Review: DERBY MOTORETA’S BURRITO KACHIMBA y su debut homónimo

Desde la capital andaluza, Sevilla, nos llega el nuevo resurgir del rock andaluz, bajo un nombre donde caben tonalidades psicodélicas arraigadas en una tradición quinqui y ochentera, DERBY MOTORETA’S BURRITO KACHIMBA, dejándonos con su debut homónimo boquiabiertos, por la elegancia, la potencia y el feeling que transmiten en lo que han bautizado como kinkidelia. Sus ocho canciones se abren al presente como un nuevo resurgir del espíritu trianesco, donde Smash pone la guinda para fundirse con la psicodelia setentera de King Gizzard, en un cóctel amenizado por Dandy Piranha (voz), Bacca y Gringo (guitarras), Soni (bajo), Von Máscara (teclados) y Papi Pachuli (batería).

 

Tras una presentación instrumental y cósmica se funden en compases se sintetizadores  una música cargada de energía positiva y vibrante con The New Gizz, en la que caerás a primeras de cambio, siendo su ritmo frenético y electrizante el que recorrerá cada uno de los poros de tu piel, trasladándote a esas fiestas hippies con tintes Morrison, pero bajo el sol andaluz y la sonrisa de un mono musical adrenalínico. Con Aliento de dragón y sus teclados setenteros, tu sangre ya se habrá tornado multicolor, ritmos embaucadores de teclados y un bajo omnipresente sirven de guía a una voz tan característica que te recordara a Jesús de la Rosa, Niño de Elche, incluso con matices a Robert Plant, haciéndola única e hipnotizadora y un caballo de batalla de DMBK que El salto del gitano matiza en un ejercicio soberbio de kinkidelia tanto a nivel musical, como audiovisual retomando ese cine que tan de moda puso a personajes únicos del crimen underground nacional en los 70/80 como el Vaquilla, el Torete, el Lute, Navajeros…

Tras la intimista Somnium Igni Pt 1, con un sonido que nace de los viejos transistores y gramolas de cortijos y la Andalucía más profunda, la voz y la guitarra acústica toman el relevo y silencian casi todo lo electrónico, exceptuando ese toque psicodélico modernista final. Grecas se abre como uno de mis cortes preferidos, rítmico y progresivo, con un estribillo de altura que te eriza la piel, como si un himno de lucha despertará una fuerza oculta en tu yo interior; personalmente mi tema preferido del álbum, donde matizan todos los elementos que le hacen ser lo que son, diferentes, novedosos y únicos.

 

Los dos últimos ejercicios que nos presentan son la elegante y oriental Samrkanda, un ejercicio de más de 7 minutos donde una vez escuches los primeros matices no podrás escapar de sus redes, envolvente y mágica, donde los ritmos atmosféricos de sus guitarras centrales le dan un toque de post rock modernista que los eleva a otro nivel y nos lleva a una de las piezas más singulares del trabajo, La piedra de Sharon que cierra este álbum, pues su distorsión es máxima, pero su medio tiempo y su lírica metafórica y enigmática, marcado por una estructura musical progresiva, ojo a la percusión que introducen, que atrapara su subconsciente como en una fumada psicotrópica de la que no podrás salir. Un álbum de 10, para un grupo con una proyección enorme y que solo acaba de despegar.