Fotografía Jose Emilio Paqué
 
 
Atardece en Granada con las preciosas vistas que nos ofrece la ventaja de estar en lo más alto de la ciudad, subiendo y subiendo hacia la famosa Sala Prince, por la parte norte desde la carretera de la sierra.
 
A los pies de la Alhambra, en un día que nos da la tregua del buen tiempo, la primavera floreciendo y una ciudad ardiendo en ebullición, gracias en parte a la noche en blanco que también se estaba celebrando en las calles de toda Granada, la noche promete ser de las mejores para asistir a un concierto.

 
 
 
Nos dirigimos a la sala y, aprovechando que el concierto se está retrasado para que los más rezagados pudiesen llegar a tiempo a la sala, nos disponemos a recoger energías con unas maravillosas pizzas, mientras Jose Emilio Paqué se prepara para fotografiar y dejar constancia gráfica de la noche que nos queda por vivir. 
 
Tras veinte minutos sobre la hora marcada comienzan SARAJEVO 84, que practican un sonido más cercano al post rock, moderno y muy americano con algunos toques grunge. La voz clara del vocalista Andrés Martínez nos recuerda un poco a Paul Rodgers (BAD COMPANY, FREE) y con un gran dominio del inglés, se deja arropar por los coros de la bajista Débora G. Izquierdo (o lo que viene siendo lo mismo su alter ego PenélopeLaMala) que lo acompañan con gran maestría.

Ya para The Key, el segundo corte de este directo, la banda consigue arrancar palmas entre el público y bailes entre los menos motivados. La fuerza del bajo de Débora y sus tablas sobre el escenario hacen que la temperatura suba entre los recién llegados, que se dejan arrastrar por la potencia de la banda con canciones como Don’t Wanna Stay.

Su sonido podría considerarse cercano a NICKELBACK, acompañado de grandes solos de guitarra, donde hay que mencionar lo bien que le sienta el pedal de distorsión a Óscar. Pero sus toques muy personales hacen arder el escenario y mover a más de un rezagado. La pegadiza This Time, Superhero o Sarajevo’84 hacen las delicias del público. 

Tienen mucho que decir y un Ep caliente caliente en el horno que saldrá próximamente.

Terminado el concierto, el público no paraba de pedir más y más, en estado catártico por su música. Cierran con SONG2, una versión de la famosa canción de BLUR que puso música al juego FIFA 98, y My energy, dando paso a la siguiente banda.

 
 
 

MANIOBRA HEIMLICH es una banda también granadina, como todas las que esta noche tocan. Se suben al escenario pocos minutos después y ya están listos para empezar.

 
Pese a su corta trayectoria musical (el combo lleva formado solamente desde 2017) no se nota en su sonido ninguna arista que pulir. Son un grupo de post-rock instrumental donde su bajista Llorch hace las veces de speaker.

 
 
Especialmente significativo es el segundo tema, cuyo nombre, Maldito Nuliverso, ya transforma la atmósfera de la sala hacia otra dimensión. Dedicado a un universo donde no hay nada, no existe nada, ni energía, ni tiempo, ni materia, es un tema que consigue transportarte. Armónicamente hablando no pasa nada, como ya promete el título, utilizan recursos muy minimalistas y sonidos originales que no conocen rival, consiguiendo alcanzar la atmósfera que venden. Con una batería activa que dirige, desde atrás, la dinámica y los matices necesarios para recordarte, de vez en cuando, que sigues en la Tierra. Un envolvente tema que te dirige directamente a un mundo difícil de describir.
 
 
 
Exprimen las guitarras en todas sus vertientes, las miman y las tratan con cariño y eso repercute en unos instrumentos que te agradecen el trato emitiendo un sonido hermoso. No queda rincón de su cuerpo que no se dejen tocar por los tres guitarristas que componen la banda ni pedal al que no se dejen conectar y dejarse llevar por sus efectos. Como si fuesen oráculos bajo los efectos de sus sagradas drogas, sorprenden a cada persona del público en un arrebato alucinógeno y embriagador.
Su corte Psychotarantela puede ser, sin duda, un perfecto ejemplo de esta epifanía alucinógena.
 
 
 
Sorprendente cambio de matices es el tema Canción de amor de Galisteo Galistei, un tema con un comienzo en un modo diferente a lo que ya hemos escuchado, con más potencia, y más matices. Hemos dejado un poco de lado los minimalismos y nos hemos dejado llevar por un tema que llama la atención considerablemente.
 
 
 
No obstante, y para tener tres guitarras en el escenario, hay un muro invisible que faltó sentirse entre banda y público, ese muro de sonido abrumador que se espera ante tanta instrumentación. Especialmente presente era la guitarra de José Manuel Salamanca, que carga con el material sonoro pesado de la banda, pero faltó presencia de las otras dos. Bajo y batería, impecables en ejecución, se convirtieron en la base rítmica perfecta para el combo.
 

Cierran con la Danza daltónica y dejan paso a la última banda de la noche.

 

IN SITU se sube al escenario para cerrar la velada. Practican un metal alternativo potente, descarado y denso y rompen con la atmósfera cargada de electricidad que habían dejado MANIOBRA HEIMLICH. 
 
Con un arranque algo flojo, necesitan sólo dos canciones para arreglar sonido y calentar motores. El tercer corte, Manifiesto, ya cuenta con un buen sonido, sobre todo del vocalista, algo difícil de escuchar, por flojo de volumen, en el comienzo. 
 

Echábamos de menos escuchar una voz cantante, y ésta está arropada por un enorme bajista, hábil y demoledor, que le acompaña a los coros. Observando a nuestro alrededor, con tres bandas que juegan en casa, estamos en un concierto cargado de amistad donde se puede ver en la complicidad de las bandas con su público y eso hace que nos sintamos parte de la magia de la música.

La batería, de tintes progresivos, es la gran protagonista de la base instrumental, la destreza con la que dirige el ritmo y los matices de la banda, mientras resurge humo debajo de su tarima, es una visión que ya no va a abandonarme jamás. El siguiente corte que sigue a Manifiesto, Contrapunto, es un alegato en defensa de la percusión, ese mejor amigo del músico que trabaja en las sombras dirigiendo y empujando, a golpe de baqueta, el carro de la banda. No falta en este tema tampoco un solo de guitarra perfecto y una instrumentación y empuje del vocalista que convierten este corte en la gran revelación de la noche.

Cuando parece que van a cerrar la noche con una versión de PANTERA como The Badge, el público, ardiente de deseo de más música, clama por unos minutos más de feedback. Nos regalan Catarsis y otra versión, esta vez Bulls on Parade de RAGE AGAINST DE MACHINE. El clamor y calor de los asistentes no puede ser más caluroso.
 

Cerrada ya la noche, y sonando Little wing de STEVIE RAY VAUGHAM en los monitores (creemos que en un intento por hacer bajar paulatinamente la temperatura de la noche) nos despedimos de la Sala Prince en una noche que prometía ser buena, pero que cumplió siendo mejor. Perfecta.