En 1978 Brian Eno lanzaba Ambient 1: Music for Airports, uno de los primeros esfuerzos conscientes de lo que hoy entendemos comúnmente como música ambiental. Los livianos sonidos de este primer eslabón de lo que luego se convertiría en una serie de cuatro álbumes venían a cristalizar inquietudes musicales presentes, al menos en el ámbito occidental, desde hacía décadas (aunque para nada ajenas a determinadas culturas “primitivas” desde los albores del tiempo).
El resultado fue una propuesta minimalista, deudora de las aproximaciones electrónicas de la elektronische musik alemana, la música concreta francesa o las aportaciones de pioneros como Jean-Michel Jarre: un mar de notas con escasas variaciones que el propio Eno asociaba a la pintura, aseverando, para alegría de los restos de un compositor como Claude Debussy, que lo importante de esta forma de hacer música era su “cualidad pictórica, los colores del sonido, no la historia”. Frente a la “música para aeropuertos” de Eno, la banda sita en Denver, BLOOD INCANTATION, nos regala en este febrero que casi acaba su particular visión de la música ambiental en el excéntrico Timewave Zero (Century Media Records).
Alejándose premeditadamente del death metal de inspiración cósmica que los ha llevado a ser una de las formaciones más relevantes en el mundillo de la música extrema, los coloradeños deciden ahondar en una faceta más contemplativa y experimental en absoluto ajena a su trabajo previo. Aquellos que estén familiarizados con el sonido de sus dos álbumes aparecidos hasta la fecha, Starspawn (2016) y Hidden History of the Human Race (2019), serán capaces de rastrear el origen de las inquietudes desplegadas en el nuevo lanzamiento.
Para los no versados en la materia, sirvan como muestra los temas Inner Paths (to Outer Space) y Awakening from the Dream of Existence into the Multidimensional Nature of Our Reality (Mirror of the Soul) —penúltimo y último track del segundo de los referidos álbumes—, composiciones marcadas en última instancia por un particular uso de los sintetizadores, que venían a reforzar ese cariz espacial tan característico de su sonido. Por otro lado, Paul Riedl, guitarra y vocalista, también ha experimentado con la música ambiental en su proyecto paralelo Hoverkraft, cuya escucha es obligatoria para aquellos interesados en el EP que nos ocupa.
En un giro musical que prácticamente podríamos tildar de ascético, BLOOD INCANTATION se libran aquí de todo lo no esencial. La propuesta queda reducido a dos temas, Ea e Io, de 21 y 19 minutos de duración respectivamente (sin contar el bonus track Cronophagia, presente solo en la edición especial 2CD digipack), divididos a su vez en cuatro movimientos como si de una sinfonía clásica se tratara. Y en cierto modo Timewave Zero fluye de una manera similar a las sinfonías, con alternancia entre fases, movimientos, más cargadas y melódicas en que algunos instrumentos como el gong o la guitarra acústica son distinguibles, y otras etéreas e indefinidas donde las líneas de sintetizador se solapan, vibran y dialogan.
El producto final es un fluido juego de texturas construido capa a capa, un ambiente sonoro desde el que BLOOD INCANTATION nos invita simultáneamente a realizar un viaje por la inhóspita negror del vasto universo así como por el complicado laberinto interior de nuestro propio yo. El bravo oyente queda así convertido durante la travesía en una suerte de Donatas Banionis de Solaris (Andréi Tarkovski, 1972), asolado por las visiones de su pasado, y la Sandra Bullock de Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) creyéndose condenada a vagar por el espacio.
Más allá de lo estrictamente musical, el lanzamiento de un material de estas características por parte de uno de los enfants terribles del death metal contemporáneo tal vez pueda ser capaz de sacudir de algún modo la escena. BLOOD INCANTATION no solo ha hecho el EP que quería hacer, sino que además ha sido capaz de alejarse completamente de su estilo materno para aproximarse a un territorio distinto en una operación que, además, ayuda a reforzar el lazo que determinados variantes de música ambiental —como el dungeon synth o el drone—, han ido desarrollando con la música extrema.
Es precisamente el gesto valiente de publicar una pieza así, “totalmente” ajena al anterior material de la banda, el hecho de verdadera importancia en todo este asunto. Los estadounidenses abren así la puerta a otras bandas para seguir su ejemplo, invitándolas a explorar otras facetas de su música y a expandir, si el futuro así lo quiere, sus discografías hacia territorios desconocidos fuera de la órbita del metal más pesado.
Mientras, para consuelo de aquellos no interesados en la línea inaugurada con Timewave Zero, los integrantes de la banda ya han declarado que trabajan en nuevo material enfocado en el death que los ha hecho grandes, el cual reunirá, según confesaba recientemente Paul Ridl a Metal Injection, una enorme variedad de influencias y estilos, entre ellos “psychedelic, progressive technical, ambient fusion, world music, prog, extreme shred, and New Age”. Solo queda estar atentos a lo que estos titanes intergalácticos puedan brindarnos próximamente, pues seguro que no dejará indiferente a sus seguidores, sean de este o de otro planeta. 9/10. Track seleccionado: Ea (Third Movement).
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