se parezca a la de la primera mitad de los 80’s, a la de agrupaciones míticas como por ejemplo EXCITER.

Yo personalmente soy mucho más favorable a cuidar la estética que a despreciarla. Creo que el metal es más que solo música. Es una subcultura que en su época de oro se caracterizaba por una extravagancia visual que se fue perdiendo en el transcurso de los 90’s. A modo de reacción -y seguramente también tratando de imitar al floreciente movimiento grunge-, muchas bandas dejaron atrás las pintas llamativas y comenzaron a vestirse con una sobria camiseta negra y a prescindir de los adornos. Menos mal que de unos años para acá está volviendo la moda de los 80’s.

Volviendo al concierto, el inicio de RAM resultó muy problemático, ya que el volumen general estaba demasiado bajo y el micrófono no funcionaba. Luego de un par de minutos el micrófono empezó a sonar, pero continuó desconectándose por momentos y dando feedback el resto del show.

Además, el cantante, tengo que decir con todo el dolor de mi corazón que sonó muy desafinado durante las primeras canciones, donde, tristemente, se encontraba mi favorita, Blades of Betrayal. Es de estas veces que escuchas una banda de vocales virtuosos y te preguntas: ¿Logrará el cantante estar a la altura del álbum en directo? Y, a pesar de que a partir del cuarto tema parece que ya calentó y dejó de sonar mal, tampoco llegó a sonar perfecto. A su favor diré que está claro que tiene mucha técnica, ya que sabe llegar a agudos hipersónicos, como Rob Halford. Y también que domina la técnica de cantar con el micro más y menos alejado, que, acompañada de reverb, crea la impresión de que el grito lo pega alguien que se está acercando a gran velocidad.

La mencionada cuarta canción fue The Trap, cuyo pegadizo estribillo te transporta al 1980. Es un buen ejemplo del estilo de RAM: riffs usualmente simples pero muy memorables y melodías que a veces suenan imponentes y a veces juguetonas, marca de la NWOBHM. Aparte de a JUDAS PRIEST, cabe señalar que también recuerdan bastante al IRON MAIDEN de Bruce Dickinson. Y en los temas menos clasicones, a SANCTUARY y a WOLF.

En cuanto al público, se le veía muy entusiasmado, así como a los miembros de la banda, que tenían dibujada una cara de estar viviendo el mejor momento de sus vidas increíble. Y así debe ser, los músicos siempre tienen que darlo todo en el escenario a pesar de los posibles contratiempos, ya que los sentimientos se contagian. De hecho, la audiencia fue de 10, ya que desde que empezaron a sonar los acechantes compases de Gulag, se pasaron cantando y coreando todas las canciones hasta que el concierto terminó.

En conclusión, un buen concierto, pero no al nivel de mis expectativas.