Crónica: Elchicohache

Fotografía: Jaime García

 

 

 

¿Quieres saber qué pasaron los primeros días del festival Sonicblast? Deberías leer este enlace

 

 

Viernes 11

 

El viernes se postulaba para mí como el mejor día del festival y creedme que lo fue. Empezaban demasiado pronto WEEDPECKER, banda que llevo unos meses escuchando y me transportan de formas bastante intensas a otros páramos con un psych-rock muy denso y desértico. Editan con Stickman Records y todo lo que se relacione con ELDER me suele atraer… Me sorprendió el slot y el escenario, creo que podrían haber hecho una gran performance en algún main stage y haberlos disfrutado mucha más gente. Después de los polacos, era turno de MONARCH, no los Monarch que conocíamos la gente que venimos del sludge, estos son otros y no son franceses.

 

Desde California (otra banda más) nos regalaron una buena experiencia de southern rock algo experimental atesorando alguna que otra intro memorable. Limpios con reverb, una voz onírica y solos a dos guitarras bastante imponentes. Como también lo fueron NAXATRAS, griegos pero no muy de letras. La banda instrumental de rock psicodélico logró drenar las mentes de la gente que se acercó en la sobremesa del festival. Mucho chorus, mucho flanger, bridges muy robóticos que nos hicieron avanzar la tarde sin casi darnos cuenta. Cinco y media y empezaba TEMPLE FANG, una banda que el pasado año abrió el festival el miércoles en el escenario 3 y las sensaciones habían sido buenísimas.

 

Greenleaf

Greenleaf

 

Me recordaron mucho a bandas de nivel y tras escucharlos en disco me parecieron mucho mejores en directo. Este año han demostrado cómo hacerlo perfecto en un main stage y merecido lo tenían. Tras la banda holandesa llegaba el turno de GREENLEAF, uno de los platos fuertes, sin duda, de la jornada intermedia de este SonicBlast. Festejé con bastante efusividad el anuncio de última hora que los incluía en el cartel y me levantaron el hype bastante.

 

Greenleaf

Greenleaf

 

La actuación se basó prácticamente en el derroche de carisma de su vocalista Arvid Jonsson que supo de sobra mover a la gente que igual por la hora, continuaba algo parada. No faltaron bromas acerca de su colega Tommi Holappa, de DOZER, haciendo referencia a estos como Monster Truck, Truck of tractors y un sinfín de faltadas que hicieron la velada muy divertida. El concierto fue una especie de homenaje a Trail & Passes que tocó su techo con Bound to be Machines y el juego de coros con el público.

 

 

Agradecido de que se unieran a la fiesta. La que continuaron NICK OLIVERI AND THE MONDO GENERATOR, siempre acelerados, más punk rock que stoner y con un abanico de temas que le dieron un aire al viernes hasta que sonó Green Machine y pudimos ir a merendar tranquilamente. Un poco más de calma la que nos trajo BOMBINO, uno de los grandes exponentes del tuareg, un género que va consolidándose como un fijo para el SonicBlast y gran parte del público parece agradecerlo. Llegó a nuestros oídos hace unos diez años producido por Dan Auerbach, que algo sabrá de talento… Una puesta en escena muy dinámica y divertida. Ritmos africanos fusionados con blues y psicodelia que nos hicieron entrar en una especie de trance que nos llevó de paseo a Santa Cruz, California.

 

De allí llegan SCOWL, y por cosas de la vida he tenido la maravillosa suerte de verlos dos veces en menos de un mes. Qué locura de banda, qué locura de frontgirl y qué manera tan increíble de llenar un escenario y recorrerlo. Presentando su EP Psychic Dance Routine, desde luego nos hicieron bailar y bailar, cabecear y saltar hasta lo más alto de Âncora en el momento en el que se atrevieron a hacer 99 luftballons de Nena. Una actuación entre la diversión y la protesta. Lo visceral y lo animal, las flores y los hechizos. Me quedaría en su concierto todo el verano.

