Por Ritchie

 
En Vitoria-Gasteiz, y en las cercanías del estadio de Mendizorrotza (Mendi, como familiarmente lo llaman los locales, feudo del Alavés), nos dimos cita, a finales de Junio, para celebrar una nueva edición del Azkena Rock Festival.
 
La ubicación está algo alejada del centro de Vitoria, lo que no quita para que, en esta tranquila ciudad, puedas acercarte a “potear” en su casco viejo gracias a su red de autobuses y tranvías, que te acercan a la ciudad en solo unos minutos.
 
Lo primero que nos llamó la atención del Festival fue la magnífica organización de la que han hecho gala este año. Un sistema de pulseras recargables te permite hacer uso de las barras de bebida, comida, e incluso del merchandising (algo escaso, la verdad). Los escenarios están bastante bien ubicados, pudimos ver la mayoría de las actuaciones sin problemas ni agobios.
 
El tiempo, teniendo en cuenta que estamos en el norte, también acompañó. Aunque la mayor parte del tiempo estuvo nublado, y en algunos momentos se notó algo del típico sirimiri vasco, pudimos disfrutar de las actuaciones a una temperatura y unas condiciones bastante amables.
 
Aquí teneis una pequeña crónica de lo que sucedió por allí:
 
 
DIA 23 DE JUNIO.
 
Los locales FETITXE iniciaron las hostilidades. Los vitorianos se marcaron una actuación rotunda, aunque la pena es que su potente rock norteño no pudiera ser disfrutado del todo, aún andábamos muchos ubicándonos.
 
GODFATHERS. Los británicos son ya perros viejos en esto del rock’n’roll. Una especie de Dr. Feelgood, algo más endurecidos, con muchos años de carretera a sus espaldas. A su vocalista Peter Coyne se le notan ya esos kilómetros, aunque no por ello dejaron de ofrecer una actuación sólida. Los viejos púgiles siguen golpeando con fuerza.
 
Otros locales, THE SOULBREAKER COMPANY, siguieron a continuación. No entendí muy bien su propuesta de rock clásico con cierto toque psicodélico. Los temas me parecieron un pelín dramáticos, y si lo que pretendían era calentar el ambiente, conmigo no lo hicieron.
 
Y entonces llegó el trallazo. TYGERS OF PAN TANG. Sí, amigos, esos viejos zorros de la New Wave Of British Heavy Metal, rockeando directamente desde los ochenta. Aunque he de confesar que no tenía mucha fe en esta formación, muy cambiante con los años, y en la que solo permanece el guitarra Robb Weir de los originales. Craso error por mi parte. Los británicos se marcaron una actuación soberbia, en la que destacó su guitarrista Micky Crystal, al que le tocó hacer el rol que un tal John Sykes desempeñó hace decenios. No lo hizo nada mal el chaval, aparte de tener una presencia escénica poderosa. Se centraron mayormente en recuperar viejo material, de discos absolutamente imprescindibles como “Spellbound” o “Crazy Nights”. Temas como “Love Don’t Stay”, “Gangland”, o “Hellbound” sonaron muy potentes, teniendo en cuenta la cantidad de años que tienen. Una gozada de actuación, de principio a fin. Ojalá se dejen caer por aquí mas a menudo.

 
Tras el recuerdo al viejo metal inglés, tocaba uno de los platos fuertes del Festival: KING’S X. Considerados siempre una banda de culto, de esas que, una vez que conoces, amas, se dispusieron a desplegar lo que, creo, era su primera actuación en nuestro país. Me inquietó al principio el aspecto de Dug Pinnick, bajista y vocalista de la banda: excesivamente delgado, cubierto con una gorra, y algo apático. El calor de la gente y el gran recibimiento creo que le hicieron reaccionar, para una vez despojado de esa gorra, nos mostrara su lado mas profesional y amable. Su bajo, atronador, uno de los más robustos que puedas escuchar en el mundo del rock. Cayeron cosas como “Summerland” (inmensa), y la potente “Dogman”. Ty Tabor se mostró como un guitarrista discreto, con un gran apoyo en las voces, pero imprescindible en esta banda. Mientras, Jerry Gaskill se dejaba los brazos a la batería. Una pena que solo poca gente les conozca, siempre he pensado que merecen más reconocimiento del que tienen.

 
Ahora le tocaba el turno a una leyenda: los americanos, muy americanos CHEAP TRICK. Pudimos ver a su guitarrista y líder, Rick Nielsen, departiendo amablemente con gente de las primeras filas, antes del concierto… mientras se cepillaba los dientes !!! Una excentricidad más de un tipo que tiene muchas. Un show divertido, con un Robin Zander haciendo homenaje con su vestimenta a uno de sus temas más emblemáticos, “Dream Police” que, por supuesto, cayó en el lote. Junto a ella, “Surrender”, “Stop This Game”, “The Flame”, y casi todos los éxitos que les han hecho famosos durante décadas. Lo gracioso es que había mucha de la gente viéndolos sin saber quienes eran exactamente, sobre todo, los más jóvenes. Nielsen desplegó gran parte de sus también excéntricas guitarras, y bromeó incluso con algún seguidor que tuvo la osadía de copiarlas en cartón. Nielsen está ya mayor, y sus en otro tiempo habituales carreras y aspavientos se redujeron bastante. Al final, división de opiniones: gente que se lo pasó muy bien, y otros que opinaron que cumplieron simplemente con el guión que se les supone.

 
 
Antes de uno de los platos fuertes de la programación, me acerqué a uno de los escenarios menores a revisar el trabajo de los suecos GRAVEYARD, y la verdad es que me llevé una agradable sorpresa. Mezclan rock clásico con un stoner bastante dinámico, y su propuesta de canciones se me hizo bastante variada, dentro de ese estilo. Su vocalista es un auténtico todoterreno, y adapta su voz a lo requerido por la música en cada momento. Dramáticos, intensos, duros, y con una imagen muy acorde a lo que tocan. Otra recomendación para el que, como yo, no los haya seguido mucho.
 
