25 de marzo. Medio millón de personas nos congregamos en la Ciudad Deportiva de La Habana para asistir al acontecimiento musical más importante en Cuba desde hace más de 50 años. Algo impensable hace menos de dos meses: un concierto gratuito de los Rolling Stones. El recinto está lleno de banderas de todo el mundo, incluida la de EE.UU. Los cubanos han sacado sus camisetas de rockeros: de los Doors a Metallica, pasando por Helloween o Iron Maiden. Parece claro, todo el mundo lo dice: esto es algo histórico. La comparación con el concierto de Pink Floyd en Berlín está en boca de propios y extraños. Muchos cubanos, sobre todo los más jóvenes, piensan que los Rolling harán más por su situación que el hermano Obama. Y seguramente están en lo cierto.
Jamás he sido testigo de una euforia y una exaltación como las que desencadena el arranque del concierto con Jumpin’ Jack Flash. “Parece que los tiempos están cambiando”, lanza Jagger en uno de sus muchos guiños en español al público de La Habana. Y debe de estar en lo cierto, a juzgar por el brillo de ilusión que crece en los ojos de un público absolutamente perplejo. A medida que se van desgranando Paint it Black, Angie, Honky Tonk Women, la Ciudad Deportiva se convierte en una gigantesca caja de Pandora por la que van saliendo los acordes de Sus Satánicas Majestades. Al cierre, dos himnos que parecen un travieso mensaje subliminal para los asistentes: You Can’t Always Get What You Want y (I Can’t Get No) Satisfaction.
Habrá que estar atentos porque la caja de Pandora ha quedado abierta. Fuentes cercanas a los gestores que han traído a la banda nos aseguran que entre los siguientes grandes grupos que vendrán a tocar gratis estará Metallica. Intentarán que esta vez el concierto sea en la Plaza de la Revolución. Se puede caer La Habana… o lo que de ella quedó en pie tras el paso arrollador de los Rolling Stones.
Para Metal Korner
Dr. J
Co-creador, Redactor y Fotógrafo de la web losfestivaleros.com