Hacía ya unos meses que teníamos marcada esta fecha en la agenda, el primer Ritval Fest con un cartel atractivo con tres bandas en plena expansión, como son THE WAX, HABITAR LA MAR y ELEPHANT RIDERS junto a un peso pesado de la música alternativa actual como TOUNDRA.
Al asistir a un evento organizado por La Mano el día anterior, ya se tenía la certeza que la noche iba a ser un éxito, con 300 entradas vendidas online, más de la mitad del aforo de una sala tan imponente como La Trinchera. Todo dejaba presagiar lo que a posteriori sería, unas de esas noches que hacen historia.
Llegamos a las inmediaciones de la sala, y ya se veía bastante ambiente, se nota que el cartel tenía una gran aceptación, con un público variopinto, mezclándose con una fiesta un tanto extraña en un local contiguo en el que vimos algunas cosas que mejor no recordar.
Con un ligero retraso se abrieron las puertas y cuando inicia el show de
THE WAX es ante una sala con un gran aspecto. La gente estuvo presente desde el minuto uno, cosa que recalcó Aitor, su vocalista, en su primera intervención. Desde el estreno de su último disco la formación se presenta como cuarteto con Aitor a la voz y guitarra, Ángel a la batería, Gerard al bajo y David a la guitarra. O por lo menos así se presentan en el primer tema con un sonido espectacular, y una presencia sólida en el escenario.
Acabado dicho tema Aitor se deshizo del peso de la guitarra y se convirtió en un tornado sobre el escenario, subiéndose a los altavoces, cantando colgando de la escalera que da acceso al escenario, o más tarde sobre el bombo. Hablar del resto de la banda es complicado, ya que Aitor captó mi atención en todo momento. Tirándose el suelo, de rodillas, y bajándose del escenario para juntarse al pogo que se estaba formando. La música era arrolladora, A mis oídos profanos en esos sonidos, se desenvolvieron entre el hardcore, punk y algún que otro toque de stoner. Jorge Fretes llevaba tiempo avisándome que THE WAX era el ‘tapado’ del cartel, y claramente tenía razón, una gran sorpresa.
Cualquiera que me conozca sabe de mi fobia al mar, y cuando en su día Kantz y compañía presentaron un proyecto llamado
HABITAR LA MAR, me provocó cierto rechazo, como si me hubiera salpicado el agua. Una vez entrado en el mundo de HABITAR LA MAR, veo que ese sentimiento de rechazo se identifica a la idea de la banda. Un directo arrollador, llevado a cabo por el quinteto formado por Kantz, vocalista que no necesita presentación, Kike y Frego a las guitarras, Paco a la batería y Víctor al bajo. Con miembros de formaciones como Oddhums, El Gran Oso Blanco o De La Cuna A La Tumba, HABITAR LA MAR crea un ambiente que no deja indiferente, que busca molestar y provocar malestar a los oyentes, como un dique que se abre para arrasar y abrir los ojos del público a los males del mundo.
En contraste a los dos guitarristas más estáticos, Víctor y Kantz estuvieron muy activos, ocupando la extensión del escenario y casi rozando el público. Kantz como es costumbre deja muestra de su rango de voz, alternando voces limpias y melódicas (las que menos), pasajes bien narrados y momentos de locura transitoria con gritos y voces caóticas, tal como una ola choca con la orilla y destruye los castillos de arena, que son nuestras vidas, ilusas y engañadas. En su ánimo de dejar las cosas más íntimas Kantz solicitó varias veces que bajaran las luces y si bien el técnico le hacía caso, pasado unos instantes volvía a bañar de luz el escenario, hasta que entendió la necesidad de este ambiente recogido, como una hoguera nocturna en la playa, recogida íntima, solo para iniciados.
Con HABITAR LA MAR, nos hemos sumergido en el elemento líquido, hemos tragado agua salada y nos han picado los ojos, para renacer a un mundo en el que nos engañarán tan fácilmente.
ELEPHANT RIDERS jugaban en casa, muy cómodos desde el primer momento. El cuarteto está formado por José Carlos a la voz y guitarra, Juan al bajo, Ignacio a la segunda guitarra y Gaspar a la batería. En ese momento empezó el baile del stage diving, con media docena de chicos alternándose para subir al escenario y tirarse al público, que respondió favorablemente al juego. Fue la tónica general del concierto, resultando todo muy dinámico y vibrante.
