Fotografías por Jara Solís
Se me ocurren tres formas típicas en la actualidad de conocer un grupo nuevo: gracias a una recomendación de alguien en cuyo criterio confías, gracias a una recomendación de Spotify/Youtube o gracias a un directo. Siendo telonero de un concierto hay mucho riesgo de pasar desapercibido, ya que buena parte del público suele prestar toda su atención a la banda principal y aprovechar para beber fuera de la sala durante la banda invitada. Sin embargo, esto no es tan normal en los festivales al aire libre, ya que suelen ser más amenos que las salas o estadios y que mucha gente va por costumbre o para ver qué se encuentra. Es una realidad que con la infinidad de opciones que tenemos a mano hoy en día en internet, difícilmente alguna vez yo le hubiese prestado atención a TRALLERY si no los hubiera visto en cierto festi.
Fue allá por el 2017, en la tercera edición de un festival que ha resultado tan emblemático en la zona que sus promotores se han hecho llamar igual que él: Palacio Metal Fest. El power trío liderado por Humberto Pol Castañeda repartió tal lección de thrash metal que desde entonces siempre me he referido a ellos como una de las mejores bandas del género a nivel nacional. Y de tal modo los promocioné de cara a mis amigos cuando me enteré de que la promotora de Los Palacios los traía por tercera vez.
En un principio la cita tendría lugar en enero, pero debido al Covid, se tuvo que aplazar al sábado 22 octubre. Así que, llegado el día y con un retraso de media hora debido a algunos “problemillas” de los que se disculparon, MEDICTUM abría la noche a eso de las 21:35 en la sevillana Sala Even. Cabe decir que a pesar de todo, empezar un poco más tarde nunca suele venir mal porque, al menos aquí en Andalucía, la gente tiende a ser bastante impuntual y a tratar de pasar todo el tiempo posible fuera de la sala, donde se puede fumar y la bebida no es cara (cosa que veo lógica).
MEDICTUM es una formación de thrash de sonido moderno combinado con algo de heavy metal, lo cual se refleja sobre todo en el canto, que porta más melodía y aires épicos de lo que suele tener el thrash metal puro. Aunque eso se notaría más adelante, ya que la primera canción, La Noche Más Larga, de heavy tiene poco. Al micrófono se escucha un gutural grave alternado con una voz rasgada y apoyados por los coros del bajista y el otro guitarrista, que le aportan ricos matices al resultado final.
Ya para la segunda canción, Al Otro Lado, la sala se ve bastante llena. La instrumental suena en general muy comprimida, muy grave, pero al mismo tiempo suelen haber punteos de guitarra muy afilados. El batería, al que le quedan muy bien las rastas, clava a la perfección ritmos ciertamente creativos.
Una canción que me llamó mucho la atención por la fuerza con la que empezó y su solo de guitarra fue Ministerio del Miedo, que sí representa bien la mezcla de thrash y heavy mencionada antes. Desgraciadamente no se formó mosh pit con ella. En parte fue debido a cierto individuo al que no se le ocurrió mejor idea que poner su pedazo de bolso lleno de comida en el suelo, en medio de la sala. Muchos comentaron en voz baja y con estupor el hecho de que hubiera un paquete de harina -entre otras cosas- en frente del escenario, pero nadie se animó a reprochárselo al culpable.
Luego de un interludio donde tocan brevemente el Bella Ciao suena Todos o Ninguno, que tiene un solo a dos guitarras con tapping fenomenal. A su término los cuatro integrantes de MEDICTUM se despiden, pero la gente pide otra canción más y organizan un wall of death para ella que resulta exitoso, aunque, como siempre, la mayoría del público no se mete. ¿Alguna vez en mi vida podré presenciar un bolo donde absolutamente todo el mundo se meta en el pogo? Sería todo un sueño.
Un rato después SIX BURNING KNIVES entra en escena. Todos con la misma ropa, negro y dorado de estilo tribal; en la cara, maquillaje azul; y en los ojos, maquillaje negro. Esta era la segunda vez en mi vida que los veía. La otra fue en el Palacio Metal Fest de este año, donde sorprendieron a todo el que no los conocía con una excelente actuación. Es uno de estos grupos que ganan mucho en directo.