 

Scowl

 

No sé si por lo bien que me lo pasé con SCOWL se me hizo un poco pesado lo que venía, pero no terminé de conectar mucho con THURSTON MOORE. Llegaba como uno de los platos fuertes del festival y se me quedó un tanto descafeinado. El cantante de Sonic Youth no consiguió meterse a toda la gente en el bolsillo, pese a dar, a mi entender, un concierto muy correcto. Y de lo correcto, en términos de lo establecido, siempre huyen FRANKIE AND THE WITCH FINGERS.

 

 

 

Quienes los vimos el pasado año ya sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, mucho desfase entre psicodelia y noise, mucha conexión entre la banda y un desgaste físico que notaríamos seguramente al día siguiente. Al igual que me ocurrió en la pasada edición, confirman que son una banda que se disfruta mucho más en directo que en disco, donde son excesivamente garageros y mantienen ese encanto de maqueta en muchos de sus trabajos. El directo les sirve para demostrar lo que saben hacer y la calidad con la que pueden llegar a sonar. Tengo, eso sí, que quedarme con su actuación de 2022, que con luz del día y mucho calor fue incluso mejor que la de este año, quizás por la sorpresa o la novedad que supuso.

 

Las predicciones anunciaban lluvia y que ELDER iban a sonar a auténtica barbaridad. El pronóstico fue del todo cierto. La melena de DiSalvo brillaba en un verde extraño que me hizo recordar la portada del Reflections of a Floating World y no podía tener más ganas de escuchar esa sexta cuerda empezando lo que iba a ser el mejor concierto, si no de la noche, de todo el festival. Los de Boston llegaban al SonicBlast a tocar no más de cinco canciones por razones más que obvias. La columna vertebral tenía que ser Sanctuary, Compendium y Halcyon. Dudaba si volverían a lanzarse con In Procession como la última vez que los tuve delante pero finalmente tuvieron que cubrir expediente con un tema de su último disco, Innate Passage, lanzado a finales del 2022. Con la lluvia bañando a todo el SonicBlast, nos sumergimos en la atmósfera del art-rock más psicodélico esperando el momento para cantar las dos o tres líneas por tema y finalmente terminar coreando el riff que concluye la apoteósica Halcyon, que se ha convertido en mi mantra para cualquier festival donde coincido con esta banda, convertida ya en una de mis favoritas de todo el panorama musical.

 

 

Gracias ELDER, el viaje fue de otro planeta. Para concluir el viernes solo faltaba disfrutar un rato de Babalis Sr. y Jr., los padre e hijo de Acid Mammoth. Creo que perjudicados por el slot tan complicado que les tocó, casi a las tres de la mañana con las energías muy agotadas para la audiencia. Pura onda Black Sabbath, los griegos demostraron tener la fuerza para levantar a la gente que aún quedaba por el festival (y no era poca) dejando muy alto el listón del viernes.

 

 

Sábado 12

Comenzábamos el sábado con la energía justa, al menos en ese momento de la mañana… Nos hicieron falta un par de cafés para ponernos a funcionar y volver a mirar por enésima vez el programa, como diría la gente de bien. Uno de los principales alicientes de la primera hora eran los italianos BLACK RAINBOWS, hijos pródigos de Heavy Psych Sounds, ocupando el main stage para presentar su nuevo trabajo: Superskull. Mucho big muff y buena onda que sirvió para terminar de despertar. Otro café no hubiese venido mal, y es que sintiéndolo mucho, EARTHLESS siguen haciéndoseme pesados en directo. Es una banda que escucho en disco y me gusta mucho, la disfruto casi en su totalidad hasta que llego al directo y no termino de encontrar el discurso ni las intenciones. Los encuentro monótonos y sin mucha sorpresa. Un sonido increíble, eso sí, potente y cuidado, no les pongo ni un pero en ese aspecto.

