Por Bea Lawless

 

El pasado viernes 7 de febrero, PALEFACE SWISS pisaba por primera vez Madrid y lo hacía a lo grande, como cabeza de cartel. Su concierto en la sala Copérnico formaba parte de la minigira organizada por ROUTE RESURRECTION y RESURRECTION FEST, que también pasó por Bilbao y Barcelona.

 

Con el cartel de sold out colgado desde hacía semanas, la sala se llenó desde primera hora. Tanto, que incluso nos quedamos sin ropero (un pequeño drama en una fría y lluviosa noche de invierno). Pero vamos a lo importante: la música.

 

La encargados de abrir la velada fue la banda británica DESOLATED, con un despliegue de hardcore que desató la locura en el moshpit. Ofreció un recital de gritos que hizo las delicias de un público entregado desde el primer minuto.

 

 

A continuación, llegó el turno del grupo estadounidense THE ACACIA STRAIN, liderado por Vincent Bennett. Su vozarrón, su actitud y su carisma generaron una conexión especial con la gente, provocando sonrisas, alguna que otra lágrima y, sobre todo, un sinfín de headbanging. Como él mismo nos dijo: «De esto va el hardcore: de ser felices, de ser nosotros mismos y de poder liberar toda la rabia y la tristeza que llevamos dentro», y no podemos hacer otra cosa que aplaudir y suscribir cada una de esas palabras.

 

 

 

 

Y llegó el momento más esperado de las 700 personas que llenábamos la Copérnico. Sonaba esa intro maravillosa que es Un pobre niño murió y se desató el infierno. Con un grito desgarrador comenzó Hatred, uno de los temas estrella del nuevo disco de PALEFACE SWISS. Los circle pit se sucedieron durante absolutamente todo el concierto salvo en la única balada (si podemos llamarla así, claro). River of Sorrows es un tema precioso por el que muchos fans de la parte más extrema de su discografía criticaron a la banda, pero a nosotros nos encanta y fue interpretada de una manera sublime. La voz de Zelli, tanto en su vertiente más limpia como en su parte más desgarradora, sonó impecable.

 

 

Además, pudimos escuchar temas como 666, Enough?, Pain y la maravillosa Love Burns, con la que terminó un concierto sobresaliente; no sin antes agradecer a todos y cada uno de los miembros de su staff, al que no siempre reconocemos su trabajo. Zelli se encargó de nombrarlos y agradecerles personalmente todo ese curro que no vemos desde la pista.

 

 

Durante una hora y cuarto, PALEFACE SWISS ofreció un repaso demoledor a su nuevo álbum Cursed y a los temas más icónicos de su discografía. Si algo quedó claro esa noche es que la formación suiza tienen mucho que decir en los próximos años dentro de la escena del metal más extremo.