A pesar de que ya vi la gira de ABBATH, TOXIC HOLOCAUST y HELLRIPPER hace un mes en Sevilla, me quedé con ganas de más. Así que el pasado viernes 9 de enero me dispuse a verlos también en la sala Trädgår´n de Gotemburgo. Llevaba sin ir a esa sala desde el concierto de SONATA ARCTICA y STRATOVARIUS, y lo primero que me llamó la atención al entrar esta segunda vez es la diferencia entre las dos audiencias. En el de SONATA ARCTICA la gente iba más casual. Mientras que en el que hoy nos atañe, se veían más battlevests, camisetas de grupos de culto, pinchos, cadenas y demás. Aparte, en este, aunque la sala parecía un poco más vacía, había más gente muy joven.

 

El primer grupo en tocar era HELLRIPPER, que se podría definir como un black/speed metal un poco más fuerte que MIDNIGHT pero menos que NIFELHEIM. En mi opinión, se debería considerar metal extremo, pero aún conserva prominentes toques rock’n’rolleros. Es hijo orgulloso de MOTÖRHEAD.

 

 

De entre las tres actuaciones, la de HELLRIPPER fue la que más me gustó cuando los vi en Sevilla. Y esta vez volvería a decir lo mismo. El ritmo es extremadamente rápido, la furibunda ejecución pone los vellos de punta, y los afilados punteos de la guitarra penetran en el oyente como cuchillo en mantequilla, dejándolo completamente hipnotizado. 

 

Además, el líder James McBain es experto en entretener a la audiencia. Siempre parece estar pasando el mejor rato de su vida. No para de moverse de un lado a otro ni de pedir al público que haga mosh. Y el público, al ver la genuina pasión proyectada en su rostro y gestos, se ve muy entregado. Sin embargo, a pesar de que la Trädgår´n es una sala más grande que la Fanatic de Sevilla y de que había más gente, el mosh aquí fue más pequeño que en el de Sevilla.

 

Momentos destacados fueron la canción Bastard of Hades o The Nuckelavee, donde también pudimos ver cantar al bajista haciendo contraste con su voz grave. Pero, sobre todo, lo más impactante fue ver a McBain haciendo crowdsurfing dos veces al final del concierto, y la segunda vez lo hizo sin cesar de tocar la guitarra. Sobraban manos dispuestas a sujetarle.

 

Pasando al siguiente orden del día: yo tenía muchas ganas de ver a TOXIC HOLOCAUST de nuevo, porque a pesar de ser una banda que me gusta y escucho desde hace muchos años, no me llevé un buen sabor de boca de su paso por la capital hispalense. En Sevilla el sonido estaba mal configurado. Se oía todo como entrecortado y hecho una bola. No fue tan malo como para cancelar la actuación, pero sí como para que dejaran de tocar antes de tiempo. De hecho, estuve comentando el asunto con más gente y todos teníamos la misma queja.

 

 

Sin embargo, esta segunda vez sonaba todo bien excepto el volumen de la guitarra, que estaba demasiado bajo. Pero, afortunadamente, a la altura de la tercera canción se arregló. Cabe mencionar el asombroso aspecto de la guitarra: verde fosforescente y con cuatro puntas, formando una especie de “X” asimétrica y puntiaguda.

 

TOXIC HOLOCAUST es como una especie de thrash metal muy influenciado por el punk y por VENOM. Por un lado tiene la simpleza, y por otro, la suciedad. Todo adobado por un incansable galopante d-beat. Sin embargo, aún siendo una música perfecta para moshear sin parar, en las primeras canciones no hubo pogo. Es gracioso, porque en esas situaciones siempre se ve a gente merodeando la zona delantera mientras mira a un lado y a otro esperando que alguien empiece el pogo o deduciendo quiénes se apuntarían si él lo iniciase.

 

Finalmente, el ansiado mosh pit se originó cuando sonó la agresiva Wild Dogs. Después de eso el público continuó apoyando. Me gustó sobre todo la de I am Disease, que con sus ritmos lentos y pesados recuerda a Seasons in the Abyss de SLAYER. Y, cómo no, Nuke the Cross, cuyos acordes impactan como una batería de ametralladora. Lo único malo de la actuación, aparte de la mezcla de las dos primeras canciones, fue que se hizo demasiado corto.

 

Para el cabeza de cartel la sala se llenó aún más de gente y se tiñió de luces rojas. A la hora acordada ABBATH entró al escenario con su armadura y su cara de gruñón. Aunque poco después nos damos cuenta de que esa es solo su pose teatral, ya que aprovechó muchos momentos entre canciones para bromear (no sé si en sueco o en noruego) y hasta poner voces ridículas. Esto contrasta con el comportamiento que exhibió en Sevilla, ya que no recuerdo haberle visto hacer el tonto allí. 

 

 

Otra cosa que llama la atención es que se ponga medio agachado y encorvado hacia el micro en lugar de erguirse completamente y ajustar el micro a su altura. Su actitud es como de “soy malo malísimo pero en broma“, cosa por la que alguna gente le critica. Pero yo creo que a partir de cierta edad es imposible aparentar ser malvado de una manera no infantil o irónica.

 

 

La música de ABBATH es black metal al estilo de IMMORTAL, pero tal vez con un enfoque más épico y moderno. Lanza unos guturales que parece que se va a rajar la garganta, y compone melodías bastante complejas sobre un doble bombo absolutamente brutal. Destacó la canción Dread Reaver, para la que se formó un mosh pit. Esta describe muy bien el sonido de ABBATH, que mezcla agresividad con secciones melódicas de ensueño. Mientras, el público gritaba y vitoreaba como si estuvieran siguiendo a su emperador en una cruzada maligna. Otros momentos destacables fueron cuando tocó los míticos temas de IMMORTAL One by One y Withstand the Fall of Time, que son un festival gourmet de riffs. Realmente, la noche fue magnífica a excepción de una cosa. Y es que el lugar olía muy fuerte a sudor.