DRACUNUS fueron los encargados de abrir el festival. Pasadas las 19:30 horas, sonaba la intro “The Throne Of The King”. Momento en el que DRACUNUS aprovechó para ultimar detalles y subirse finalmente al escenario. “The Flag Of The Dragon” daba el pistoletazo de salida al show de Viking Metal que nos tenían preparado. Solo una vez que acabó dieron inicio las presentaciones con un solo del batería que sería increpado por el gaitero Paddy: “Acaba ya coño”. Una broma que arrancó varias carcajadas y que desembocó en tres preguntas por parte de Tony, vocalista y bajista: “¿Os gusta la fiesta? ¿Os gustan los trolls? ¿Y la cerveza? Pues esto es “Trolls Cave”. Un tema donde la gaita de Paddy se convirtió en la protagonista.
Ordaz fue el siguiente en ser presentado de la mano del frontman de la formación, Tony. El guitarrista nos regaló un riff que no levantó ninguna queja. Unos segundos más tarde “Heathen War Horns” sonaba con fuerza y velocidad dentro de la Silikona. Una canción que entusiasmó y provocó varios headbangins por parte de un público que estaba más que calentado.
Después le llegó el momento a Tony, bajista y vocalista que interpretó también un riff. “Esta canción va sobre el primer asalto vikingo” nos adelantaba Tony a los allí presentes. En un visto y no visto “Lindisfarne”, nombre del primer monasterio cristiano asaltado por los vikingos, aparecía en escena. Tony demostró su calidad vocal en dicho tema así como su habilidad con el bajo.
DRACUNUS, que iban vestidos con una indumentaria difícil de etiquetar, no tardaron en dar las pertinentes señales que suelen aparecer cuando un concierto se va a acabar. Sin embargo aún quedaban dos miembros por ser presentados y por ende, dos nuevas canciones. Paddy, el flautista y gaitero disfrutó de su momento de gloria. “Wooden Pints” fue la única versión que interpretaría DRACUNUS. Haciendo así su particular homenaje a Korpiklaani, DRACUNUS nos sugería que estaban a punto de terminar.
Javi, el otro guitarrista, fue el último en saborear su presentación. Nos regaló un riff y un buen ejercicio musical con “Viking Sails”. Y así con esa última embestida ponían broche a un concierto rápido y sublime. DRACUNUS se bajaban del escenario pero daban paso a EKYRIAN.
Después de la actuación de los vikingos le llegó el turno a EKYRIAN cuyo objetivo era presentar su primera maqueta Memorias del bosque. Con nueve miembros, ni uno más, ni uno menos les faltó escenario. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que los folkies de la noche contaban con: un vocalista, dos guitarristas, un bajista, un teclista, una violinista, un batería, un gaitero y un flautista. Sin embargo, la falta de espacio no mermó su buen hacer, ni su grata actitud.
Con fuerza se hizo un hueco la primera versión de EKYRIAN: “Noche de Halloween” de los gaditanos Saurom. Una canción que sin lugar a dudas fue coreada y bailada por un público completamente entregado. Sin embargo, el siguiente tema no fue tan alegre aunque sí lo fue para nosotros el papel de la flauta travesera en “Último Aliento”.
EKYRIAN venía para presentar su primera maqueta Memorias del Bosque que ha visto la luz este año, tres después de su nacimiento. No obstante con “El Capitán del Agua Triste” la fiesta volvió a la Silikona y todos empezaron a brincar sin miramientos y a bailar con ansia. Acto seguido “El cuento de la oscuridad” se presentó ante nosotros. Una pieza donde nuevamente resaltaba la increíble fuerza vocal que conforman Jorge Martín como vocalista y Roberto Pérez, Fran Viñuela, Roberto Herrera y Miguel como coros. Sin lugar a dudas la fuerza, armonía y potencia que destilaban sus cinco voces al unísono resultó algo mágico.
La segunda versión que protagonizaron EKYRIAN y que nos iba denostando el final de su actuación fue “El Atrapasueños” donde Miguel pudo apoderarse de su gaita una vez más. Versión de Mago de Öz que interpretaron con esmero para la satisfacción de un público que enloqueció aún más. Y donde además el teclado de Roberto Herrera nos deleitó con su maestría.
Con “La llegada del Krampus” por desgracia EKYRIAN se despedían de nosotros. Las guitarras de Carlos Roldán y Fran Viñuela acompañaron a la flauta de travesera de Aitor Balda y crearon una atmósfera maravillosa acompañada del violín de Noelia Peña, el teclado de Roberto Herrera, la batería de Santos Marín que marcó los tiempos; y el bajo de Roberto Pérez. Una oda a la parte más oscura de la Navidad con la figura del Krampus.
Poco a poco, uno a uno, los ocho instrumentos fueron enmudeciendo así como las voces de EKYRIAN. Finalmente nada se escuchaba. Miento, sí que se escuchó algo: los aplausos entregados de un público que coreó su nombre y pidió una más. Aunque no sería su día de suerte. EKYRIAN se marchaban pero aún nos quedaba un poquito más de caña.