Texto por José Luis Medina; fotografías por Tiago Insolación

 

 

El pasado sábado 26 de julio el Parque del Mar Reyes de España de Lo Pagán, pedanía de San Pedro del Pinatar (Murcia) acogió la primera edición del festival SAL DE ROCK, con un rotundo éxito respecto al nivel de actuaciones y afluencia de público, congregando a más de 2.000 devotos del heavy rock que disfrutamos de una apacible noche en un recinto acogedor a orillas del Mar Menor, con muy buenos precios y montado con muchas ganas, buen hacer y buena promoción por Sebastián Mateo, al que le deseamos la mejor de las suertes en el futuro.

 

Han confirmado continuidad para 2026, lo cual es una gran noticia para la región de Murcia. Ojalá se consolide y continúe programando carteles de nivel y sea una fecha marcada en rojo en el calendario.

 

Desde Granada viajamos comentando detalles del cartel. Nos llamó la atención la unión de tres bandas formadas en la década de los ’80 de la provincia de Alicante como son LEVIATÁN (Alicante), EXCALIBUR (Elda) y BADANA (Ibi), todas ellas con gran actividad en directo y en estudio en estos años recientes y que fueron apoyadas por seguidores, familia y amigos que se desplazaron para verles. La guinda en el pastel era la actuación de José Carlos Molina / ÑU. Nuestra conversación continuó con una animada charla y recuerdos sobre ÑU y sus actuaciones pasadas y recientes, debatiendo sobre el repertorio habría elegido Molina para esta noche, las canciones de ÑU que nos gustaría vivir en directo alguna vez… así las más de 3h de viaje se pasaron verdaderamente en un suspiro.

 

 

DARKNOISE, banda de San Pedro del Pinatar con más de 20 años de trayectoria inició el festival 25 minutos después del horario estimado con una temperatura bastante decente para lo que esperábamos, y poco a poco el ambiente se fue volviendo más favorable para la descarga de la banda. Este grupo practica un estilo que se asemeja a bandas que irrumpieron con fuerza hace un cuarto de siglo aproximadamente como SÔBER o al sonido de HAMLET allá por mediados de los ’00. No es el tipo de música que escuche, pero desde la objetividad hay que decir que DARKNOISE sonó bien, sus seguidores disfrutaron y se notaron las tablas, la experiencia y los años de dedicación.

 

 

 

 

 

Minutos después llegaba el turno de EXCALIBUR, banda que celebra actualmente más de 40 años desde su fundación con las espadas en todo lo alto y la presencia de tres miembros de la formación que en 1988 grabó un álbum siempre por reivindicar, Generación Maldita, como son Paco Mira (vocalista), Juan Rico (guitarra) y Vicente Beneit (teclado). A estos tres actualmente se suman Jesús Folgado (bajo), Manu Lestón (batería) y Carlos Indio (guitarra), aunque este último no estuvo presente parece ser que por algun tema de salud según nos comentó Vicente Beneit durante el show, por lo que agradecemos que se presentaran aun faltándoles una guitarra y por supuesto, le deseamos a Carlos una pronta recuperación.

 

 

La banda insufló energía, carácter, buen hacer, mimo y respeto por todos su trabajos. Debido a ser una actuación corta, lo lógico en el marco de un festival, el quinteto optó por repartir y dar cabida a todos sus trabajos a conciencia mientras el Parque presentaba a estas horas un ambiente increíble.

 

 

Los teclados forman una parte esencial e inamovible del sonido de EXCALIBUR como se demostró en Aléjate, con recuerdo al querido Ozzy Osbourne, o Ramiro el Legionario con ese toque de hard rock ochentero, melódico y pegadizo, con una interpretación acorde por parte de Paco Mira y el feeling que imprime Juan Rico en directo.

 

 

Después de un largo solo de batería de Manu, basado en el que hiciese John Bonham en Moby Dick, EXCALIBUR inició la recta final, donde destacaron los celebrados temas pertenecientes a Generación Maldita como fueron El poder del ciego y la canción homónima con la que se cerró un muy buen concierto que nos dejó con ganas de más.

 

 

 

LEVIATÁN, formación alicantina fundada en 1986 por los hermanos Txus y Patxi Alaminos junto a Emilio Modino, los tres presentes en la formación actual, continuó encendiendo el fuego del festival con la garra que caracteriza a las composiciones de sus tres álbumes editados, en los que hay regrabaciones de canciones compuestas en los años ’80 que acertadamente fueron incluidas en el repertorio como fueron Soldado de plomo y la homónima Leviatán, con ese riff pegadizo, poderoso e inspirado.

 

 

 

El directo se apoyó en todo momento en la voz y presencia de María Moes, manteniendo a la audiencia enchufada con canciones celebradas y cantadas por sus seguidores, los cuales acabaron el concierto muy satisfechos con lo que vieron en el escenario de SAL DE ROCK.

 

 

 

 

 

 

Encarábamos la recta final con la llegada de BADANA y, por tanto, con la figura del incombustible, luchador y aguerrido Miguel Rico, al que hay que reconocer con todo el respeto su tenacidad, compromiso y ganas de mantener con orgullo su trabajo vigente desde la fundación de la banda en 1980 en Ibi, con todas las dificultades y piedras en el camino que ha sorteado.

 

 

Creo que está en un momento enorme de forma, tal y como ha demostrado con la edición de Al otro lado de las cosas, a este lado de la nada (2024), completando la formación Rubén Gallego (bajo) y Sergio Pérez (batería), los cuales pareciera que llevan tocando mucho más tiempo con Miguel Rico, puesto que la compenetración y el sonido tan compacto que lograron en el escenario es fruto del trabajo y esfuerzo. Los que hemos escuchado BADANA sabemos que aquí hay autenticidad a raudales y es una de las consignas del trío.

