Por Rafa González (texto y fotografías)
El pasado jueves 28 de noviembre me adentré en un ambiente al que no estoy acostumbrado: el de la escena hardcore. La música hardcore, y más cuando es metallic hardcore, seguramente se distingue menos del thrash que -por ejemplo- el power metal, pero conforma una escena totalmente separada de la metalera (aunque el Resurrection Fest sirva de nexo de unión). Y en el concierto que a continuación voy a relatar, eso es lo primero en lo que me fijé.
Empecemos por COMBUST, banda neoyorquina que subió al escenario de la Sala Mon Madrid con unas pintas que ninguna banda de metal llevaría: pantalones holgados y camisetas anchas de diseño bastante minimalista, gorras o gorros, cadenas al cuello… Nunca dejará de sorprenderme la increíble influencia estética del hip hop en el hardcore, incluso cuando este es metallic hardcore, como es el caso de COMBUST. Aunque, realmente, se podría decir que el metallic hardcore suena a una especie de mezcla entre crossover y groove metal con tintes pseudo-raperos añadidos. Eso se nota no solo en la forma de cantar, que va como a golpes, sino también en buena parte de los ritmos. COMBUST tiene tanto riffs totalmente thrasheros como secciones super rítmicas de breakdown.
Las guitarras están afinadas grave, y las vocales varían entre gritos crudos de tono bajo y secciones más agudas y melódicas. Estas últimas son las que pueden recordar en cierta manera al hip hop. Sin embargo, la cabra tira al monte, por lo que mi canción favorita fue Tigers and Rats, un tema que evoca fuertemente a los CRO-MAGS.
La actuación fue muy buena, y la gente hizo mosh desde la primera canción. Los elementos que definen el pogo hardcoreta son tres: El baile típico del ska-punk que es como caminar agachado subiendo y bajando los brazos (como el símbolo de D.R.I.), el crowd killing (que es a lo que HAVOK llama “karate in the pit”) y subirse al escenario y saltar, algo que hoy en día no se suele ver apenas en conciertos de metal.
El siguiente concierto fue el de NASTY, para el que ya sí se veía todo lleno excepto el pit. Su música es beatdown. En referencia a lo que mencioné antes, este subgénero tiene mucho menos punk y muchas más partes de breakdown. Aparte, los instrumentos están afinados aún más bajo.
Sus canciones son lentas y amenazantes, perfectas para hacer headbanging, pero aquí nadie hace eso. La diferencia con un concierto de metal es tan grande que hasta cuando la banda pidió un circle pit, rápidamente este se convirtió en gente dando puñetazos y patadas al aire. Otra cosa muy típica del hardcore es que el grupo le pase el micrófono momentáneamente a algún invitado o a alguien del público. Y una particularidad del beatdown en concreto, que tiene lazos con el brutal death metal y el deathcore, es la abundancia de pinch harmonics y palm mute.
Acabaron con Total Domination, que al alternar blast beats y una arrolladora lentitud, suena dura como una máquina de demolición. Aunque yo no sea tan fan del beatdown como del metallic hardcore, es cierto que NASTY dio un conciertazo que no dejó indiferente a nadie.
Por último llegó TERROR, el indiscutible cabeza de cartel; y, seguramente, mi banda de hardcore favorita en el mundo. Ya los vi en directo junto con NASTY en marzo, en Gotemburgo, y me gustaron tanto que repetí esta vez en Madrid. Tanto esa vez como esta, TERROR empezó con One With the Underdogs, la primera canción del primer disco, que es el más thrasher, el más metal. Estas canciones tienen muy poca melodía y nada de influencia hip hop. Veloces como un rayo, arrasan con todo en dos minutos o menos.
Para Stick Tight hubo gente que cogió el micrófono y cantó estrofas enteras. Me sorprendió la cantidad de personas que se sabían la letra (o que sonaban como si se la supieran). De hecho, después de Hard Lessons, el cantante invitó a la gente a subir al escenario, cantar y hacer stage dive. Hard Lessons, uno de los mayores himnos de la banda, es un ejemplo de canción perfecta para hacer ejercicio. Tiene un tono marcial que motiva a pelear, o en su defecto, a levantar pesas. Otra de las canciones que tocaron, You’re Caught, puede que sea el polo opuesto a las composiciones de su primer disco. Ahí se ve claramente su faceta más punki. Mientras tanto, Can’t Help but Hate, canción con guturales grabada en colaboración con Corpsegrinder, terminaba de reforzar el cometido del grupo por la variedad musical.
En TERROR se comprobó que durante NASTY aún quedaba más gente por entrar a la sala, ya que el pit se hizo más pequeño a pesar de estar más concurrido. Se notó que a todo el mundo le gusta TERROR. Tanto, que en Keepers of the Faith se juntaron ciento y la madre en el escenario. Es por seguro el tema más famoso de la banda. Más melódico y pegadizo que los previamente mencionados, su estribillo cuando te coge no te suelta.
Por último, me llamó la atención que TERROR volviese a terminar su actuación con una canción de rap. Cuando los vi en Suecia esta fue Simon Says de Pharaohe Monch, mientras que en Madrid fue un remix rap de World-A-Reggae. En definitiva, una pedazo de noche que salió tan bien como era de esperar. Una pena que, entre tanto pogo y tanto crowdsurfing, no fuera capaz de sacar fotos decentes de TERROR.