 

 

Y precisamente, viniendo de EARTHLESS, nos encontramos con la grandísima sorpresa (o no, pues intuíamos algo) que nos regalaron A PLACE TO BURY STRANGERS. Una banda un tanto extraña que juega entre el post-punk y lo alternativo/experimental. Mucha gente no veía que tuviese cabida en este festival, pero si en algo coincidirá el 100% del público es que la liaron bien liada…

 

Más show que concierto, en el buen sentido. Hicieron que la multitud permaneciese atenta a cualquier movimiento, nunca sabes cuándo se va a reventar una guitarra si desde la primera canción ya empiezan a volar astillas. Alguna dificultad de sonido seguramente debida a las secuelas de algún mal golpe pero nada que no pudiesen arreglar bajando del escenario y tocándose unos temas entre el público. Sin duda para recordar, fue una de las actuaciones más divertidas y memorables que he visto.

 

Eyehategod

 

Todavía con el sol en la frente llegaba el turno de la veteranía de EYEHATEGOD. El sludge-doom más estridente y pesado que ocupaba este año el cartel del festival no dejó a nadie indiferente. Los de New Orleans dieron un conciertazo de los que apetece estirar. Se sintió como un bofetón violento y seco que nos puso en el suelo para no dejar que nos levantásemos hasta que terminaron, y aún desconcertados nos miramos con la palabra NOLA escrita en la frente. ¡Qué brutalidad! Menos mal que tuvimos unos minutos para reponernos y prepararnos para los que sin duda eran la principal atracción del sábado.

 

The Black Angels

The Black Angels

 

THE BLACK ANGELS, desde Austin, Texas, dieron toda una lección de equilibrio y saber estar. Un sonido más que notable y unas proyecciones que en todo momento ayudaban a perderte por los senderos de la psicodelia. Presentando su último álbum, Wilderness of Mirrors, salido a ultimísimos del 2022, no solo lograron el lleno en el recinto, sino también aunar a la gran mayoría de asistentes a través de himnos más que celebrados como Entrance Song y Young Men Dead.

 

 

A pesar de ser cabezas de cartel y dejar buen sabor de boca, no me dio la sensación de que supusiesen lo que el año pasado vimos con Electric Wizard u Orange Goblin, salvando obviamente las distancias de género, pero haciendo la comparativa de artista más potente/mainstream del día. Creo que el balance general fue que estuvo bien verles pero ya está. En cambio, la actuación que vino después demostró que sí había gente con muchas ganas y mucha pasión, entregada y ya abandonada a lo que deparaba el final de la noche.

 

The Black Angels

 

CHURCH OF MISERY, desde Japón, dieron un auténtico espectáculo para un público más de nicho que en THE BLACK ANGELS, pero como decía, mucho más entregado y que sin duda disfrutó más. No es habitual que grupos de este estilo vengan desde tan lejos y era momento para darlo todo. La banda de Tokyo fue cercana a más no poder, prueba de ello el photocall improvisado que se montó en el merch durante la tarde. Derrocharon fuerza y ritmos pesados, me sonó todo mucho más doom y me encantó disfrutar por primera vez temas de su último disco, que confieso no había escuchado y el directo me dejó muchas ganas de analizarlo de arriba a abajo.

 

church of misery

 

CHURCH OF MISERY completaron un set directo y sin mucha concesión rozando la medianoche. Eran las Dozer menos veinte y llegaba el turno para la banda sueca, recientemente renombrada, MONSTER TRUCK. Tommi Holappa salió al escenario como una auténtica leyenda, nada que ver con el placement que había mostrado con GREENLEAF, mucho más perfil bajo y en un segundo plano. Esto solo podía significar que nos encontrábamos ante un concierto grande con una banda que tiene más poder del que a priori nos imaginábamos y que iba a cerrar por todo lo alto coronándose como lo más disfrutado del último día del SonicBlast.

 

church of misery

 

DOZER ya me gustaban antes de verlos y es una banda que esporádicamente he ido escuchando a lo largo de su más que amplia trayectoria, pero después de lo vivido en Âncora solo tuve más ganas de escucharlos al volver a casa. Fueron la sorpresa que no esperaba y con la que poca gente contaba. Preveíamos un concierto correcto y ya, pero estuve moviendo la cabeza hipnotizado hasta que concluyeron con la es-pec-ta-cu-lar Mutation/Transformation de su último álbum Drifting In the Endless Void. Un concierto en familia donde no faltaron las colaboraciones de Arvid Jonsson de Greenleaf y una cantidad ingente de personas elevadas entre la multitud para despedir a la gran banda que esperábamos ver esa noche.