 

 

En cuanto al repertorio, me alegró que se diese bastante más peso del que intuía a Adiós a las ruinas, del cual rescató La gracia del bufón, y que unida a celebrados clásicos que no pueden faltar como El dictador, Centinelas de la noche o Y nosotros aquí, encendieron al público, qué decir de una canción que trae tantos recuerdos como Un día me largo a Madrid, y por supuesto, debieron quedar muy contentos con que temas recientes como Traidor o el clásico instantáneo 40 y tantos fuesen ya muy conocidas por sus fans, y nosotros aquí, rebeldes y fieles. Concierto redondo con muy buena interpretación , una vez más solo queda alzar el puño y exclamar: ¡Todo por BADANA!

 

 

 

 

 

 

Llegaba el momento de ponernos en pie ante la llegada de los ejércitos del conquistador. La expectación por ver a ÑU era máxima y echando la vista hacia atrás desde la primera fila, la multitud esperaba impaciente al relato de los cuentos de ayer y de hoy que José Carlos Molina tenía preparados en este teatro de la suerte.

 

 

El inicio con No hay ningún loco enlazada junto a La granja del loco es una carta siempre ganadora para hacer flotar al público, poner patas arriba cualquier emplazamiento y si a eso se suman Manicomio o uno de mis temas preferidos de ÑU como es Animales sueltos (junto a un fragmento de Perro ladrador), se tiene la convicción de que la descarga será antológica y una lección de cómo elegir un catálogo apropiado para cada ocasión, tarea encomiable dada la extensa producción discográfica de ÑU a lo largo de más de 50 años de trayectoria, siendo una de las agrupaciones más longevas de la historia de este país, el cual siento que está en deuda con el reconocimiento de la calidad que las obras de José Carlos Molina posee, al igual que hay que valorar el ejercicio de supervivencia realizado durante décadas.

 

Pese a los problemas iniciales con el sonido del violín de Sara Ember, encarados con inmensa profesionalidad por ella y toda la banda y posteriormente solucionados, vivimos un momento verdaderamente especial con la interpretación de El juglar, con esa progresión llena de maestría hacia su apoteósico final.

 

 

Resalto también las adaptaciones / versiones como King Henry’s Madrigal (Jethro Tull) y La casa del Rey (Focus), piezas bien escogidas para demostrar que la conjunción de músicos que pasan por ÑU no sólo son de un alto nivel en la interpretación y ejecución, además saben ser guiados por la espontaneidad, ya que el privilegio de las lecciones de un líder como José Carlos Molina los hace mejores y se les puede imaginar perfectamente en una jam a todos y cada uno: al enorme Daniel Moreno, cuya habilidad y destreza nos encandiló a quienes estuvimos allí, al bajista César Moreno con su elegante sobriedad , la gran pegada marcando el ritmo de Cristian Molina a la batería, o la exultante y virtuosa Sara Ember, cuyo solo en La Bailarina arrancó sentidos y merecidos aplausos.

 

 

Y qué decir de Molina, sobresale su manejo de los tiempos, resalta con merecimiento su dominio de flauta, teclado y voz, es un icono polifacético tocado por un especial don al que nunca me cansaré de reivindicar y cuya presencia y naturalidad mantienen a sus seguidores dentro del concierto en todo momento.

 

Ella es la canción favorita de ÑU de muchos de sus seguidores y una vez más entiendo el por qué, como también empiezo a observar que optar por incluir un tema del último disco de Molina en solitario como es la preciosa El calor nublado es todo un acierto, una joya que se aprecia con cada escucha y que con toda honestidad, ojalá se mantenga en directo por mucho tiempo. ¡Bravo por ello!

 

 

Tocaba correr nos retrotrae con nostalgia a otros tiempos y lugares, es un momento de memoria colectiva de otra época y de emociones a flor de piel, mientras que El tren es un absoluto clásico muy esperado, celebrado y coreado. De fiesta fue el preludio instrumental al apoteósico final, donde El flautista dibujó su figura en la noche pinatarense, es la canción de ÑU que todo el mundo conoce, canta y festeja, un himno atemporal del rock español, calificación ganada con el derecho que otorga su vigencia tantas décadas después.

 

 

La actuación tuvo su punto final con la declaración de intenciones que supone Más duro que nunca, donde la banda se despidió de nosotros dejando la sensación de haber vivido una noche para el recuerdo y la honra de himnos inmortales, con un orden en el repertorio hilado con maestría por la dirección de Molina para conseguir plasmar ante el público las diferentes aristas del catálogo de ÑU, consiguiendo que los asistentes quedasen contentos y satisfechos sabiendo quién tiene la espada que vencerá. Esperamos muchas más actuaciones de ÑU en el sur de España, ya que el cariño auténtico que se profesa por ÑU y las ganas de verlo en los distintos puntos desde donde vinimos muchos de los presentes demuestran que vivimos a la caza de ÑU.

 

 

 

Quedaba aún la actuación de MALAVERGÜENZA, banda a la que pedimos disculpas por no poder reseñar nada sobre su concierto. Nos quedaba camino por delante para poder atender nuestras obligaciones al día siguiente, confíamos en que fuese un cierre a la altura.

 

Esperamos que la organización tome, a partir de las buenas sensaciones generales, el impulso para programar su continuación con un cartel que consolide esta cita, también de las posibles mejoras (se echó en falta más baños y algunas cuestiones mejorables en cuanto a sonido), y a los que ante todo damos las gracias porque coordinar todos los frentes no es nada fácil. ¡Enhorabuena y hasta el año que viene!