La banda presentaba Risen, su último trabajo discográfico en forma de EP (y del que puedes leer su review en este enlace). Una potente grabación de stoner del más alto calibre con muchísima influencia de bandas como Red Fang o Clutch entre otros sonidos más duros como Corrosion Of Conformity. José Carlos a la guitarra comenzó el show de una manera apabullante, con energía y siempre arriba. El alto octanaje de su música sabe a combustible de desérticas gasolineras. La voz rasgada y poderosa de su frontman hacía buen equipo con el resto de la formación, especialmente con Juan al bajo, que no paró de animar al respetable ni un solo minuto.
Con Ignacio un poco más comedido en la segunda guitarra y Gaspar manejando la batuta de la base rítmica, el show empezó muy enérgico y se mantuvo bastante arriba durante todo el concierto, aunque es verdad que a mitad del show hubo un pequeño bajón de intensidad, que fue subsanado por la gran retroalimentación que la banda tenía con el público. Sonidos distorsionados y áridos se acompasaban con la peculiar voz de Juan Carlos, haciendo un viaje por tierras de secano que nos dejó sedientos. Se nota que es una banda muy querida y con muchos seguidores en Málaga, estando arropados en todo momento. Un show bastante potente con un pequeño bajón a mitad pero que no empañó la gran calidad que ELEPHANT RIDERS atesora.
Setlist
Intro
Challenger
Fire Within
Slave Of The New Age
Faded
1000 Nails
Sick Ego
Empress Of The Cult
Supernova
Y llegó el momento que todo el mundo esperaba.
TOUNDRA hacía aparición sobre las tablas de La Trinchera, frente a un público ávido de post-metal y progresivo. El cuarteto madrileño hizo gala de su buen hacer y su experimentación musical en Málaga de la mejor manera posible. Es la única que cabía aquella noche. Pese a que los 3 primeros temas el sonido estuvo un tanto saturado y poco nítido, rápidamente los técnicos de la sala lo corrigieron para ofrecernos finalmente sobre unos 90 minutos del mejor post-metal. Y no ya sólo a nivel nacional (de esto creo que no hay dudas), si no a nivel mundial. Y es que TOUNDRA son unos maestros en crear atmósferas de varios colores. Opresivas, esperanzadoras, oscuras y también llenas de luz.
Con un Esteban Girón exultante, que hizo de líder esa noche y con una sonrisa de oreja a oreja, la banda fue desgranando un setlist completo y variado, con temas tanto de
Vortex, su último trabajo discográfico (review en
este enlace), como del resto de su extensa y ecléctica discografía. La amalgama sónica de TOUNDRA es una auténtica delicia, no ya sólo para los oídos más exigentes, si no que su música atrapa a todo aquel que lo presencia, erizando el vello y creando una retroalimentación con el público difícil de explicar. Su show es sobrio y elegante, sin artificios, con muchas capas de sonido que provocan una gran variedad de sentimientos. Desde distorsiones imposibles hasta sonidos sintetizados y pasajes melódicos y calmados.
Presenciar un show de TOUNDRA es hacer un viaje en una montaña rusa. Continuas subidas y bajadas de ritmo, que hacen una sinergia entre sí mágica y brillante. Hay momentos atmosféricos de un nivel prodigioso, a la vez que al minuto siguiente entramos en una dinámica mucho más enérgica, con 4 músicos en el escenario que lo dan absolutamente todo. Su música no es sencilla: ni de componer, ni de ejecutar, ni de escuchar. Complejidad máxima en un show medido al milímetro donde no hay cabida para fallos o improvisaciones sin sentido. Esteban, Alberto, Macón y Álex han sabido labrarse un sonido totalmente propio y que poco tiene que envidiar a los pesos pesados del post mundial. Su música hace emocionarme. Cierro los ojos y avanzo por un paisaje coloreado con una paleta extensa de matices. Su ascenso es vertiginoso, y su bajada, también. Pero el paso de un estado al otro es absolutamente perfecto. Su sonido te mece y te lleva sin darte cuenta. Justo por donde TOUNDRA quiere. Y eso, para mi, es puro oro dentro de la música en directo.
En resumen, un show prácticamente perfecto, con una sala casi llena y un público entregado, haciendo numerosos saltos del escenario para crowdsurfear sin parar. No podíamos imaginar un broche mejor para este primer Ritval Fest, del que ya estamos deseando que se confirme una segunda edición y poder disfrutar de nuevo de las mejores bandas nacionales (o internacionales, quién sabe…) respecto a sonidos más alternativos o experimentales. Y es que
Jorge Fretes,
Víctor Hernández y
María Guerrero hacen un estupendo equipo en
Ritval Prods, todo lo hacen con cariño, muchas ganas y muy buen hacer. Seguro que la próxima edición de este nuevo festival volverá a ser todo un éxito y poco a poco se convertirá en un festival de referencia en España.
¡Muchas gracias y nos vemos en las salas!