Esto queda presente en canciones como la peculiar versión con sello propio del “Kill By Death” de Mötorhead o en el homenaje a las grandes bandas de los ochenta que es “Condenados al olvido”, sin duda una de las mejores composiciones del disco, que por su potencia, sus cambios de ritmos y el gran trabajo que realiza toda la banda la convierten en una canción fija para directo.
Canciones como “Soy”, donde el protagonista es la batería, contrastan con otras como “Reina de la Noche”, “Buscando el camino” o “Esquizofrenia”, donde una voz aguda y poderosa nos recuerda a grupos como Ángeles del Infierno en la primera o a Judas Priest en su versión más dura del Painkiller en la segunda. Sin duda el trabajo vocal de José Juarez “Loki” en el disco es sobresaliente. No podemos olvidar tampoco los tintes más oscuros que adquieren canciones como “Odio” con un comienzo duro y gutural, o la lenta oscuridad de “Morten”.
El lado lento y tranquilo del álbum viene de la mano de dos baladas con guitarras acústicas como son “Aleluyah” o “Piensa en mí”, donde en esta última el sonido acústico comparte protagonismo al final con la fuerza de las guitarras eléctricas, convirtiéndola en una balada a dos tiempos rematada por unos agudos al final que te pondrán los pelos de punta.
Dentro de tal diversidad podemos encontrar también una homogeneidad en cuanto a la composición. Su estructura clásica a dos guitarras, una rítmica y otra solista, se mezclan en riffs muy pegadizos, que se verá contrastado por unos cambios de ritmo marcados por un bajo o una guitarra con un sonido muy maideniano, que sirve de antesala de un gran solo que rematará la canción, siendo muy visible en canciones como “Odio”, “Morten” y “Esquizofrenía”.
Junto al buen trabajo a las seis cuerdas de Carlos Pastrana y Rafa Medina, y al de Charly Rivera a bajo, no podemos olvidar la labor realizada a la batería por Antonio Jiménez “Chino”, que destaca en canciones como “Soy” o “Armagedon”, para mi una de las más interesantes del disco, donde al buen trabajo de la batería marcando los cambios de ritmo de forma magistral, se une un trabajo formidable de las guitarras, que van in crescendo desde el sonido acústico del principio al más duro y hard rockero del final, propio del mismísimo Zack Wilde.
Salvo por la letra de alguna canción que en cierto momento suena algo forzada o la letra de “Reina de la Noche”, cuya temática llena de estereotipos y clichés le quitan un poco de credibilidad a la canción, tenemos un buen disco que hará las delicias de los amantes del heavy metal clásico.