 

Dozer

 

Tras DOZER, y con el cuerpo prácticamente anestesiado, repetía la banda andaluza LUNAVIEJA. Literalmente hasta repetía escenario, pero esta vez con ayuda de la noche para que ritual y performance estuviesen algo más soportados. No termino de enganchar con esta banda que por pasajes me recuerda a Monolord y de repente me saca completamente cuando se entremezcla con el folklore y los conjuros. Con nostalgia recordaba que ese mismo slot lo ocupó Weedeater el pasado año. A nivel de sonido y puesta en escena me pareció mucho mejor que el pasado año, la atmósfera era la adecuada y la gente que aún tenía fuerzas para continuar la noche decidió adentrarse en el bosque sin saber lo que les depararía la experiencia. Tras la banda malagueña nos pusimos las túnicas para recibir a EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO. Los charros se sacaban la espina de la cancelación del pasado año prácticamente en las mismas condiciones que se esperaba su actuación de 2022. El sonido bíblico conquistó sin duda a devotos y no tan devotos del género para ayudarles a resucitar. El post-rock más espiritual cerraba una edición del SonicBlast con muchas luces y pocas sombras.

 

Y aunque hemos agradecido la nueva zona de descanso, sí que es cierto que se llega a hacer algo duro pasarse tantas horas de pie y al sol. Me hubiese gustado que la disposición de los escenarios fuese opuesta o estuviesen en lugares diferentes por el embudo que se forma en el cambio de bandas. Creo que se necesita urgentemente algo más de amplitud en las instalaciones, pues tiene pinta de que la afluencia seguirá creciendo año a año y no vendría mal crecer a lo ancho dejando más aire en los laterales para no acumular a toda la gente frente a los escenarios. La agilidad en las barras y el poco tiempo de espera no era el mismo para conseguir los tokens, quizás más personal o incorporar un sistema cashless como han hecho ya la gran mayoría de festivales mejoraría con creces la experiencia.

 

En cuanto a las bandas, lo más comentado sin duda fueron los horarios. Había casos que realmente chirriaban y hacían de la experiencia óptima algo totalmente distinto. Entendemos que cada banda tiene su agenda y sus exigencias y es algo que no va más allá del berrinche inicial… Sí que he de decir, y esto es algo totalmente subjetivo, que el cartel se me quedó un poco descafeinado y eché de menos a muchas bandas que me hubiese gustado ver. Los rumores de las confirmaciones para este año se quedaron en nada, supongo que por la absurda subida de cachés y por razones ajenas al festival. Como comentaba al principio, se me vienen a la cabeza muchos momentos épicos de la pasada edición y creo que esta no me ha llegado a tocar tanto.

 

Todo esto son cosas muy secundarias que para nada empañan la experiencia que nos ofrece el SonicBlast. Hay puntos muy positivos como la constante limpieza de aseos, los puntos de merchandising, comida para todos los públicos, precios lógicos, acceso fluido y sobre todo una gran sensación de cercanía que se respira en todo el recinto.

 

El ya consolidado festival para amantes de la vida lenta, edición tras edición ha adquirido otro significado. Desde que te subes al coche no solo piensas en estar sacudiendo la cabeza pocas horas después, sino que te acuerdas de los encuentros de año a año con personas que viven lejos, planeas desvirtualizar caras de colegas afines y entre sidras y abrazos ocurre todo mientras toca Nick Oliveri, que suponemos volverá el próximo año.

 

Bromas aparte, digo todo esto por lo que supone el festival, por lo que entraña y lo que transmite. Cualquier persona que asista al SonicBlast, sea ajena o habitual, notará desde el primer momento lo que se respira. Todo sucede con una familiaridad y cercanía envidiables y de esto deberían aprender otros festivales. A nadie le molesta esperar su turno para pedir una cerveza cuando sabe que no le van a cobrar doce euros. Tener una playa al lado y foodtrucks con opciones veganas deliciosas quizás me lo acercan mucho más al corazón. Por todo esto y mucho más, SonicBlast, te lo concedemos. Siempre nos ganas.