Tras emular su anterior visita a Córdoba haciendo temblar la Sala X de Sevilla la noche anterior, llegaba la hora de la segunda parada que HAMLET hacía por tierras andaluzas, en este caso Málaga. La noche no pintaba del todo bien, pues aun siendo de estilos completamente distintos, esa misma noche tocaba en la capital otra banda del calibre de Medina Azahara, algo que podría influir en la asistencia de público al concierto. Por suerte fue solo un espejismo.
Desde temprana hora de la noche y antes de la apertura de la sala, ya se reunían en el exterior un gran número de asistentes de lo más variopinto. Desde gente más adulta que ha disfrutado y crecido con la música de la banda desde sus inicios, hasta caras más jóvenes, que se han sumado a las hordas de seguidores en tiempos más tardíos, se daban cita para la ocasión. Desde experimentados metalheads que repetían una vez más hasta neófitos que acudían por primera vez a uno de sus conciertos. La ocasión lo merecía y nadie volvería a casa defraudado esa noche.
Por fin se abrieron las puertas y cada uno comenzó a ocupar posiciones dentro de la sala. Esa sensación de feliz nerviosismo preconcierto comenzaba a propagarse entre todos los presentes que ya llenaban la sala, mientras esperaban ansiosos la salida de HAMLET a escena. No duraría mucho la espera. Como suele ser habitual tras sonar la famosa Misirlou de Dick Dale, o lo que viene siendo lo mismo, la famosa canción de la B.S.O. de Pulp Fiction, saltaron dispuestos a asaltar La Trinchera.
Sin miramientos, con la contundente batería y los oscuros riffs de Persiste, insiste, repite abrieron la noche llenos de agresividad. Desde primera hora, su vocalista Molly nos demostró su gran estado de forma, haciendo un alarde de desgarradores gritos y guturales que contrastaron con la voz más limpia en las partes más sosegadas, como en Tu destino y Eclipse, los dos temas siguientes que sirvieron como presentación de su último álbum Berlín.
El breve receso que Molly hizo a continuación para presentarse ante la audiencia sirvió para hacer un pequeño paréntesis dentro de los temas nuevos de la banda. Rescataron un par de cortes de su álbum El inferno, como son Vivir es una ilusión o Denuncio a Dios, uno de sus temas más conocidos, donde Molly se dio su primer baño de multitudes, bajando del escenario ante un público, que arrodillado de forma multitudinaria, rendía pleitesía a la banda.
Un disco como Berlín, o lo que es lo mismo su décimosegundo disco de estudio, el cual se ha convertido en una obra maestra dentro de la discografía de HAMLET, se merecía sin duda una gran presencia dentro del setlist, tanto que fue tocado casi al completo salvo por dos temas como Cada día un día más o Vulgar. Gran muestra de ellos fueron canciones como Salvajes, Abandonáis, Libertad o El principio de un comienzo, uno de los temas que se vivieron con más intensidad por parte del público, con las que la banda pasó por el escenario como un huracán.
Temas como Limítate, Tu medicina o Antes y después, de los discos Hamlet e Insomnio, sirvieron para recordarnos tiempos pasados, sonando mejor que nunca. Y es que con esa valentía para experimentar con diversos estilos a lo largo de su carrera, HAMLET ha sabido alcanzar esa madurez instrumental que hace grande a una banda, dando forma a un sonido propio lleno de matices, donde cada músico tiene su momento dentro de los temas. Desde Paco Sanchez a la batería, pasando por el sobrio Alvaro Tenorio a las cuatro cuerdas o el guitarrista Ken HC, tienen su peso en cada una de los temas, siendo dirigidos hasta el éxtasis y el desenfreno por dos locomotoras como son Molly y Luis Tárraga, como bien nos demostraron en directo esa noche.
Gran parte de culpa fue de su carismático frontman Molly, que ha sabido mejorar con los años como el buen vino, no solo en el aspecto vocal, contrastando voces más melódicas con otras más guturales y viscerales casi sin inmutarse, sino en el aspecto físico. Pese a sus 53 años el vocalista se convierte en todo un torbellino en escena que no para de moverse de un lado a otro arrastrando con él al resto de la banda y a todo el público. Desde la primera hasta la última fila, incluidos el personal de la sala, acabaron con los brazos en alto y moviendo las cabezas. Y es que no es cantante solo de escenario, si no que llevó su fuerza y su carisma al resto de la sala, entre el público, subiendo a la barandilla de la pasarela superior o incluso a lo alto de la barra, donde subió mientras cantaba Mi religión.
Eso sí, no faltaron tampoco los pogos improvisados durante el concierto o el grito unánime de toda la sala que aclamaba “Hamlet, Hamlet…” una y otra vez cuando estos abandonaron el escenario. Al igual que previamente pudimos escuchar al público también corear “Victoria, Victoria…” varias veces, tras alabar Molly la cerveza local, infinitamente mejor (según él) que la que le pusieron la noche anterior en Sevilla.
Incluso el propio Luís Tárraga subió sobre una tarima armado tan solo con su guitarra y como si de Moisés se trátase, con un leve gesto de manos abrió en dos al público para lanzarlo seguidamente en un impulso Irracional, al ritmo de la canción, con el cual hubieran podido terminar perfectamente el concierto, pero la gente quería más.
La gente tenía ganas de más y la banda también, así que volvieron de nuevo con un tema más lento como es Imaginé, que sirvió como nexo para un final de fiesta desenfrenado. Nos sorprendieron con un corte menos habitual en los directos de la banda como es Habitación 106 y otros dos trallazos del álbum Revolución 12.111, como son J.F. y Egoísmo. Un final de fiesta arrollador con la banda dándolo todo y saltando sin parar, que llevó a algún músico a acabar tirado por el suelo mientras que seguían tocando. La guinda del pastel que terminó por dejar sin voz a gran parte de los asistentes.
Como bien dicen en su canción Héroe, “estamos en conexión…”, la banda supo conectar desde el primer minuto con el público, consiguiendo esa tan codiciada comunión, tan deseada en cada concierto, y convirtiéndola en una auténtica simbiosis entre ambos. Incluso para despedirse renunciaron a la típica foto finish y prefirieron hacerlo dando la cara al público, pues gran parte del éxito y del protagonismos de esa noche fue de todos los asistentes.
Después de casi dos horas de concierto daban por finalizada su actuación con un balance muy positivo, llegando a superar incluso la actuación de la noche anterior, donde el buen sonido hizo justicia a una banda que se mereció con creces su éxito. Y es que, como bien dijo alguno de los presentes: “HAMLET nunca defraudan, toquen delante de 1000 personas o de 50…”
Setlist completo:
1. Persiste, insiste, repite
2. Tu destino
3. Eclipse
4. Vivir es una ilusión
5. Denuncio a dios
6. Salvajes
7. Abandonáis
8. El principio de un comienzo
9. Libertad
10. Imperfección
11. Mi religión
12. Héroe
13. Limítate
14. Antes y después
15. No sé decir adiós
16. Tu medicina
17. Un mundo en pausa
18. Irracional
19. Imaginé
20. JF
21. Habitación 106
22. Egoísmo