Trabajo nuevo a la vista, concierto de presentación para ir abriendo el apetito. Y es que la ola de calor que estamos viviendo no ha impedido que SOULFLY aterrizara el pasado lunes en la sala The One en San Vicente del Raspeig (Alicante) y la llenara con su sonido contundente y la presencia de sus seguidores más fieles. A pesar de las altas temperaturas, media hora antes de la apertura de puertas ya se congregaba gente haciendo cola a la entrada de la sala para el que sería el tercer concierto consecutivo de la banda en nuestro país después de pasar por Madrid y Málaga.

SCILA y FUCKOP FAMILY fueron las bandas elegidas como bandas teloneras para abrir el evento. Ambas formaciones comparten raíces alicantinas. A las nueve menos cuarto, tal como marcaba el programa, daba comienzo el concierto de la mano de SCILA, que presentaban su nuevo trabajo Colossus. A pesar de que al inicio las voces no se escuchaban como deberían, el sonido fue mejorando durante el transcurso de la actuación. Personalmente, no conocía esta banda y ha sido un descubrimiento interesante.

 

A las nueve y media pasadas subían al escenario los integrantes de FUCKOP FAMILY, banda que he tenido la oportunidad de ver en directo varias veces y que siguen fieles a sus ritmos fusionando metal, rap, funk, reggae y punk entre otros. Sonaron canciones como La cultura del odio de su disco Antisistema Sound Connection y temas de su quinto álbum de estudio Kinkilleros. Humor, crítica social y buen rollo marcaron el final de las actuaciones antes de que SOULFLY apareciese en escena.

Con la sala notablemente más llena, a las once menos diez el escenario estaba preparado para que SOULFLY empezara su actuación. En un escenario en el que los cabezales, pantallas y parte de la batería estaban camuflados por redes militares, Max Cavalera y los suyos movieron a toda la sala con Frontlines. Si bien es cierto que instrumentalmente siguen siendo brutales, la voz de Max no suena igual que antes, aunque bien es cierto que fue mejorando con cada canción y que su sonido es menos roto y más limpio a mi parecer (el paso del tiempo nos afecta a todos, es inevitable). Lo que sigue siendo una realidad tangible es su indiscutible presencia imponente sobre el escenario y su carisma como líder de la banda.

 
Temas como Prophecy o Fire movilizaron a los asistentes que en las filas delanteras crearon un circle pit sin incidentes. Saltos, manos al aire, movimiento de cabezas y muchas voces al unísono fueron visibles en canciones que vinieron después, como Blood Fire War Hate y Rise of the Fallen.

Un momento especial (y por mi parte, esperado) de la noche fue la presentación de su nuevo single, The Summoning, un temazo rápido y agresivo, instrumentalmente enérgico y contundente. Esta canción forma parte de su nuevo disco, Ritual, que verá la luz el próximo mes de octubre y del que nos quedamos con las ganas de escuchar más.

 
Tras este aperitivo su guitarrista, Marc Rizzo, comenzó a ganar protagonismo con sus solos de guitarra que dejaron boquiabiertos a más de uno de los presentes (y es que la música en directo es mágica). Canciones como Mars marcaron ese inicio que transicionó a temas como No Hope = No Fear y acabando con Umbabaraumba antes de Downstroy, que prosiguió con un solo de guitarra de Marc en un ambiente de luces tenues y aplausos intercalados.
 
En la recta final de la actuación, no decayó en ningún momento la fuerza de la banda ni la energía del público, quien volvió a saltar y corear parte de los temas de Bleed y Plata o Plomo (y digo parte porque no los tocaron completos). Tras ello, tuvo lugar el momento más tribal de la noche cuando en el escenario se colocaron tres timbales que tocaron Max, Marc y Mike para concluir el tema Tribe.

La sala pedía temas y Max quiso dárselos. Preguntó en castellano varias veces y la respuesta no se hizo esperar. Babylon y Back to the Primitive fueron dinamita y cerraron el setlist antes de unos minutos de parón para tomar aire y volver con un bis que sorprendió gratamente con Policia, tema de Sepultura, que hizo saltar nuevamente a toda la sala. 

 
Con el sabor del final en los labios, Eye for an Eye fue la canción elegida para terminar de dar caña, como ellos saben, y un outro del tema The Trooper de Iron Maiden.

Fue poco más de una hora y cuarto de concierto que dejó claro que SOULFLY es una banda que seguirá dando guerra. Max recordó que este año se cumplen 20 años desde el lanzamiento de su primer trabajo, allá por abril del 98. Puede que en la actualidad Max no sea vocalmente igual que al principio (cosa más que normal, en mi humilde opinión), pero sigue sabiendo liderar con actitud y fuerza una banda con unos músicos increíbles. Destacable es también la atención que tuvo con el público, queriendo hacernos partícipes en todo momento del show. Ahora nos toca esperar hasta octubre para descubrir las sorpresas que esconde el nuevo trabajo de SOULFLY, álbum que han bautizado como Ritual.

Para poner punto y final, mención especial a la organización del evento, Aurum Management, que se portaron estupendamente con los medios que cubríamos el evento.