El quinteto de Villa Real comenzó con The Void, mostrando desde un principio más contundencia y solidez en su proyecto que los locales MEDICTUM, que son buenos pero tal vez les falte aún un poco de refinamiento. SBK combina el caos y la armonía a la perfección. Todo pasaje rítmico más hardcoreta y de voz más raperilla es sucedido por uno más melódico. Cosa que se notó muy bien en Before the Throne, que tiene un estribillo híper pegadizo.
Como se puede notar en M.A.N., este grupo, que bebe mucho del nu metal, mete momentos tranquilos de canto susurrado y seco a lo Slipknot. Ellos usan para autodefinirse la etiqueta de “metal alternativo”, que suele significar una mezcla de subgéneros con sonido más bien contemporáneo. Además del nu, se aprecia algo de metalcore y thrash metal. Todo aderezado con mucho wah wah y algunos guturales agudos.
Las canciones rompen más que la marea, por lo que cuesta que aburran y de repente te ves bailándolas involuntariamente. El público no paró de botar con ganas y hacer mosh. Aunque toquen un estilo que no sea mi favorito, dan muy buenos conciertos.
Después de los SIX BURNING KNIVES llegaba al fin el plato principal de la noche: los mallorquines TRALLERY, que venían principalmente a presentar su último disco, Isolation. Aún así, comenzaron con la épica Spiritless, del segundo disco.
Una vez cortado el hielo continuaron con Crystallizing, que tiene un estribillazo de los que se te quedan en la cabeza. Nótese que a pesar de que la canción comienza con un ritmo más groovy que rápido, el público se puso a hacer pogo desde el principio.
Cabe mencionar que este grupo empezó siendo thrash a secas. Thrash original, pero thrash al fin y al cabo. Sin embargo, poco a poco han ido haciéndose más proggies y “sentimentales” hasta acabar tocando un tipo de música bastante coincidente con la de MEDICTUM. Si hubiera que relacionar a TRALLERY con un concepto sería más la agonía que la agresividad, a pesar de ser thrashers. Son duros, pero dejan un amplio hueco para la melancolía.
Es una agrupación con mucha personalidad, al igual que el pelo afro de su frontman. Además se nota que el canto de Humberto es sincero, que viene desde dentro. Y de esas cosas se da cuenta el público, al igual que de lo talentosos que son Biel Gayà y Sebastià Barceló, el guitarrista y el batería respectivamente.
Biel se marca unos solos súper envolventes que, contrastando con la rudeza de su alrededor, hacen de alto el fuego y ponen a flotar la mente. Así lo atestiguan todos los espectadores, que no pueden evitar agitar sus cabezas adelante y atrás cual zombies al ritmo. Y otro aplauso a Sebas por tocar compases tan complejos y hacer sentir con fuerza su doble bombo en el pecho a todos los presentes. Pero para quienes sí que se pidieron aplausos en el bolo fue para los miembros de Palacio Metal Fest, que se llevan de muerte con TRALLERY.
Todo el concierto siguió adelante sin más problemas que una caída de micrófono que provocó algunos problemas de sonido. Hubo hasta tiempo para tantear un I’m Broken de Pantera y un I Was Made For Loving You de KISS. El público estuvo todo el rato muy animado. Hubo crowdsurf y se formaron muchos mosh pits y circle pits. Sobre todo en las últimas dos canciones: White Shadow y Collateral Damage, las únicas pertenecientes al primer disco. Collateral Damage es un tema creado para hacer walls of death, y de hecho se hizo uno.
En total diría que fue una muy buena noche en la que las tres bandas dieron un buen espectáculo. Además, al hablar con diversos colegas sobre ello me di cuenta de que no había una opinión compartida, que a cada uno le gustaron y le disgustaron cosas distintas. Aunque todos coincidimos en que el sonido pudo ser mejor, que sonaba todo un poco embarullado.