Como la mayoría de quienes no pudimos mamarlo en casa, comencé con esto de los sonidos estridentes al llegar a la adolescencia. Soy de la generación que creció viendo Pokémon y Digimon y, en lo musical, Linkin Park, System Of A Down o Slipknot eran algunas de las bandas que más fuerte seguían pegando en la escena metalera de finales de los dos mil, en lo que fueron los últimos coletazos del éxito del nu metal. En esa, una época en la que nos pasábamos canciones por el infrarrojo de los Nokia, comenzaban a llegarme temas de los antes mencionados y de otros como Green Day, AC/DC, Nirvana o Metallica. Recuerdo que me gustaba aquello porque me hacía sentir diferente.

Considero que tengo un gusto ecléctico, ya que me hallo en constante evolución en cuanto a interés por los diferentes géneros y escuchar música nueva es algo con lo que disfruto. Ahora, estoy agradecido de poder formar parte y aprender de este gran equipo. Y es que quién me iba a decir entonces que, una década después, podría escribir sobre eso que me hacía sentir diferente.