Y después el, se supone, cabeza de cartel del festival. Un tipo que vino para recordarnos de dónde vienen muchas de las raíces de esta música que amamos. Si señores, Mr. JOHN FOGERTY, el en otro tiempo líder de esa banda atemportal que es Creedence Clearwater Revival. Con un documental previo, bastante coñazo por cierto, sobre los comienzos de Fogerty y su grupo, el tipo se hizo esperar lo suyo, mientras el escenario principal se petaba, principalmente, de viejos rockeros en peregrinación para ver a uno de sus ídolos. Fogerty, armado con una camisa de cuadros y una guitarra, se dedicó, en casi dos horas de concierto, a desgranar casi todos los temas que le dieron gloria con Creedence, no en vano la actuación estaba dedicada a los antiguos éxitos de la banda, obviando los de Fogerty en solitario. La gente cantó, bailó, y se lo pasó en grande con el americano. Llegó un momento en que se me empezó a hacer un poco pesado, la verdad, y decidí cambiar de escenario para posicionarme en otro de los trallazos del día.

 
THE HELLACOPTERS. Sí, los suecos han vuelto. Y de qué manera, amigos. Superando tragedias personales como la reciente desaparición de Robert Dahlqvist, presentaron una formación reforzada con Sami Yaffa, ex Hanoi Rocks, y Dregen, antiguo compinche, también en Backyard Babies. Se presentaron con “You are nothin’”, uno de sus temas más cañeros, para que supiéramos desde el primer momento de qué iba esto. Repaso a sus temas más contundentes, y la gente absolutamente entregada, son legiones de seguidores las que los suecos tienen por aquí. Dregen parece un poseído, con una capucha en su cabeza mientras suelta notas aquí y allá, con cara de desquicidado. Fue un broche de oro para un día intenso.

 
 
 
DIA 24 DE JUNIO.
 
El día se presentaba, a priori, como un pelín más flojo que el anterior, con artistas y grupos menos rockeros en principio. Vamos a centrarnos en los que a nosotros nos interesan de verdad.
 
BLOODLIGHTS. La nueva aventura de Captain Poon, ex Gluecifer, nos presenta a una banda muy influenciada por el mejor punk y el rock’n’roll más directo. Sonaron avasalladores y sudorosos, no dieron respiro en el tiempo en el que estuvieron subidos en la tarima. Poon asume en la banda los roles de guitarra y vocalista, y no lo hace nada mal, con un estilo agresivo e incendiario, que suena más endurecido que en disco. Lo hicieron francamente bien, y la gente lo agradeció.

 
Los británicos INGLORIOUS eran, junto con THUNDER, los abanderados del mejor hard rock británico esa tarde. Con un vocalista, Nathan James, algo pasado de peso, y con tendencia al histrionismo en algunos tramos, pero muy eficaz en lo suyo. Un par de guitarristas, de los que sobresalió el sueco Andreas Eriksson, muy elegante con los solos. Un buen espectáculo de hard rock con reminiscencias Zeppelin, Whitesnake, Bad Company, etc., nos presentaron parte de los dos discos que, de momento, componen su discografía. Buen material clásico.

 
Y, hablando de británicos y de buen hard-rock, pasamos a los que, seguramente, fueron los verdaderos triunfadores del Festival: THUNDER. Los señores Danny Bowes y Luke Morley dieron toda una exhibición de cómo se hace un buen concierto, con buenos temas, y una ejecución casi perfecta. “Wonder Days” fue el tema que abrió para los ingleses, pero la gente ya estaba absolutamente entregada desde mucho antes de que sonaran las primeras notas. Luke Morley es uno de esos guitarristas al que no le hace falta correr escalas arriba y abajo para derrochar kilos y litros de buen gusto. Sus eficaces riffs y sus elegantes solos son uno de los secretos del éxito de la banda entre sus seguidores. Danny Bowes se mantiene en un estado vocal y físico impresionante, y mostrando, aparte de lo buen frontman que es, sus grandes habilidades como showman. Provoca al público (inolvidable la presentación que hizo de “Dirty Love”), les vacila, les hace cantar, saltar… una gozada. Estos tíos ganaron el partido antes de salir del vestuario. Así, cualquiera.

 
Y más británicos. THE CULT fueron los elegidos para cerrar el turno más rockero de este festival. Miedito me daba encontrarme con una banda tan cambiante con los años. Todos aquellos que amamos en su día discos como “Electric” o “Sonic Temple” (no digamos ya “Beyond Good And Evil”, su propuesta más metálica), temíamos qué versión nos íbamos a encontrar de los ingleses. Bueno, pues he de decir que nos encontramos con una banda más que digna. Sabedores de que los mencionados discos son los que verdaderamente tienen tirón, la banda nos obsequió con joyitas como esos “Love Removal Machine”, “Fire Woman” o “Sweet Soul Sister”. Astbury no es la fiera que era, pero cumplió con creces su labor. Duffy se dedica a lo suyo, a soltar riffs por aquí y por allá. Algunos respiramos aliviados después de su set, a estos tíos aún les queda algo de eso que les hizo tan grandes en su día.
 
Bueno amigos, y hasta aquí la crónica de este Azkena. La verdad es que hemos salido bastante satisfechos de la experiencia. Se trata de un festival ecléctico, pero con propuestas muy interesantes, y muy, muy bien organizado. Felicidades a los promotores, que una vez más han cumplido las expectativas. Veremos con qué nos sorprenden el próximo año, estaremos atentos.
 
Un placer.